DEVÓRAME ⚽️ (Isagi Yoichi × OC) [Blue Lock]

20° GOL

Kunigami estaba roto, se arrastraba pegando su brazo a la pared, sus lágrimas se juntaban con el sudor que le caía por todo el cuerpo. Lo habían vencido y no había sido elegido, caminaba por el pasillo de salida que sería el final de su carrera futbolística y eso lo mataba. Caminaba lento, queriendo respirar aquel aire de Blue Lock por el mayor tiempo posible, cabizbajo, porque no se atrevía a ver la puerta hacia el exterior. Era un héroe falso, no había podido acabar con el villano y ahora sus sueños no tenían futuro y él tampoco. Cada vez se encorvaba más, quería hacerse una bola, una bola insignificante y que nunca nadie más lo mirase, que nadie mirase el gran perdedor en el que se había convertido. Estaba a punto de gritar cuando unos brazos cálidos lo rodearon y su cara se enterró en el pecho de alguien.

Kunigami recordaba ese olor a salsa agridulce bastante bien y por un momento se alegraba de que la chica hubiera vuelto, pero recordó que ese era el peor momento en el que podía haber aparecido. No se atrevía a erguirse y mirarla, resultó ser un trozo de mierda, le había fallado, había perdido. La chica no pareció moverse, entonces él la abrazó de vuelta y siguió llorando en su cálido pecho. Ella empezó a mover su mano, acariciándole la espalda y también la nuca con la otra.

- Tranquilo, está todo bien.- susurró en el oído del chico.- Todo está bien, Kunigami.

- ¡No! No lo está…- se separó un poco para levantarse y poderla mirar a los ojos que seguían igual de verdes que siempre pero algo había cambiado.- No soy un héroe, no soy nada más que un perdedor. ¿Y ahora qué? ¿Quién me va a querer? No pude hacer nada para que me quieran, prefiero morir a ser tan insignificante como una piedra.

El chico volvía a perderse en sus pensamientos pesimistas y dolorosos y volvía a encorvarse. Ella cogió su cara con ambas manos y le hizo mirarla de cerca.

- Yo. Yo te quiero. Y aunque fueses una piedra insignificante sería feliz y te querría igual, porque tu existencia hace feliz, no solo a mí, sino a muchas otras personas. No te lo digo para que dejes de llorar por ser eliminado, te lo digo porque es la verdad. Héroe o villano, protagonista o extra, hay gente que te quiere y eso nunca va a cambiar pierdas uno, dos o doscientos partidos.

- Pero sigo sintiéndome como una mierda…

- Como he dicho, no te lo digo para que dejes de llorar, has perdido y eso siempre va a doler. Pero que estés tranquilo, que tu carrera futbolística no acaba aquí.- sonrió un poco, viendo la cara de confusión del chico. Le giró la cabeza para que viese una puerta, “comodín” ponía en letras con luces azules neón.

- ¿Qué es eso? No lo había visto…- hablaba con dificultad al tener las palmas de Ariel aplastándole los cachetes.

- Esa puerta ha estado ahí para todos los que han sido eliminados, pero nadie se percató de su presencia, ¿sabes por qué?- él negó.- Porque todos salen cabizbajos, como tú hace unos minutos. Los únicos que salen con la cabeza en alto, asimilando de la mejor forma su derrota, tienen una segunda oportunidad. Los que de verdad todavía les queda ego para seguir luchando.

- Pero… Entonces esto es trampa, nunca la hubiese visto si no hubieras aparecido.- ya no lloraba pero su cara y todo su cuerpo estaba empapado.

- Sí, seguro que lo es, pero a Ego no le importa y a mí menos. Así que ahora te toca elegir a ti.- le sonrió y le acariciaba las mejillas con los pulgares.

- ¿Por qué yo?

- Porque no podía dejarte ir, eres de las mejores personas que conocí y sé que puedes dar más de ti. Todavía puedes llegar a ser el héroe que quieras ser.

Al chico le brillaron los ojos y se alzó zafándose de las caricias de Ariel, pero esta vez fue él quien le cogió la cara con ambas manos y la acercó a él. Volviéndose a agachar un poco, juntó sus labios con los de ella. Con un mísero roce ya los estaba moviendo y ella lo siguió como un movimiento automático. Era un beso despacio y tímido, los labios de Ariel eran suaves y eso aceleraba a Kunigami. Ariel no sabía lo que hacía, siguió con el movimiento hasta que él decidió que sería buena idea meter su lengua, ahí se dio cuenta que eso estaba mal. Abrió sus ojos y se separó brusco de él, dándole incluso un pequeño empujón. Kunigami al verla tan asustada e incómoda se puso rojo y muy nervioso.

- Lo… Lo siento… Yo pensé… Yo pensé que tú…- se quería acercar a ella para hacerle saber que todo estaba bien, pero no debía.

- Kunigami, te quiero…- mordió su labio molesta por lo que iba a decir.- Eres un buen amigo, yo… A mí me gusta otra persona.- jugaba con sus dedos nerviosa.

- Entiendo.- aclaró su garganta mirando hacia otro lado.

- Pe… Pero, ¿podemos ser amigos? ¿Mejores amigos? Por favor, no te vayas, o sea, puedes irte si quieres, no te necesito, en plan, sí. Bueno, no te necesito pero te quiero a mi lado. ¡Además besas genial! O sea, lo que he podido probar claro está. ¿Sabes qué? Olvida lo que acabo de decir. Por favor no me odies, no me dejes.- se cortó a sí misma succionando sus cachetes.

Kunigami empezó a reírse, se aguantaba el estómago y se apoyaba en la pared.

- ¡Hey!

- Te dije que lo entendía, no que iba a dejar de hablarte o algo.- decía entre risas.

- ¡Y yo que sé! Te… Te pusiste tan serio de repente y…- lo señaló molesta.

- Me acabas de rechazar, ¿quieres que me ponga a bailar?- le respondió gracioso.

Ella cogió aire para contestarle pero cruzó sus brazos y se fue hacia la puerta comodín y se paró allí mirándolo.

- ¿Vienes o qué?

- Por supuesto, aparte del fútbol tengo que vigilar que Isagi no meta la pata contigo.- se acercó despacio olvidando todas sus penas.

- Lo sabes…

- Se lo escuché a Gagamaru, pero no lo quise creer, ahora sí.

- Ese ojos saltones…

- Le va el cotilleo bastante… Por cierto, ¿te has hecho algo en el pelo?

- Me lo he cortado, Kunigami.- achicó sus ojos molesta.

- ¿Qué? No te lo habrás cortado mucho ¿no?

- Antes me llegaba por abajo del trasero y ahora me llega por los hombros, Rensuke.

- Es que no se me dan estas cosas muy bien.

- Ya veo… Vamos héroe.- se encaminó primero por esa puerta.

- Pero al menos dicen que se me da bien besar…- la seguía sonriendo divertido.

- ¡Cállate!