Seis

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Esme


Harry no se despegaba de su padre e incluso su actitud era diferente: ahora sonreía y parecía contento. Sabía lo mucho que había estado esperando ese momento y me alegraba enormemente por él. Me enternecía ver la ilusión en los ojos de ambos.

Me moría de ganas por preguntarle si conocía a alguien llamado Thomas, o Minerva, o a mi padre Charlie, pero no quise estropearle ese momento a Harry.

—No quería asustaros —se disculpó William con una sonrisa—. Cuando me encuentro con alguien nuevo en el bosque, siempre intento ayudar. No es bueno quedarse solo por aquí, no es seguro.

—¿Por qué dices eso? —preguntó Harry.

William se paró y su mirada no me dejó indiferente, sus ojos escondían más de lo que parecía a simple vista.

—Porque te conviertes en tu peor enemigo.

Harry y yo intercambiamos una mirada llena de inquietud, mientras William continuaba hablando sobre el bosque. Nos dijo que había más cabañas aparte de la suya, y que vivían en una pequeña comunidad en un claro rodeado por árboles.

—Gracias a los restos vegetales, hemos conseguido plantar algunos alimentos. Vivimos a base de raíces y plantas.

—¿De dónde sacáis el agua?

—Cada dos días vamos al lago y la hervimos.

Asentimos y, finalmente, Harry hizo la pregunta que quemaba en la punta de mi lengua.

—¿Quién más hay contigo?

Aguanté la respiración a la espera de una respuesta.

—Vamos a ver... —William hizo una pausa—. Erik, Jason, Cindy, Robert, Jessica, Claire... Pero ellos viven en otras cabañas. Yo comparto la mía con tu amiga Minerva y un chico joven de dieciséis años, Thomas.

Mi corazón dio un vuelco al oír el nombre de mi hermano.

—¿Está seguro de que con usted hay un chico llamado Thomas? —Hablé por primera vez desde que le habíamos encontrado—. Es alto, rubio, ojos marrones...

William me miró sonriendo.

—Estoy seguro —dijo, y asintió para reforzarlo—. ¿Le conoces?

—Es mi hermano —contesté con la voz temblorosa.

Su rostro pareció entristecerse, y añadió con una media sonrisa para disimularlo:

—Así que tú eres la hermana insoportable de la que tanto he oído hablar.

Por primera vez en el bosque, reí con franqueza. Se me llenaron los ojos de lágrimas y Harry me estrechó en un abrazo.

—Estaba algo perdido cuando lo encontré. Él es uno de los que se dejó ayudar.

Suspiré y sentí que me había quitado un gran peso de encima. Mi hermano estaba vivo y a salvo.

—¿Y Minerva? —quise saber con desesperación— ¿Está bien?

Minerva había sido la primera persona que me había regalado una sonrisa en Greenwood, además de una verdadera amiga; no quería perderla en la oscuridad de los árboles. Teníamos que salir todos de allí como fuese.

—Minerva está bien —me aseguró, y respiré con alivio.

—¿Y Melissa? —preguntó Harry.

—Melissa va a su aire —respondió William en una risotada irónica. No me extrañaba en absoluto.

Ahora que sabíamos a quién nos encontraríamos, estábamos ansiosos por llegar, y a los pocos minutos divisamos la cabaña que nos había descrito Melissa, rodeada por dos más del mismo tamaño. Se encontraban en medio de un claro sombrío, que probablemente en un bosque normal habría estado bañado por luz. Alrededor de la casa había un pequeño huerto con plantas que desconocía y, justo detrás de ella, se alzaba una imponente montaña que nunca encontraba su fin; su cima se perdía entre las nubes y la niebla.

Greenwood II SAGA COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora