3° GOL

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Era bastante temprano en la mañana, unas ruedas de una maleta hacían ruido por el suelo de hormigón, unas botas altas de plataforma negras también llenaban el eco de los pasillos.

- Si te lo digo yo, es porque es verdad, ese tipo siempre ha tenido muy mala leche, juro que cuando lo vea, le devuelvo la patada, ya que sé que tú no lo harás.- Ariel paseaba por los pasillos con su maleta y hablando por teléfono, intentando encontrar su nuevo cuarto.- Ya lo sé, sólo quiero que estés bien, Marvin. Sí, ni se te ocurra pasarte a entrenar, ese corte se tiene que cerrar del todo antes de cargar los músculos de la pantorrilla. Vale, vale, dejo de ser pesada, pero cuídate.

Pasaba por una habitación con la puerta grande que tenía una letra Z dibujaba en grande, justo como si ella fuera un sensor, ésta se abrió rápido, dejando ver a un puñado de chicos confundidos y asustados a medio vestir, dentro de la estancia. Ariel miró allá adentro con sus ojos abiertos como platos, no había sido una coincidencia, apostaba que había sido alguien con cierto poder sobre los circuitos de las instalaciones. "Maldito champiñón lagarto gafotas", pensaba ella.

- Marvin... Te cuelgo.- y así hizo, guardo su móvil en su cazadora.- Ya que estoy... Buenas, soy Eris, la asesora.

Hizo una pequeña reverencia. Ella no solía decir su nombre real para que su identidad se mantuviese en secreto, así que cada trabajo, se inventaba un nombre espontáneamente. Este fue el caso de Eris, antigua diosa griega del caos y el odio, algo que le pegaba bastante. La chica vestía como una muñeca, con sus botas altas su falda y top ceñidos al cuerpo y su cazadora de cuero, en cuanto al pelo rojo como la sangre lo tenía recogido en una cola alta, llevaba unas estilizadas gafas de sol. Todo en negro, como una supermodelo. Ella en cuanto a su imagen personal era bastante normal, pero había días que se arreglaba demasiado sin ninguna razón y otros días que parecía que había pasado la noche debajo de un puente, no tenía término medio. Los chicos la miraban sin decir nada y entonces ella entró en la habitación con una sonrisa y miró con descaro a cada uno. A algunos les faltaba las camisetas, otros los pantalones y a otros... Todo. Se tapaban con lo que podían.

- Bueeno, ¿No os presentáis o qué?- sus ojos verdes se posaron en el chico de pelo color naranja, que estaba sin camiseta. Haciendo una mueca con sus labios, se bajó sus gafas para mirarlo de arriba abajo.- Aunque ya lo sepa todo de ustedes... Oh, tranquilos, ya he visto demasiados chicos desnudos en mi vida como para asustarme, aunque es cierto que a veces algunos me llaman más la atención que otros.- volvía a mirar a Kunigami.

Se acercó al chico que seguía enrollado en las sábanas y agachándose a su lado le tocó la mejilla con una de sus uñas largas y punzantes, lo que hizo despertar al chico lentamente.

- Buenos días, Isagi Yoichi, ¿no has dormido muy bien verdad?- ella siempre mantenía esa sonrisa casi psicópata similar a la de Ego.

El chico abrió sus ojos, asustado, pero no se movió ni un pelo, se quedó petrificado, como el resto de sus compañeros. Parecían tener la regla de "si no me muevo, no me ve".

- Hay que ver... Que jóvenes más secos, me llamo Eris, no Medusa, ni que convirtiese a las personas en piedra, aunque sería interesante y divertido si pudiera hacerlo.- se erguía y volvía a salir de la habitación.- De todas formas, buena suerte con el entrenamiento de hoy, iré a entrenar también yo. Aunque antes tendré que instalarme, mi habitación creo que está literalmente al lado de esta, antes de llegar a vuestros baños, por si queréis algo, lo que sea, sólo tenéis que llamar a la puerta. Nos vemos, hormiguitas.

Desapareció del campo de visión de los chicos, junto a su maleta e Igaguri fue rápido a cerrar la puerta.

- ¡Es una modelo!- se giró el pelado gritando asustado.

- Antes era sólo pensar en que el único que nos veía era ese tipo, pero ahora me siento expuesto.- Kunigami se seguía cambiando con calma.

- ¡Ja! Os lo dije, esa mujer no sabe nada de fútbol, apuesto que sólo está aquí para hacer propaganda o alguna cosa parecida.- al gritón de Raichi se le empezaron a hinchar las venas de la frente.

- Yo prefiero ver antes de juzgar.- un chico de cabello largo y rojo terminaba de ponerse su último zapato y se levantaba.

- Ambos sois pelirrojos, ¡¿la mierda entre la mierda se entiende, verdad?!- ese chico rubio parecía enfadarse cada vez más.

- Es mejor entenderse que enfadarse sin ninguna razón, disculpa.- aquel chico que parecía un príncipe sacado de un cuento de hadas salió de la habitación.

- ¡Vamos Isagi, vístete!

El chico de ojos azul oscuro seguía en babia enrollado en las mantas, sin saber muy bien lo que acababa de suceder. Igual se levantó con esfuerzo y se puso a hacer lo que su nuevo amigo de ojos amarillos le dijo, sus ojeras eran prominentes. Lo único que permanecía en su mente como una escena rayada de una película, eran esos ojos verdes deseándole los buenos días. Juraría haberlos visto antes, pero no podía recordar, quizás sólo era su imaginación. También se sentía extraño, una sensación de tensión, pero a su vez de libertad, aquellos ojos... Se había sentido como ver el infinito, una fuerza inmensurable, un... ¿Dios? Todos esos pensamientos irracionales pasaban por la mente de Isagi hasta que fueron interrumpidos por las palabras de su amigo Bachira.

- También te sientes igual, ¿a que sí?- susurraba divertido.

- ¿A qué te refieres?

- No te hagas el loco, ¿sabes lo que expliqué ayer de los monstruos?- Isagi asintió recordando su pequeña charla de ayer en la noche.- Pues en ella no siento ninguno, al menos de los normales. Los monstruos suelen ser partes pequeñas de nosotros que cada vez que arriesgamos algo en las jugadas aparecen con furia y eso es lo que me divierte del fútbol. Pero ella... No tiene un monstruo, ella... Es el monstruo personificado. Todo lo que hace, su forma de hablar y moverse, me parece muy interesante, atrapa mi atención, es muy divertido.

Isagi lo seguía en la explicación de camino a la sala de entrenamiento con máquinas, no dudaba que ese chico era muy rarito, pero tampoco dudaba en que su teoría encajaba de una forma u otra en lo que había sentido al mirar aquellos ojos tan de cerca. No tenía ni idea, pero cada vez que los recordaba, más quería volver a mirarlos, esas pupilas le habían dado una satisfacción lo más parecida a una droga y él se iba a volver adicto.

DEVÓRAME ⚽️ (Isagi Yoichi × OC) [Blue Lock] Where stories live. Discover now