39° GOL

1.5K 186 20
                                    

La habitación tenía unas luces rojas tenues que anulaban cualquier color brillante. Algunas sábanas, al igual que el vestido de la chica y su ropa interior, estaban esparcidos por el suelo. Sólo se escuchaba algún disco de Chase Atlantic en aleatorio y algún que otro gemido. Ariel, esposada al cabecero de metal de la cama, con sus manos hacia arriba y su cuerpo tumbado completamente desnudo. Oliver Aiku se quitó su camiseta después de terminar su copa de vino y también se acercó a ella para quitarle la venda que le cubría sus ojos verdes.

- Sabía que volverías a mí...- le susurró el chico en el oído.- ¿Puedo?

- Haz lo que quieras.- Ariel contestó con los ojos tristes y vacíos, pero algo excitada.- Pero no pares.

- Eso no es un problema, no lo haré.

Cogió la botella de vino y empezó a derramar el líquido rojo escarlata por el pecho de la pelirroja y este resbalaba hasta partes más bajas. Él empezó a lamer y morder, besar también, sujetándola por las caderas y sonreía cada vez que ella suspiraba o gemía. Separó las piernas de la chica, causándole un leve sonrojo a ésta.

- Que me aproveche, pues.- Aiku sonrió y se acercó a sus partes más íntimas.

Las cinco de la mañana ponía en el reloj digital de la habitación de Aiku. Ariel se peinaba el pelo con las manos en frente del espejo del baño, se había duchado y vuelto a poner aquel corto vestido, era hora de marcharse de allí. Ya había avisado al chófer unas horas antes y estaría por llegar, así que se puso sus altos tacones y miró por última vez al capitán antes de salir de la habitación, que continuaba con esas luces rojas. Oliver estaba dormido boca abajo en un lado de la cama, las sábanas sólo le cubrían de la cintura para abajo y se podía ver su tatuaje en su omoplato derecho.

- Una serpiente preciosa, pero venenosa...- susurró para sí misma y salió por fin de esa casa de las tentaciones.

Paseando a altas horas de la noche por ese barrio rico de Tokio, abrazándose a sí misma por el frío, se dio cuenta de que salió más vacía de esa casa de lo que lo salió del edificio de Blue Lock. Le dolía la cabeza y estaba harta, ya no tenía ilusión ni por el partido, ni por el proyecto, ni por seguir con su vida. Todo el camino de vuelta se llevó pensando en su último viaje a España y lo que le dijo su antigua tutora. Los copos de nieve caían despacio, no paraban, parecía una cinta rota de película, en repetición, una y otra vez. ¿Desde cuándo su vida se había convertido en esa cinta? En una aburrida rutina basada en el trabajo y seguir respirando, comiendo y durmiendo. Todos los días eran iguales y más ahora que no se relacionaba con nadie dentro de esas alejadas instalaciones. Quizás Ego tenía razón, lo mejor para Blue Lock sería perder aquel partido contra la sub-20 y que los clubs interesados contactaran con ellos, para él y ella, quitarse de encima esa presión y huir del panorama futbolístico. Aunque eso fuese contra sus primeros principios fundamentales, tal vez eso era lo correcto. Y tal como había experimentado hace poco, hacer lo correcto, duele.

Lo que hizo al llegar a su cuarto fue cambiarse e ir a jugar un rato sola, con el balón, mientras esperaba a los chicos para el entrenamiento. Hacía tiempo que no se ponía a jugar sola, a dar simples toques o tirar a portería aunque no hubiese defensa, como cuando era pequeña. No podía recordar como esas tantas horas que pasaba practicando en un rincón del parque, eran las mejores horas de su día a día. Perdió el amor por jugar al fútbol hace mucho tiempo y eso la mataba por dentro, una vez llegó a la cima, no le entretenía nada y todo se volvió un hastío. Incluido entrenar a otras generaciones, empezaba a odiarse a sí misma y más cuando pateaba una pelota.

- Todo es una mierda.- pateó la pelota tan fuerte, que al golpear contra la pared, se escuchó como el estallido de una bomba.

- Lo es.- Ariel miró en dirección de la procedencia de esa voz y Ego entraba al campo a paso lento.

- Que raro verte por aquí, lagarto, creí que no te gustaba la luz.

- Y yo creía que ya eras mayorcita para escaparte de tus responsabilidades.

- Si vienes a echarme la charlita de padre falso, mejor que te la ahorres, no estoy de buen humor.- iba a buscar el balón y empezaba a dar toquecitos con los laterales de sus pies.

- Llevas muchos días de mal humor, pues.

- Sí, hijo, sí. ¿Y qué pasa?- ya empezaba a enfadarse.

- Tú sabrás.- se dio la vuelta para marcharse y Ariel tensó su mandíbula.

Golpeó la pelota fuerte, y esta pasó a milímetros de la cabeza del hombre y estampándose estrepitosamente con la pared. Él se paró, algo sorprendido, pero sin ninguna expresión por fuera.

- Vas perdiendo puntería.- dijo mirándola por encima del hombro.

- Si hubiera apuntado hacia ti, ya estaría contactando con la funeraria.

Ego sonrió y siguió con su camino.

●○●○●○

Mientras los aficionados llenaban las gradas y los clubs se preparaban para la gran batalla. Había dos mujeres que estaban a punto de caer en los brazos de una oscuridad profunda. Anri estaba en paradero desconocido y Ariel estaba en los baños con la maquinilla de pelar que usaba Ego para retocarse su undercut y unas tijeras.

- No fue suficiente, señorita Tai.- cortaba y los pelos rojos llenaban el suelo gris claro.- Quiero ser suficiente. Quiero quererme a mí misma. No quiero ser la mejor, sólo quiero ser feliz.




c viene

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

c viene

DEVÓRAME ⚽️ (Isagi Yoichi × OC) [Blue Lock] Where stories live. Discover now