Quince

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Esme

Por la intensidad de la luz del sol entre las nubes, deduje que debía de ser media tarde, y no tardaría en oscurecer.

—Tendremos que pedirle a tu abuelo que nos deje pasar la noche en su casa —dijo Harry mientras saltaba la raíz de un gran árbol.

—Sí, deberíamos descansar —convine.

Ahora me resultaba extraño ver aquel lado del bosque. La misteriosa niebla que hacía desaparecer a los habitantes empezó a formarse a nuestro alrededor, y nos dirigimos rápidamente hacia la casa del abuelo Rick. Todos ansiábamos resolver lo que estaba pasando.

El camino estaba cubierto por escarcha, así que anduvimos despacio y con cuidado. Hunter corría alegremente, respirando con rapidez y ladrando cuando llegamos a nuestro destino.

Llamamos a la puerta, pero nadie contestó. Harry se acercó a las ventanas e intentó observar el interior, pero las cortinas estaban corridas y no se veía nada. Quizá había ido a mi casa a visitar a mi madre, por muy raro que eso fuera, o a comprar, o a...

—Esmeralda, dile a la niña del cabello rizado que se quite ese colgante.

El corazón me dio un vuelco cuando oí su voz. El abuelo Rick se encontraba en el patio, detrás de nosotros, cargando con unos troncos. Parecía que el tiempo no pasaba para él, ni por su físico ni por su carácter antipático. Además, se suponía que habíamos desaparecido en el bosque, pero no le sorprendió en absoluto encontrarnos allí.

—Por poco me da un infarto —murmuró Minerva entre dientes, llevándose la mano al pecho.

—Quítatelo antes de entrar en mi casa —le repitió Rick sin ni siquiera inmutarse por haberla asustado.

—¿El qué? ¿Esto? —Preguntó mientras alzaba el colgante del búho entre sus dedos.

—Sí. Dámelo. —Le acercó la mano y Minerva se lo tendió, confundida—. Venid. Pronto anochecerá y hará más frío.

El abuelo actuaba de un modo extraño, no me miró en ningún momento. Cogió el colgante y entró rápidamente en casa para meterlo en un bote de cristal que dejó encima de la mesa.

—Esto de aquí es lo que retenía tu voz al otro lado del bosque —explicó.

—¿Cómo lo sabe? —Preguntó Minerva, un tanto incrédula. —No es un simple colgante. Es magia negra.

El abuelo Rick se quedó en silencio y recordé lo que había pasado unas horas antes, cuando aún estábamos en el castillo.

—Luna ha dicho que Helë había embrujado su colgante para guardar en él los tres elementos —dije.

El abuelo me miró fijamente, como si me estuviese juzgando por lo que acababa de decir, pero sus palabras no fueron desagradables como esperaba, aunque me desconcertaron.

—Sí que te pareces a ella, sí.

—¿Estás hablando de la princesa del bosque, abuelo?

Harry se removió en su asiento y miró hacia otro lado, cerrando los ojos, como si intentara alejar un mal pensamiento.

—Se parece a Eco porque su espíritu está presente en ella —dijo Rick—. Los elfos son criaturas de la naturaleza cuyos espíritus renacen una y otra vez, incluso mientras están vivos. La princesa no está muerta, solo dormida.

El abuelo salió del comedor para volver unos segundos después con unas tazas. Harry se acercó para coger una, y demostró que durante nuestra conversación no había estado ausente, sino muy pendiente de todo lo que se decía.

Greenwood II SAGA COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora