XXXVIII. Una elfa

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.38.

Hermione caminó por la habitación que compartía con Draco de un lado a otro. Estaba nerviosa y alterada. El reciente ataque del rubio la había dejado más afligida y preocupada de lo que podría admitir. Había sentido pánico cuando lo vio temblando de cabeza a los pies, solo arropado con la toalla, y la mirada perdida en algo que ella no venía.

Su corazón había dado un salto y había hecho lo único que se le ocurrió en el momento. Abrazarlo por la espalda y tratar de tranquilizarlo, atarlo de algún modo a la vida real, a la que los rodeaba. Y lo había logrado, después de varios minutos en plena crisis él se había calmado.

Pero sabía que no era un caso aislado, quizá ya le había pasado y quizá le pasará se nuevo. Así funcionaba el trauma postraumático.

Miró a su alrededor, las ropas que aún habían sobre las mochilas que ya había traído al lugar, los libros que había acumulado ahí, y lo más importante, la investigación iniciada por Narcissa que pretendía continuar.

Pero faltaba algo. O mejor, alguien.

Bolly.

Draco tenía razón, no podían dejarla. Ella había sido la compañera de él desde chico, y bastante duro ya era que tuviera que dejar para atrás el que un día fue su hogar, para también perder a alguien más.

Por eso se ajustó más la campera, apretó con fuerza su varita dentro de su ropa y desapareció.

Apareció en la mansión Malfoy, y se giró de golpe cuando escuchó un ruido, pero no era más que algún pájaro que andaba en la zona.

Miró con indignación y horror el lugar que le dio la bienvenida, y en nada se parecía a la casa que habían dejado hace unas horas.

El techo había sido arrancado, por lo que desde donde estaba podía ver el cielo oscuro y estrellado. Las sombras de los árboles y de las paredes restantes dibujaban sombras oscuras y peligrosas sobre lo que quedaba de la mansión y los escombros desparramados por el suelo.

Si el lugar ya estaba en caos y en desolación antes, ahora era un verdadero desastre. Varias de la paredes habían sido volteadas, y en las pocas que quedaban se leían claros mensajes amenazantes y repugnantes.

Sangre sucia se repetía más de una vez; vas a morir aparecía en más de una ocasión, y todas las letras estaban talladas en un rojo que Hermione siquiera se animó a investigar de qué se trataba.

Dió lentos e inseguros pasos por el lugar, tratando de no caer y de hacer mínimos ruidos. Solo esperaba que nadie la estuviera esperando, pero ante el pánico estableció una barrera protectora a su alrededor y continuó caminando .

Llamaba a Bolly cada tanto, pero sin obtener respuestas. Continuó avanzado, cuidando de no pisar mal, con la varita erguida y con la mirada en alto, atenta a cualquier movimiento.

Llegó a lo que pareció ser la sala principal, el sofá verde que habían usado como escudo estaba contra una pila de escombros, su tapiz arrancado casi por completo.

El frío azotaba el lugar, y Hermione estaba cada vez más trémula, sin saber si era por el clima helado o por el pánico de que los mortifagos regresarán en cualquier momento.

Una parte de su mente le reafirmaba que estar ahí, sola, era una tontería e irresponsabilidad por su parte, pero otra le repetía que no podía dejar a Bolly a su suerte, si es que aún estaba vivía.

Continuó llamado el nombre de la elfa, en tono bajo para no ser oído por nadie, en caso de que aún hubiera alguien ahí, hasta que un blp casi la hizo tener un ataque de corazón, y se volteó de golpe para encontrarse con una asustada elfa que la miraba con los ojos muy abiertos, cuerpo trémulo y se abrazaba a su cuerpo con sus huesudos brazos.

Draco Malfoy - Efecto Azkaban [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora