-39- Amor es Presente

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[SANTIAGO]

Despertar con ella abrazada a mí ya se me ha hecho una delirante y divina costumbre. Veo todo su cabello alborotado sobre mi pecho y solo puedo pensar en lo mucho que quiero verla bien y feliz. Es claro que esta angustiada por lo que me ha dicho ayer y a eso también se le agrega lo de su padre. La observo dormir y solo pienso en que puedo hacer por ella. Quisiera llevármela lejos y estar solo con ella, disfrutar de esto que nos está ocurriendo y que no piense en nada «Quizás deba hacer eso, llevármela lejos» Pienso.

Ella se mueve y acomoda su rostro sobre mi pecho para mirarme —Buen día guapo, ¿Qué tanto me miras?— Me pregunta sonriente.

—Hola amor, eres tan hermosa que es imposible no hacerlo— Respondo.

—Tú también eres muy guapo.— Pronuncia con una media sonrisa que me hace caer rendido a sus pies.

—Sabes, quiero secuestrarte— Le confieso y la abrazo más fuerte contra mi pecho.

—¿Secuestrarme?— Me pregunta confundida —Igual ya me lo has dicho, así que, ya no sería secuestro...— Explica burlándose de mí.

—Tienes razón, pero si no te digo donde te llevare contaría como secuestro, ¿no?— Le pregunto amarrándola entre mis brazos.

—¿Hablas en serio?— Inquiere entrecerrando sus ojos.

—Muy en serio, quiero que nos vayamos solos a algún sitio un par de semanas. Llama a tu casa y dile que no iras a trabajar por dos semanas, nos vamos.— Le explico sin pausa.

—¿Te has vuelto loco?— Pronuncia.

Puedo ver la sorpresa reflejada en su rostro y no puedo más que reírme de su expresión. —No estoy loco, prepara las maletas porque nos vamos. Lo acabo de decidir y hay marcha atrás. Tú y yo nos merecemos ser felices.—

—Santiago, tenemos asuntos que resolver.— Intenta decir para convencerme de que no nos vayamos.

—Esos asuntos pueden esperar, tú y yo nos vamos a ser felices.— Le digo y hago que nos pongamos de pie de la cama. —¿Te ayudo a armar la maleta?— Le pregunto mientras me coloco el bóxer y comienzo a sacar ropa del guardarropa.

—¡No puedes ser así de arrebatado!— Exclama sin parar de reírse, pero algo molesta a la vez.

—Contigo lo soy y no me importa nada, ¿llamas tu a tu padre o lo llamo yo?— Le insisto.

—De acuerdo señor arrebatado, ya lo llamo.— Responde y toma su móvil mientras observa como armo mi maleta.

Quiero irme lejos con ella y hacerla olvidar de todo. Pienso en los posibles destinos y creo que la isla de Mykonos es un destino ideal. Es un lugar paradisiaco, hay playa, unos paisajes de ensueño y seremos solo ella y yo. Dejo de hacer las maletas un instante y desde mi móvil busco los dos pasajes de avión, claro que me salen más caros que lo usual por comprarlos el mismo día, pero la verdad es que no me importa nada. Solo quiero que ella sea feliz y que despeje esa mente de todos esos fantasmas que la rondan.

—No han entendido nada, pero solo les di un aviso y no una explicación.— Me informa dejando su móvil sobre la mesita de noche.

—Perfecto, ahora prepara tu maleta y asegúrate de llevar traje de baño, ya tengo los pasajes de avión.— Anuncio.

—¿Pasaje de avión? ¿Nos vamos fuera del país?— Me pregunta asombrada.

—Así es, pero no preguntes más.— Declaro.

[...]

Hace años desee que hubiéramos podido hacer esto y ahora estamos aquí volando rumbo a Mykonos, tomados de la mano y con ella sonriéndome como nunca. —Me encanta el destino que has elegido.—

—Y a mí me gusta verte así. Sabes, siempre quise que nos fuéramos los dos solos de viaje.— Le digo al oído.

—Pensar que lo podríamos haber hecho hace tiempo— Murmura.

«Otra vez esa melancolía en su voz... no, no quiero eso.»

—Amor, mírame.— Le pido sujetando su rostro entre mis manos. —Olvídate de todo, del pasado, de lo que pueda pasar en el futuro... solo vive este presente conmigo, el amor es eso, presente.—

—Lo hare.— Me responde lanzándome una tierna sonrisa.

—No tienes idea de cómo te voy a amar estos días, eres absoluta y completamente mía.— Le digo al oído haciendo que se ría de mis palabras.

—¿Es decir que no me dejaras salir del hotel?— Me pregunta haciéndose la preocupada.

—Solo lo necesario... este es el adelanto de lo que será nuestra luna de miel cuando nos casemos.— Le advierto.

—Mmmmm... creo que no me quejare de nada ¿eh?—

—Eso espero preciosa.— Le respondo y luego la beso casi como olvidándome que estamos en un avión.

Por Verte Otra VezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora