-13- Confesiones

595 62 5
                                    

[JAZMÍN]

Ya ha pasado una semana desde que lo he dejado con David, o mejor dicho desde que descubrí la verdad y todo entre los dos se termino. Le he prohibido la entrada a mi casa, he bloqueado su número en mi celular, lo he eliminado y bloqueado de todas las redes sociales, y hasta me tomé la tarea de quemar las fotos a su lado. No quiero tener ni un solo recuerdo de él, después de todo, nuestra relación jamás ha existido, esto era algo de a tres y yo no estaba ni enterada. Cada vez que pienso que me ha convertido en su amante un impulso de golpear cosas se apodera de mí. Yo, la mujer que nunca ha aceptado ese tipo de propuestas, que nunca le ha quitado el novio a nadie, y que nunca se ha fijado en un hombre que lleve un anillo en su mano... se ha convertido en la amante de un imbécil como él. Tengo muchísima rabia... tanta que quisiera golpearlo.

Termino de preparar mi cena, la sirvo en un plato y me voy a la sala. Lo bueno de vivir sola es que puedo comer en el sofá mientras miro televisión vestida de la manera que guste, en este caso solo una camiseta bastante suelta. Enciendo la tele y busco una película que me llame la atención para así poder distraerme un poco.

Estoy casi terminando mi cena cuando el ruido de un portazo me sobresalta un poco. —¡Eres un idiota!— Se escucha proveniente del pasillo. Me parece que esa es la voz de Analía... No sé qué habrá sucedido, pero claramente algo le habrá hecho Santiago. Decido ignorar la situación y sigo concentrándome en la película que ha decir verdad, esta bastante interesante.

[...]

Dos días después:

El lunes comienzo a trabajar en la empresa de mi padre; digamos que se me han terminado las vacaciones. Mientras tanto, ellos siguen disfrutando de Francia. Mi padre quiere que me haga cargo de la revista, comenzando por las relaciones publicas y para después aprender todo el funcionamiento, ya que él dice que un día tendré que tomar su puesto. La verdad es que no estoy muy segura de esto, pero por ahora debo trabajar de algo y para eso necesito comprar la ropa adecuada, así que es hora de ir de compras...

Abro la puerta de mi departamento, me dispongo a salir y para mi sorpresa me encuentro con Santiago. Nuestros rostros quedan a milímetros del otro y mi corazón late rápidamente a causa del susto que me ha dado encontrarlo tan cerca —¡¿Tú me quieres matar del susto?!— Le pregunto con una mano sobre mi pecho.

—Lo siento, no era mi intención. Estaba por golpear tu puerta.— Me dice y noto su voz un poco triste.

Lo observo entrecerrando mis ojos —¿Qué te sucede?— le pregunto un poco algo preocupada.

—Necesito hablar con alguien... pensé en ti, pero veo que te estas por ir, mejor otro día.— Me deja saber y se da media vuelta.

Instintivamente lo sujeto del brazo —Espera...— «Él estuvo a mi lado cuando lo necesite con lo de David y creo que debo de hacer lo mismo por él.» —Yo iba al centro comercial a comprar algo de ropa, ¿quieres ir conmigo y me cuentas?— Le pregunto sin soltarlo a pesar de que él ha frenado.

—Claro, ¿Por qué no?— Responde dándose vuelta para mirarme. —¿Cambio de look?— Me pregunta aun sin ánimos.

Le lanzo una media sonrisa —¡Que va! El lunes comienzo a trabajar en la revista de mi padre.— Le explico.

—¡Felicidades!— Comenta intentando sonar animado.

Cierro la puerta —Vamos y me cuentas que sucede—

—Espera que mis lentes de sol.— Me dice y entra a su departamento rápidamente.

—Esta bien, aquí te espero.— Le digo parada bajo el marco de su puerta y solo observo sus movimientos.

—Ya esta— Me dice mientras sale y cierra la puerta con llave.

—Perfecto—

—Vamos en mi auto...— Me dice al llegar a la entrada del edificio.

—Mejor, porque yo aún no tengo auto... he quedado con mi padre de ir a comprar uno cuando regrese.— Le explico mientras caminamos al suyo.

—¡Que se cuiden todos!— Bromea y por primera vez una tímida sonrisa se dibuja en su rostro.

—No te burles que tú me has enseñado a conducir ¿eh?— Le recuerdo.

Su mirada se clava en mi —Lo sé... y la verdad es que no te he enseñado muy bien porque me distraías mucho.— Me confiesa y los recuerdos de nuestros besos en esas supuestas clases de conducir vienen a mi mente poniéndome un poco nerviosa.

—Bueno... ¿Qué te tiene así?— Le pregunto queriendo cambiar de tema mientras él conduce. —Te noto algo triste.— Continuo para no volver al punto anterior.

Él vuelve a mirar a la carretera —Analía me ha dejado hace dos días...— Explica sin rodeos.

Sus palabras me sorprenden y ahora entiendo lo del portazo del otro día —Pero ¿Por qué? Hasta donde yo pude ver ustedes estaban muy bien...— Comento.

Él sigue sin mirarme —Le he confesado quien has sido en mi vida y que aún sigo enamorado de ti.— Me responde y yo creo que se me ha olvidado como hablar porque no consigo responder a sus palabras. 

Por Verte Otra VezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora