Dos

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Esme


No tenía palabras. Melissa, la chica que había desaparecido hacía unos meses en el bosque, había vuelto al pueblo y nos esperaba a Harry y a mí en la tienda de Luna.

No nos explicábamos cómo había conseguido salir del bosque, pues, hasta el momento, solo el abuelo Rick lo había logrado. Tampoco entendíamos por qué quería vernos si, además, yo había llegado a Greenwood semanas después de su desaparición y no nos conocíamos.

Tenía una presión en el pecho y sentía que me hundía poco a poco en el lugar en el que estaba. Ni siquiera era capaz de recomponer mis pensamientos. Nora me llamó y me agarró del brazo al ver que no reaccionaba. Aunque mis ojos miraban los suyos, no lograba oír nada de lo que me decía; mi mente estaba muchísimo más allá de Greenwood.

Me zafé de su agarre y salí corriendo a contracorriente, esquivando a todos los que, como ella, regresaban a las gradas para continuar disfrutando del partido. Pero frené mi carrera cuando vi que un búho se posaba sobre una de las farolas del campo de fútbol. Nadie más parecía darse cuenta de su presencia. De repente, el animal ululó y los árboles a mi derecha brillaron como si algo mágico estuviese a punto de ocurrir.

La mano de Harry sobre mi hombro me devolvió a la realidad.

—¿Esme? ¿Qué haces aquí? —me preguntó extrañado.

—¡Tenemos que ir a la tienda de Luna! —fue lo único que pude decir.

Lo cogí de la muñeca sin esperar respuesta y tiré de él, pero se libró de mí y me bloqueó el paso.

—¡Eh, espera! ¿A qué viene todo esto? —Sus ojos buscaban una reacción inmediata—. La segunda parte está a punto de comenzar, no puedo irme.

Sabía que estaba confundido, yo tampoco lo acababa de entender, pero de lo que estaba segura era de que teníamos que llegar a la tienda lo antes posible.

—Melissa ha vuelto. Está con Luna —solté de golpe.

Harry se quedó en silencio durante unos segundos sin saber qué responder. Sus compañeros de equipo empezaron a llamar- lo, pero esta vez fue él quien me tomó de la mano y me arrastró fuera del estadio. Sorprendentemente me había creído.

En cuanto llegamos a las afueras del pueblo, dejamos de correr y Harry me miró fijamente a los ojos.

—¿Quién te lo ha dicho?

—Tim Miles.

—¿Tim? ¿El hermano de Miranda? —Asentí y Harry gruñó mirando al cielo—. No entiendo lo que está pasando aquí. Primero no quiere hablar con nosotros y ahora te viene en mitad del partido y te dice que Melissa ha vuelto.

—¿Por qué debería mentir?

Reemprendimos el camino en silencio, a paso ligero, hasta que Harry se detuvo.

—Pero Melissa no te conoce. ¿Cómo sabe quién eres?

—No lo sé. Yo también lo he pensado.

—¿Crees que alguien le habrá dicho algo?

—No lo sé. —Se me hizo un nudo en la garganta.

Harry parecía tan nervioso como yo, y en sus ojos se apreciaba una mezcla de confusión e ignorancia. Daba miedo pensar que alguien dentro del bosque hubiese dado información sobre nosotros.

Mi corazón palpitaba tan fuerte que pensé que podría romperme una costilla y, con cada paso que dábamos hacia la tienda de Luna, más difícil se me hacía respirar, pues era consciente de que lo que íbamos a ver a continuación cambiaría completamente nuestros rumbos. Lo que había empezado como una tar- de normal y alegre acababa de tomar un giro inesperado, y me sentía como un lector de una novela de misterio impactado por el cambio repentino de los acontecimientos. No supe si mis tripas se revolvieron a causa de aquella situación o por la carrera hasta el pueblo después de todos los refrescos que había bebido.

Greenwood II SAGA COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora