Into The Nile; CHAENNIE

8. Últimos momentos de tranquilidad

En algún lugar del Nilo.

—...Antes de embarcar los sacerdotes me dijeron que vigilarían a todos los saqueadores de tumbas siguiendo sus órdenes— comentaba Jihyo observando a la princesa en la cubierta de la barca. Jennie asintió con calma mientras observaba el afluente. —También ordené que le enviarán una carta a las damas de la reina— agrego provocando que la princesa volteara rápidamente a verla con los ojos abiertos. —Para informarle sobre las personas que nos acompañan— continúo para su tranquilidad. La princesa soltó un suspiro de alivio asintiendo.

—Está bien, bien hecho— dijo mientras veía de una copa de oro. —Hablando de eso, ¿No ha habido ningún problema dentro del barco? — pregunto, Jihyo negó dándole una sonrisa.

—¿Cómo podría haber un problema con usted al mando? — respondió la menor a lo que Jennie soltó una risa pasando uno de sus brazos por los hombros de la chica.

Desde que Jihyo decidió partir junto a Jennie se ha vuelto su confidente más cercana, su mejor amiga y la mejor sirvienta que ha tenido después de Joy. Los primeros meses sin duda fueron difíciles para la princesa, tener que recordar cada vez que respiraba a la reina conllevó mucho tiempo para cerrar la herida y pese a todos los esfuerzos, Jihyo sabe muy bien que la princesa aún no puede olvidar a Rosé.

Sin embargo, y pese a todas las adversidades, la princesa ha sido una de las mejores compañías para Jihyo y es que al ser la gobernadora de una ciudad tan importante le atrajo muchas ofertas de trabajo fuera de la realeza, pero los rechazo amablemente contar de permanecer al lado de Jennie, quien después de todo era la única persona que tenía.

Por su parte, Jennie ha dedicado los últimos cinco años a la administración de Saqqara, con mucho ímpetu y coraje ha podido ser nombrada como una de las mejores gobernadoras por el mismo pueblo de su ciudad. Pero todo el trabajo no ha sido más que una distracción de la realidad, por lo mismo seguía distante al palacio y de todo lo que ocurrió en Tebas: sus padres, Joy, Somin y por supuesto Rosé.

Ha sido una difícil decisión, aún sigue carcomiéndole la cabeza el haber dejado atrás toda su vida. Y es que la situación vivida con Rosé solo fue el desencadenante para tomar esa resolución, por años había soportado las humillaciones de su padre y la indecisión de su madre, vio sufrir a sus dos hermanos para finalmente vivir en carne propia toda la hostilidad que el pueblo de Egipto decía ver en el antiguo rey.

Por lo mismo, en su interior sentía que el haberse ido fue el mayor acto de madurez y amor propio que ha hecho. Pero de alguna forma siempre tenía presente que los cinco años que han pasado no se iban a recuperar, no iba a volver a tener ese tiempo con sus sobrinos, ni los primeros años del reinado de su hermano, no pudo estar presente en las ceremonias del rey y se ha abstenido de ir a la gran fiesta anual de Karnak. Solo los dioses saben cuánto ha sufrido y disfrutado en esos cinco años.

—Quiero que le pidas a cocineros que hagan una gran cena esta noche para todos los que están a bordo— ordeno la princesa. —Faltan pocos días para llegar a Tebas y quiero tener los últimos momentos de tranquilidad a gusto— bromeo Jennie. Jihyo asintió antes de hacer una reverencia y volver al interior de la barca.

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La felicidad en Rosé era demasiada, Nayeon por fin estaba con ella. Esa noche la pasaron platicando en la habitación de la reina mientras los pequeños príncipes curioseaban sobre las diferentes ropas de la princesa de Nubia.

—¿Por qué tienes que usar corona? — pregunto la princesa Yeji sentándose frente a la nueva visitad en el piso. Nayeon le dio una sonrisa.

—La corona de princesa es un regalo que mi padre el rey me dio— explicaba. —No es obligación que la use, pero un día la princesa de Babilonia visito nuestro palacio y vi un tocado en su cabeza. Ese día le dije a mi padre que quería una para mí— dijo soltando una ligera risa al ver la sorpresa en el rostro de la pequeña.