XI. Un mundo de oscuridad

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ONCE

Draco se despertó alarmado. No sabía a dónde estaba. Se mantuvo con los ojos cerrados, esperando. Espero escuchar algún grito, alguna queja, murmullos, pero en el lugar solo había silencio. Y entonces lo recordó. Estaba en la mansión. Esa idea lo tranquilizó y lo alarmó en partes iguales.

Era bueno ya no estar en Azkaban, pero este lugar, por mucho tiempo su hogar, era el último de su lista a dónde quería estar.

Se sentó en la cama y un mareo lo abrumó. Se sostuvo del borde y lentamente bajo hasta que sintió el piso bajo sus pies. Estaba frío, pero era suave y no rocoso como el de su celda. Definitivamente no estaba en Azkaban.

Pasó la mano por su cuerpo, y se detuvo enseguida. Debería darse un baño. Quería quitarse esa ropa, y ese olor a prisión que no parecía querer abandonar su cuerpo, sin importar cuántas veces se bañara.

— Bolly — dijo al aire y en segundos la elfa apareció.

— Amo Malfoy. — saludo la elfina. Había sido quien lo había recibido y quien le traía la comida. — ¿Cómo puedo ayudarle?

— Puedes guiarme hasta el baño — respondió el rubio.

Este no era su habitación, así que no tenía idea para donde debía caminar, y realmente no le apetecía pasearse por toda la habitación hasta descubrir una puerta y entonces pasearse por ese lugar para descubrir si era el baño.

— Bolly puede hacer eso! — cantarero la elfa y sostuvo la mano de Draco. El rubio estuvo tentado a soltarse del agarre, pero respiro hondo y dejó que lo llevara. Sintió como abrió una puerta unos pasos más a la izquierda y luego se detuvieron. — Es aquí; está la ducha a la derecha, la palangana a la izquierda....

— Eso es suficiente. Gracias Bolly. Ahora preciso algo de ropa limpia, medias y calzado. Todo. Pero no traigas traje, solo... — Draco se detuvo a pensar. No estaba seguro de que quería vestir. — pantalones y remera. Lo más holgado que tengas.

Escuchó un chasquido y supo que estaba solo. Se quitó la ropa y la dejó caer al suelo. Tanteó la bañera y se metió dentro, con cuidado de no caerse. Luego buscó a un lado y a otro hasta encontrar las canillas, y cuando abrió, un chorro de agua helada le cayó directo en la cabeza. Lo cerró de golpe, y se hizo a un lado. Luego volvió a abrirlo. Lentamente volvió a meterse bajo, sintiendo el agua mojar su cuerpo, su cabeza, su pelo. Todo. Era una sensación muy agradable.

Demasiado tarde se dio cuenta que no le había pedido ayuda a la elfa con el shampoo y la crema. Estaban los recipientes ahí, pero no tenía idea de cuál era uno y cuál era otro. Así que fue a ensayo y error. Primero probó con uno, y no hizo espuma, así que lo dejó a un lado. E intento con el otro. Funcionó mejor.

Cuando terminó estaba de nuevo exhausto. Cómo si el mínimo esfuerzo le cansara. Se tapó la boca con las manos cuando un ataque de tos lo invadió. Y cuando por fin dejó de hacerlo, tardo un rato en recuperar la respiración normal. Estaba agitado.

Cuando salió de la bañera no tenía idea de dónde estaba su ropa, o la toalla. Exasperado casi gritó de frustración. Esto era casi peor que Azkaban. Allá no tenía que ocuparse de estas tareas. Alguien le tiraba agua tres veces por semana, en un baño colectivo y después alguien le ponía la ropa, aunque de mala ganas y muchas veces mal, pero al menos salía del baño vestido. Acá tenía que resolverse sólo.

Busco a tiendas la ropa hasta encontrar la toalla. Se secó lo mejor que pudo y buscó de nuevo la ropa, hasta dar con está. Identificó los bóxeres y se los puso, lo mismo con el pantalón y la remera que descubrió era de algodón y muy cómoda. Se sentía cálido después de todo. Se puso los calcetines, aunque estaba seguro de que lo había hecho mal, y se calzó con unos zapatos. Se sintió incómodo con calzados en sus pies. Hacía mucho que no sentía esa sensación. En Azkaban no hacían falta.

Draco Malfoy - Efecto Azkaban [TERMINADA]Où les histoires vivent. Découvrez maintenant