Trece

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Esme

Abrí los ojos cuando el sol aún no había comenzado a despuntar. Hunter y yo éramos los únicos que estábamos despiertos. Quizá sentía, como yo, cierta inquietud al pensar en lo que nos deparaba el día: aquella mañana iríamos al castillo de la princesa. Todo parecía indicar que se trataba realmente de ella, pero una parte de mí no dejaba de preguntarse qué pasaría si estábamos equivocados. La princesa de ojos dorados y cabello plateado era Luna, pero ¿quién era la de ojos y pelo negro? Mientras intentaba descubrirlo, noté que Harry se movía a mi lado.

—Buenos días —le dije.

Entreabrió un poco los ojos y me miró aún soñoliento. Se acercó a mí, me empujó contra su cuerpo y enterró la cara en el hueco entre mi cuello y mi hombro con un suspiro decaído.

—Pronto saldremos de aquí —dije.

Teníamos que estar llenos de positividad, me negaba a creer que nos quedaríamos aquí atrapados para siempre.

—Nadie te lo asegura.

—Te lo aseguro yo.

—¿Cómo lo sabes? ¿Quién te lo ha dicho? —me cuestionó.

—Qué escéptico puedes llegar a ser.

—En serio, Esmeralda —Harry me soltó y se incorporó con un gesto de frustración. Algo no iba bien cuando me llamaba Esmeralda.— ¿De verdad piensas que algún día podremos salir de aquí?

Su rostro se había sumido en la preocupación y la tristeza, igual que aquel día en el jardín de mi casa, cuando me dijo que lo que más temía era que yo entrara en el bosque sin él y que nunca más volviésemos a vernos, o cuando en el sofá de su casa me confesó que había tenido miedo de no volver a besarme nunca más.

—Te prometo que saldremos vivos de aquí —le dije mirándolo a los ojos.

Nunca había dicho algo tan segura de mí misma.

—No tienes nada para demostrarme que...

Y ahí estaba de nuevo aquel Harry que necesitaba, pruebas y números.

—Olvídate de todo eso, Harry —le interrumpí—. Mi abuela solía decir que la fe mueve montañas. Hay que tener fe y confiar que es posible. Y, honestamente, creo que saldremos de esta. ¿Estás conmigo?

No aparté mis ojos de los suyos, y él pareció rendirse ante lo que parecía un debate interno.

—Perdóname por contestarte mal estos días.

No me esperaba esa respuesta.

—Harry... —empecé, pero no me dejó terminar.

—No sé qué me pasa.

—Estás cansado. Todos lo estamos. —Recorrí con mis dedos su cabello ondulado.

Harry sonrió a la vez que cerraba los ojos, aunque su sonrisa no era real. Había algo que le atormentaba y que no me quería contar.

—Te quiero. Pronto volveremos a casa —susurré contra su boca.

Deseé que mis labios supieran a promesa, a verdad. Hubiese dado lo que fuese con tal de evadirnos de la realidad, de escapar a cualquier otro lugar con él.


Revisé la mochila por milésima vez en cinco minutos antes de salir fuera, donde los demás esperaban. Minerva escuchaba atentamente la discusión que mantenían Harry y Thomas sobre algo que había escrito en un papel, mientras Nora acariciaba a Hunter, que estaba esperando pacientemente a que nos pusiéramos en marcha. William seguía dentro de la casa, y Robert, Jessica y Claire salieron para despedirnos.

Greenwood II SAGA COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora