XVI. Narcissa

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DIECISÉIS


Draco esa noche se durmió tarde, sin idea de la hora, pero con consciencia del tiempo, y ahora más que nunca. Habían pasado cinco años desde que había visto la luz del sol por última vez, que había sentido las gotas de la lluvia en su cuerpo, que había escuchado la voz de su madre.

Respiro con irregularidad, como lo había hecho en los últimos años, no estaba seguro desde cuando había comenzado a respirar mal, entrecortado, con dificultad, con dolor.

A veces deseaba estar en su celda. No es que extrañara el frío, la humedad y el dolor, pero a veces, en esa celda, en medio de la nada, estaba totalmente inconsciente del mundo a su alrededor, inconsciente de su propia existencia. De algún modo era tragado por la nada, y dejaba de existir, dejaba de doler, dejaba de sentir. Solo estaba en ese lugar, tendido en el suelo, respirando lentamente, por horas, días. Había perdido su humanidad, su cordura, su esencia.

Ahora en cambio sentía, tenía una vida a la que hacer frente, un plan para hacerlo humano de nuevo, para mostrarlo ante los demás, y no tenía idea de como enfrentar todo eso. Por eso derrumbarse era más fácil.

Un golpe en la puerta lo distrajo, regresándolo a la realidad.

— Malfoy, ¿puedo entrar? — preguntó una voz amable, suave, del otro lado de la puerta.

— Un momento — respondió, sin saber muy bien por qué. En realidad no tenía que hacer nada. Seguía acostado en la cama, no era como si tuviera que arreglarse para ella. — Adelante — dijo entonces.

Se sentó en la cama justo cuando sintió que ella entraba.

— Buenos días, Malfoy — saludo, siempre insistiendo en ser amable y simpática, como si él se lo mereciera. — El desayuno está servido abajo. Deberías bajar.

Malfoy contuvo una mueca. Aun le dolía el cuerpo del golpe. Trato de correr un mechón de pelo molesto que hacía cosquillas sobre su nariz. Y lo volvió a intentar cuando este cayó de nuevo en el mismo sitio.

Sabía que ella seguía ahí. Podía sentir su perfume.

— Bajo enseguida. — comentó tratando de sonar seguro. No dejaría que ella viera lo débil que estaba.

— Bien. — retrucó ella después de un rato. — Te espero abajo.

Sintió la puerta cerrarse. Estaba solo de nuevo. Tanteó la cama hasta encontrar el borde. En Azkaban no había camas, solo un colchón viejo en un rincón del suelo. Para alguien ciego era bastante práctico.

— Bolly — llamó y sintió como al elfa aparecía en segundos.

— ¿En que le puedo ayudar, amo Malfoy? — preguntó está y Draco respiro aliviado. No estaba seguro de lograrlo solo esta vez.

— Ayúdame a ir hasta el baño, por favor — pidió. Y enseguida sintió las manos de la elfa sobre su cuerpo. Se contrajo ante el contacto. Tenía que recordarse que solo era Bolly y que no le iba a hacer daño. Entonces logró dar lentos pasos hasta el baño.

La tarea fue lenta, más lenta que la vez anterior. Pero cuando salió del baño estaba bañando y con ropa nueva. Jamás tendría que usar la misma ropa por semanas, incluso meses. Se cambiaría de ropa todos los días, tan seguido como tuviera ganas.

Con ayuda del maldito bastón llegó a la plata baja. Tenía que ver la forma de arreglar una habitación para dormir en la parte de abajo de la casa. Bajar y subir escaleras era agotador, sin hablar en incómodo. Solo para hacerlo demoraba lo que parecía horas.

Draco Malfoy - Efecto Azkaban [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora