Veinticuatro

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Sentados en una de las mesas de la biblioteca del instituto, los gemelos Ben y Josh, junto a Millie Darling, escuchaban con atención lo que Harry les estaba diciendo mientras Minerva tamborileaba los dedos sobre la madera.

—Vosotros sois los que estabais con Thomas la noche que desapareció, ¿me equivoco? —cuestionó, y ellos asintieron—. Genial. Me gustaría saber si el sheriff Skins os interrogó después o la misma noche. —Harry los miró con atención y todos negaron con la cabeza—. ¿Por qué no iba a interrogaros? No lo entiendo.

—Nosotros no hemos hecho nada malo —intervino uno de los gemelos, no sabía quién de los dos era.

—Eso no tiene nada que ver. Nosotros simplemente queremos saber qué visteis, ya que la policía no trabaja como es debido —sentenció Harry, crítico y completamente serio.

Desde el fondo de la biblioteca, la señorita Anderson, la bibliotecaria, nos miraba con cara de querer matarnos y echarnos de allí a patadas, pero los sábados era el único día en que se habitaba un espacio en la biblioteca para hablar, normalmente para hacer trabajos en grupo.

—Queremos que nos contéis lo que pasó, después podréis iros —repitió Minerva, más calmada que Harry.

Millie relajó los hombros y apoyó los codos en la mesa, cruzada de brazos. Tenía una cara graciosa, los pómulos llenos de pequeñas pecas y la nariz respingona. Me recordaba mucho a la mía. Aunque la suya era más puntiaguda y pequeña.

—Pues comencemos —murmuró Harry mientras abría una libreta. Tomó un bolígrafo y se colocó las gafas—. A ver, recordadme vuestros nombres... ¿Y se puede saber de qué te ríes tú ahora?

Minerva reía sin parar, tapándose la boca con la mano y entrecerrando los ojos. Todos la observábamos confundidos.

—Perdón, pero es que las gafas te aumentan mucho los ojos y... Siempre he querido decírtelo, perdón —exclamó ella. Harry suspiró profundamente.

—Haré como que no he oído nada. —Se aclaró la garganta y yo escondí una risa. La verdad es que tenía algo de gracia—. A ver, decidme vuestros nombres.

Harry apuntó en el papel los nombres de Millie, Josh y Ben, y empezó el interrogatorio.

—¿A qué hora salisteis del gimnasio del instituto?

—Debían de ser las diez de la noche, más o menos. Thomas dijo que hacía mucho calor dentro y que quería salir a tomar un poco el aire —respondió el gemelo que se llamaba Josh.

—Sí, nos dijo que lo esperásemos fuera. Thomas fue a por un balón de fútbol al cuarto de material deportivo para no aburrirnos mientras estábamos allí. Nadie de nosotros quería bailar así que estuvimos de acuerdo —añadió su hermano Ben.

Al mirarlo con atención, me di cuenta de que no tenía las cejas tan pobladas como su hermano.

Mis dedos tamborileaban encima de la mesa. Resoplé. No tenía ni la más remota idea de por qué Thomas habría querido adentrarse en el bosque.

—Y jugasteis solo a fútbol, ¿verdad? —volvió a preguntar Harry, con la vista puesta en los tres chicos.

Eché un vistazo a la libreta y observé que la caligrafía era ilegible.

—Bueno, Tim y yo estuvimos hablando —añadió Millie con cierto temblor en su voz, como si tuviese miedo de hablar.

—¿Tim? ¿Tim Miles? —preguntó Minerva al cabo de unos instantes.

Supuse que le sonaría el nombre, porque yo no tenía ni idea de quién era.

—Sí, el mismo. Tenía un esguince en el tobillo, así que no podía jugar con ellos, y me senté con él para hacerle compañía.

Greenwood II SAGA COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora