XIX. El pedido de Narcissa

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DIECINUEVE


Hermione entró por la chimenea en el escritorio que algún día había pertenecido a Dumbledore, pero que ahora resguardaba a la nueva directora: Minerva McGonagall.

La mujer se volteó para mirar a Hermione, y le sonrió, algo que le recordó a las sonrisas trémulas que le daba cuando la llegó a ese mismo lugar a hablar de su propuesta.

— Como comenté, hace falta conversar sobre algo, pero no conmigo. Solo seré la intermediadora de este diálogo. — Minerva hizo un movimiento de cabeza hacía la espalda de Hermione, y la bruja menor se volteó de golpe, para ver a Narcissa Malfoy parada a unos metros de distancia.

—¿Qué significa esto? — preguntó Hermione luego de unos segundos de incredulidad.

— Como bien sabes, Narcissa... — Minerva comenzó con delicadeza, pero la bruja Malfoy la interrumpió de golpe

— Solo soy una madre desesperada. No soy esposa de un mortifago, siquiera soy quien ha odiado la sangre no pura durante siglos, solo quiero que mi hijo este bien y para eso... — detuvo su parloteo para medir sus palabras, — hago lo que sea — dijo, cuando pareció pensar mejor lo que iba a decir.

Hermione ergio una ceja, intrigada. ¿Narcissa le estaba por pedir algo?

— Minerva — la bruja de Gryffindor se volteo a la actual directora de Hogwarts, negando con la cabeza.

— Solo escúchala. No es para insultarte o cualquier cosa que estés pensando. — abogo McGonagall.

— Solo pretendo hablar. — corroboró Narcissa desde el otro lado de la habitación.

Hermione suspiro. Sabía que no tenía cómo huir, y en parte no tenía ganas de hacerlo. Aún sentía los gritos de Narcissa cuando Draco estaba desvaneciéndose en el suelo. En ese momento le había parecido injusto que separaran a su madre de su hijo, y aún le parecía.

— Bien, pero solo será media hora. — espetó.

— Es suficiente. — devolvió Narcissa con toda la elegancia que le era característica, pero que hace unos segundos atrás parecía haber perdido.

— Perfecto. La dejaré sola por un momento, tengo que controlar a los estudiantes. — comentó sonriendo Minerva y se alejó con pasos silenciosos.

El lugar quedó en completo silencio una vez que la puerta se cerró tras Minerva. Narcissa miraba el cuadro de Dumbledore colgado desde la pared, y este le devolvía la mirada en igual intensidad.

Hermione cambió el peso de una pierna a otra, y cuando quedó bastante claro que la bruja no iba a decir nada, resopló molesta.

— ¿y bien? — cuestionó con algo de irritación.

Narcissa pareció salir de un sueño profundo, por un momento la contempló con sus ojos fríos e inquietos, pero luego su mirada cambió y fue más suave.

— ¿Cómo está? ¿cómo está Draco, él... él...? — su voz era trémula, cargada de miedo.

— Está bien. Theodore hizo un excelente trabajo. Draco se recuperará en breve. — comentó, sintiendo que no hacía falta que la mujer siguiera sufriendo, y sus palabras parecieron aliviarla, ya que relajo el semblante visiblemente y se movió por la habitación hasta sentarse en el sofá.

Hermione no dijo nada, solo la contemplo moverse por el lugar y sentarse. Luego, contempló con horror como Narcissa Malfoy se desmoronaba ante ella. Estaba llorando, gruesas lágrimas caían con fuerza desde sus ojos, dejando un rastro húmedo que la mujer se apresuraba a borrar, pero que no duraba mucho tiempo seco.

Draco Malfoy - Efecto Azkaban [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora