Prefacio

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El color verde de la copa de los árboles se difuminaba con la niebla gris, algo habitual en Greenwood. Allí el tiempo parecía no avanzar, daba igual que fuese primavera, verano, otoño o invierno; el bosque de Greenwood seguía igual. Las hojas de los árboles nunca cubrían el suelo húmedo y siniestro.

Era fácil perderse en el bosque de Greenwood, y yo lo estaba viviendo en primera persona. La leyenda contaba que una vez te adentrabas en él, no sabías cuándo ni cómo ibas a salir. No había ninguna señal que indicara el camino de vuelta y tenías que fijarte muy bien por dónde pisabas. Me sentía acorralada.

Era Harry quien me animaba a seguir adelante en nuestra búsqueda.

—Estamos a punto de encontrarla, Esme. Pronto encontraremos a Melissa —decía mientras sujetaba el mapa entre las manos y se paraba en el camino para asegurarse de que íbamos en la dirección correcta.

Harry había estado dos meses merodeando por las afueras del laberíntico bosque trazando mapas, aunque aún no se había atrevido a recorrer el corazón del bosque. Él era el único que todavía creía que Melissa estaba viva en algún lugar, pero nadie en el pueblo lo escuchaba. Era él quien había perdido a una amiga, no ellos.

Y éramos nosotros quienes estábamos perdidos en el bosque de Greenwood, sin saber cuándo ni cómo íbamos a salir de él. 

Greenwood II SAGA COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora