XII. Recuerdos amargos

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DOCE

El silencio se instauró en la habitación, hasta que Draco se puso en pie, empujando su silla de un modo ruidoso, que obligó a todos a mirarlo.

— ¡Draco! — saludo Pansy, y a nada estuvo de tirarse en sus brazos, solo no lo hizo porque su amigo Zabini puso un brazo antes la morocha, interrumpiendo su avanzar y le negó con la cabeza en silencio.

— Pancy. — saludo Draco sin la misma emoción en el tono. — Zabini. Me alegro que estén aquí.

— es bueno verte, hermano — devolvió el muchacho con una auténtica sonrisa en su rostro. Luego se volteó a Hermione. — Granger. — dijo a modo de saludo, y a la aludida no se le pasó por alto el tono respetuoso en su voz.

Hermione asintió con la cabeza. No estaba muy segura de cómo saludar a alguien que apenas conocía de vista y que durante casi ocho años no había intercambiado más de cinco palabras.

— Parkinson — dijo en referencia a la morocha, pretendiendo que sobrará a como un saludo.

— Granger. — devolvió está, pareciendo verla por primera vez y analizándola de arriba a abajo con nada de discreción.

— tenemos que ponernos al día, no sabes todo lo que ha sucedido en el mundo mágico. Ponte cómodo. — espetó Zabini, pretendido tomar el control de la situación, pero Hermione se le adelantó.

— en realidad íbamos a ... — comenzó, recordando el reciente incidente en que Draco había escupido sangre en su taza, pero él la interrumpió, avanzando unos pasos.

— íbamos a dar un paso en el patio. Granger me iba a acompañar, pero ahora que están ustedes, supongo que pueden hacerlo. Estoy segura que no se molestará en liberarse de mí unos minutos. — su tono fue amargo, pero no grosero.

Draco desvió su rostro por lo bajo hacía dónde estaba ella, o donde creía que estaba. Hermione estaba unos pasos atrás. Con la aparición de los otros integrantes de Slytherin se había quedado clavada en el piso.

— Eso no... — comenzó pero no fue muy lejos.

— solo será una hora. ¿No se supone que puedo recibir visitas una hora a la semana? — espetó Draco, aún con la cabeza vuelta por lo bajo hacia ella.

Hermione abrió la boca para negarse. Para decirle que no era por eso que quería interrumpir su paseo por el patio, pero entonces se contuvo. No quería discutir con el rubio, y más con sus amigos en la casa. Era su segundo día fuera de Azkaban, seguro que algo de socialización le vendría bien. Por lo que ella sabía no le quedaban muchas amistades a los Malfoy.

— está bien. Vemos después lo otro. — devolvió, con toda la intención de que quedará claro que el tema no estaba zanjado.

— muy bien — estuvo de acuerdo Draco, sin la más mínima expresión en el rostro.

Extendió la mano, pretendiendo alcanzar a sus amigos, y estos se acercaron. Uno a cada lado. Hermione los vio alejarse, no muy segura de haber tomado la decisión correcta. Pero asintió para nadie en particular y se dió vuelta. Los dejaría solos por el momento.

***

Ya había pasado cuarenta minutos desde que las visitas habían llegado cuando Hermione salió al patio con un libro. Se sentó en los sofás de mimbre que había en el lugar, a una distancia razonable. No quería ser invasiva, pero era su tarea vigilar a Draco y sus visitas, una de las tareas que menos le gustaba.

Draco Malfoy - Efecto Azkaban [TERMINADA]Where stories live. Discover now