Veintiséis

16.3K 2K 544
                                    

Esme

Cruzamos el arco y caí de rodillas al suelo. Cerré los ojos y me concentré en calmar el latido frenético de mi corazón, pero la adrenalina en mis venas lo impedía. Aún no era consciente de que todo había terminado. Lo único que se oía entre los árboles eran nuestras respiraciones.

Abrí los ojos y la primera persona que vi fue a Melissa; estaba a mi lado y tenía la mirada perdida en sus manos, que caían muertas sobre su regazo. Parecía como si no le quedara una sola chispa de vida en el cuerpo. Quería saber lo que estaba pasando por su mente, aunque sospechaba que estaría recordando lo que había hecho, para bien o para mal pues, a pesar de todo, había participado en acabar con el misterio del bosque.

—Eh, lo hemos conseguido —intenté animarla.

Pero Melissa me devolvió una mirada inerte; sabía que nada de lo que le dijera podría consolarla. Minerva estaba sentada en el suelo, tocándose la nuca, como si no pudiera creer que todo había terminado. Sintió mis ojos en ella y, al contrario que Melissa, me miró con una sonrisa brillante.

—Sí, lo hemos conseguido.

Asentí y dejé caer la cabeza sobre el tronco de un árbol, riendo. Sentía que era capaz de cualquier cosa. Doblé las rodillas y las pegué a mi cuerpo. Seguía riendo como si no hubiera mañana, demasiado sumergida en mi propia burbuja de felicidad para darme cuenta de que Harry lloraba, arrodillado al lado de Hunter. Me levanté tan rápido como pude y acudí a su lado. Su ojo había vuelto a la normalidad, pero Hunter permanecía quieto y sus ojos estaban cerrados. No me atreví a comprobar si continuaba respirando. Toda la felicidad que había sentido hacía unos segundos había desaparecido. Luna, que ya había recuperado el aspecto con el que la había conocido, estaba arrodillada también a nuestro lado.

—¿Se pondrá bien? —Preguntó Harry con voz temblorosa.

—Lo intentaré, aunque no será fácil.

Abracé a Harry. Sentía su corazón latir contra sus costillas; era incapaz de articular palabra. Luna posó las manos en la cabeza del perro y cerró los ojos, murmurando algo. Lo que debería haber sido un momento feliz se convirtió en uno de los episodios más amargos de mi vida.

Todos estábamos inquietos, mirándolos. Los segundos se convirtieron en siglos. Finalmente, Hunter se sacudió y su tórax se infló. Harry le acarició las orejas y lo abrazó bien fuerte. Hunter comenzó a lamerle las mejillas con emoción y movió la cola, entusiasmado.

—¿Quién es mi chico listo, eh? ¡Oh, Hunter! —Volvió a acariciarle y después abrazó a Luna, agradecido.

Ella le devolvió el abrazo y le acarició el cabello. Harry y Hunter mantenían un lazo que nadie sería capaz de romper.

Lo cogió en brazos y empezó a caminar hacia el pueblo. Todas le seguimos, pero antes me di la vuelta y vi cómo la puerta del bosque de los cuentos se cerraba para nunca más volver a abrirse.

«Adiós, Papá. Descansa en paz».


Mis pasos eran cautelosos, mis pies parecían estar hechos de plomo. Aún no me podía creer lo que acabábamos de lograr. Por fin habíamos levantando el hechizo de Greenwood, aun- que el resultado no hubiese sido exactamente como habíamos querido. A pesar de que la posibilidad era remota, había guardado una pequeña esperanza de encontrar a mi padre, como Harry había encontrado al suyo. Pero ese destino ya no podría cambiarlo jamás. Tenía que pensar en las cosas buenas. Primero, lo más importante para mí, era que todos habíamos salido vivos, aunque con algunos rasguños; segundo, Helë no se había salido con la suya y, en consecuencia –ese era mi tercer punto—, el bosque había vuelto a la normalidad.

Greenwood II SAGA COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora