5. La chica de Edfú

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Tener poder sobre las personas muchas veces significa más responsabilidades que lujos. Nayeon sabía muy bien eso, toda su vida ha tenido personas a su disposición, siendo la hija favorita del rey de Nubia jamás tuvo que rogar o pedir algo más de una vez. La mayoría de sirvientes del palacio de su reino la describen como la "malcriada" de la familia, todo por tener un poder de convencimiento asombro, tanto así que hasta a su propio padre podía caer rendido a lo que su hija le pidiera. Las joyas más caras adornaban su cuello, muñecas y corona, la tela más gravosa recorría su cuerpo día a día, los zapatos más lindos, el cabello más hermoso y largo, todo formaba parte de la princesa.

Hoy en día, y con muchos más años de experiencia, la princesa puede decir firmemente que su personalidad caprichosa de pequeña solo ha bajado a lo que ella considera justo. Nayeon sabe perfectamente que si pudiera tomaría el poder más alto de su reino, pero para lastima suya, su padre jamás cambiaría la tradición de poner a un hombre al mando, por lo que solo se resigna a saber que su hermano menor, a quien odia, tendrá ese deseoso lugar algún día.

Su personalidad a su vez, ha sido una de las claves para poder tener lo que quiere, un claro ejemplo de ello es la osada acción de atreverse a mandarle una carta a la gran reina de Egipto sin ninguna razón política. Nayeon sabía que la nueva reina de Egipto era joven y no perdía nada con intentarlo, pues ambos reinos siempre han tenido buenas relaciones. Cuando recibió la respuesta supo que, tal como su intuición lo decía, la reina del reino vecino no parecía arrogante como la anterior, con quien su madre se llevaba horriblemente mal.

A medida que las cartas llegaban a sus manos se convencía cada vez más de que haber mandado la primera carta no fue un error. La reina Roseanne era una persona muy sensible y honesta, el corazón de Nayeon se ablandaba profundamente al tener el privilegio de leer las cartas de la soberana, pues en cada una se reflejaba su amor y cariño por las cosas más simples.

—Princesa— una voz interrumpió sus pensamientos mientras observaba el Nilo pasando al lado de la barca en la que iba. —Estamos entrando a las tierras egipcias, los remistas dicen que en unas veinte horas estaremos llegando a Tebas— continuó Tzuyu, la dama de la princesa. La mayor esbozo una sonrisa asintiendo antes de volver su mirada al río.

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Cuando Rosé pisó el harén vio la gran conmoción que yacía en el lugar, las chicas nuevas habían llegado y solo de la impresión la reina pudo ver que no estaban para nada bien. Eso sumando el hecho de que todas las chicas estaban intimidandolas como buitres. Jisoo, quien venía a su lado junto con Jiwoo, carraspeó llamando la atención de las chicas que no habían notado la presencia de la reina, al instante se volvieron a su majestad inclinando sus cabezas.

—Su majestad, no vimos que estaba aquí— respondió Naeun disculpándose. Taehyung entró al lugar cargando todos los documentos de las nuevas chicas para entregarlos a Rosé. El chico hizo una corta reverencia antes de acercarse a Rosé.

—Taehyung— hablo Rosé dándole una sonrisa. —¿Todo en orden con las chicas?

—Así es su majestad, todos los nombres están aquí— dijo entregandole unas hojas de papiro. Rosé revisó rápidamente las hojas mientras suspiraba. —Hay una chica que vino con nosotros pero no es una sirvienta— explicó, la reina alzó su mirada frunciendo el ceño. —Viene de Edfú y dijo que necesitaba ayuda.

—¿De Edfú?— pregunto volteándose a mirar el supo de chicas que permanecía con la cabeza gacha.

—Es la castaña de al medio— indico Taehyung. Rosé vio a la chica quien parecía estar más fuera que dentro del lugar, tenía la mirada perdida y los ojos hinchados.

Into The Nile; CHAENNIEWhere stories live. Discover now