XVIII. Lunatica

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DIECIOCHO


Hermione abrió los ojos de golpe cuando sintió un estallido.

— Bolly trae vistas. — dijo la elfa, parada ante Hermione, que se había quedado dormida en el sofá, frente a Draco.

Bolly salió del salón y volvió a entrar acompañada de una muchacha rubia, con una sonrisa dulce y una ropa de lo más extraña.

— ¡Luna! — Hermione casi gritó de emoción cuando la reconoció.

La bruja de Ravenclaw sonrió alegremente y se acercó a su vieja amiga para darle un abrazo cariñoso.

— Hermione. Hace tiempo desde la última vez que nos vimos. — comentó cuando se separaron. — cuando Nott me contó que estabas acá no podía creerlo.

Hermione se descolocó por un momento.

— ¿Nott? — cuestionó dudosa.

— Si, estoy estudiando para ser medimago, por ahora soy auxiliar y él es mi tutor. — explicó con sencillez.

Hermione asintió con la cabeza, visiblemente desorientada. Jamás se habría imaginado a Luna y Nott trabajando juntos, pero aparentemente el mundo si había cambiado después de la guerra, y ella se había perdido muchas cosas estando en el exterior.

— Nos vemos todas las noches — continuó Luna, con asombrosa tranquilidad.

La bruja de Gryffindor abrió los ojos ante la sorpresa. Quizá el mundo mágico había cambiado más de lo que podía imaginar.

— Mis prácticas son por las noches, y él es interino nocturno. — explicó la muchacha rubia.

— ah... eso es... — Hermione buscó la palabra correcta. Asombroso, increíble, se le antojaban como apropiadas para la situación pero demasiado fuertes. — muy interesante. — dijo por fin, dedicándole una sonrisa también.

— he venido a ver la evolución de Draco, si no te molesta, claro. — Luna se había volteado al sofá, donde Draco aún estaba reclinado.

— adelante. — respondió el rubio con tono de desprecio en su voz.

Hermione contempló como Luna se arrodillaba ante Draco y le quitaba la manta que Nott le había puesto arriba y que el rubio tanto se empeñaba en tener apretada contra su cuerpo, y luego como levantaba la tela hecha girones de la camisa que había sido cortada en la mañana anterior ante el apuro.

Luna examinó la zona. Realizó un hechizo de diagnóstico y analizó el resultado con semblante serio. Murmuró algunos hechizos con la punta de la varita sobre el abdomen de Draco.

— ¿Te duele esto? — preguntó, tanteando la zona morada. — debe de haber sido un puñetazo muy fuerte.

— No duele. — espetó Draco con nada de delicadeza.

Luna siguió trabajando en su tarea sin inmutarse con el tono de su paciente, a decir verdad parecía que siqueira lo había escuchado, pero Hermione sabía muy bien que lo había hecho. Luna veía y escuchaba mucho más que todos.

— Esto se ve bastante feo. Deberíamos tratarlo. — comentó, pasando la yema de sus dedos con suma delicadeza sobre la parte de la quemadura que estaba visible ante ellas. Hermione podía jurar que la peor parte estaba en su espalda. — Se que en Azkaban no son muy simpáticos con los presos. He visto daños aún más severos. — continuó Luna, mientras susurraba encantamientos y la mandíbula de Draco se tensó levemente. — esto aliviará la sensación de ardor, y no adelanta que mientras, — se apresuró a decir cuando él abrió la boca — sé que arde y quema. Es una quemadura maldita, la única forma que dejé de hacerlo es con tratamiento, cosa que puedo ver que no ha tenido en absoluto.

Draco Malfoy - Efecto Azkaban [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora