52. Ron dice la verdad

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Ron dice la verdad

— Cuando esté lista, puede continuar — el ministro la trajo a la realidad de nuevo. Hermione se volteó para mirar a Draco, cómo deseando que la perdónase desde ya, antes mismo de saber lo que estaba por hacer. Respirando hondo y volviendo su atención al Wizengamot, continuó.

— Deben devolverle la magia a Draco, para que pueda tener la posibilidad de recuperar su visión, dado que su accidente fue en Azkaban, donde no se le prestó los auxilios necesarios en el momento adecuado para que hoy esto fuera evitable — sentenció. Había tomado su decisión y no podía detenerse. A su lado sintió a Draco moverse incómodo en su lugar, y sintió al mismo tiempo la incomodidad de los ministros. 

— Esa es, como mínimo, una acusación muy grave, señorita Granger. No puede hacerla a la ligera, ¿saben ustedes que está afirmando, en esos términos, que Azkaban no proporciona cuidados a los presos? — inquirió el ministro, con una mirada fría y una arruga de irritación arriba del ojo izquierdo. 

— No estoy afirmando eso, señor. Con todo respecto, mí acusación es mucho más grave. Estoy afirmando que en Azkaban se realizan motines en donde el oro cubre las golpizas que muchos presos reciben. Estas pueden venir de los mismos presos, de alguien de afuera con suficiente influencia, o incluso de los guardias. — sentenció con benevolencia, irguiendo el mentón, sin dejar que las miradas de irritación o de sorpresa la abalaran. 

— Eso, eso no es, ¡no tiene sentido! Eso no sucede en absoluto. — balbuceó alguien desde detrás del Ministro. 

— ¿Sabía usted que el día que Draco Malfoy fue agredido, fuera de su celda, había un guardia que lo presenció todo? — preguntó y sintió como muchas miradas se intercambiaban con desconcierto — Dicho guardia sabía que eso iba a suceder, pero debía permanecer en silencio, de lo contrario, podría ser él la próxima víctima. 

Muchos ojos estaban fijos en ella, podía sentir a Draco a unos pasos de distancia, con la respiración entrecortada. Sabía que si avanzaba por ese camino estaba la posibilidad de que la odiara por traer a flote asuntos tan delicados y que él se empeñaba tanto por evitar y ocultar. Pero no podía detenerse, siquiera se preocupaba con recibir su desprecio si eso significaba darle la posibilidad de recuperar su visión y cumplir con algunas de sus promesas. 

— ¿Un guardia? — escupió el ministro con asco — ¿de qué está hablando, señorita Granger? ¿Y cómo eso ayuda a que le devolvamos la magia a Draco Malfoy? — estaba alterado, se notaba en su tono elevado sin necesidad de amplificar su voz por magia. Sabía que las declaraciones estaban surtiendo efecto. 

— Sabía usted que es una infracción muy grave permitir que estas cosas sucedan, ¿verdad? Quizá no me crea a mí ya que no estuve en el lugar en que ocurrieron los hechos, y siquiera el momento exacto, pero sí a mí fuente muy confiable. Si me permite la audacia, ¿puede pedir que haga entrar a Ronald Walsey? — preguntó, con una sonrisa encantadora y un tono dulce. Sabía que nadie le negaría el paso a uno de los integrantes del trío de oro. Harry podería tener más fama que ellos, pero tanto Hermione como Ron contaban con influencia donde sea que pisarán.

El Ministro balbuceo algo, pero las palabras no salieron de sus labios. En cambio, las grandes puertas se abrieron y dos aurores siguieron a Ron hasta donde Hermione se encontraba. 

Eso la hizo recordar la sorpresa que resultó que Ron estuviera de acuerdo en participar por su propia voluntad. Habían tenido una acalorada discusión, donde él se había negado a participar. 

— ¡Eso es una tontería! — había gritado Ron, por enésima vez esa misma noche. — ¿pretendes que esté de acuerdo con eso? Porque no lo estoy, estás jugando con mí trabajo y con mi palabra. No voy a participar, es un no rotundo, Hermione.

Draco Malfoy - Efecto Azkaban [TERMINADA]Where stories live. Discover now