-57- La Felicidad

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[SANTIAGO]

—Aun no puedo creer que tu padre haya aceptado lo nuestro— Le digo al oído mientras la abrazo desde atrás y entramos a nuestro piso.

Ella coloca sus manos sobre las mías y gira un poco su rostro para mirarme por encima de su hombro —Ni yo, por fin todo está yéndonos bien.— Responde con una enorme sonrisa.

Cierro la puerta detrás de nosotros y comienzo a besar sus hombros —Yo diría que más que bien— Pronuncio entre beso y beso.

Me toma por sorpresa al voltearse para que quedemos de frente, su sonrisa se encuentra con la mía y sin decir una sola palabra, ambos entendemos lo que queremos en estos momentos. Sus brazos por encima de mis hombros, los míos rodeando su cintura, y de esta manera la distancia comienza a desaparecer para darle la oportunidad a nuestros cuerpos de rozarse. Muevo su cabello hacia un lado y llevo mis labios a su cuello. Me encanta saber que tengo el mismo efecto en ella que el de aquella vez que hicimos el amor por primera vez, su piel se eriza ante mi presencia, sus manos comienzan a jugar de manera nerviosa con mi cabello, y así en medio de toda esta tormenta de sentimientos y sensaciones vamos caminando hacia nuestra habitación.

En el camino he perdido mi camiseta y ella la suya, solo está en esa falda color negra ajustada a su figura y un sujetador extremadamente sexy color morado. Definitivamente ella hace que pierda la razón a cada momento que mi mirada se cruza con su anatomía, con sus ojos, con su sonrisa... pasan los años desde que nos conocemos, y pasan los meses como esposos, y así todo esta magia que siento al tenerla de esta manera, no desaparece, sino todo lo contrario, aumenta mi amor y mi deseo por ella.

—¿Tienes una idea de cuánto es lo que yo te amo?— Le pregunto mientras voy besando sus hombros y voy bajando, llegando al valle de sus pechos, su abdomen, y me arrodillo frente a ella para besar su abdomen mientras que mis manos recorren la circunferencia de sus caderas hasta llegar a donde está la cremallera de la falda. Levanto mi mirada mientras la beso y noto como sus ojos están cerrados y una enorme sonrisa se dibuja en su rostro absorbiendo las sensaciones que le provoco.

—Puedo darme una idea porque es de la misma manera que yo te amo a ti.— Me responde mientras voy bajando su falda para dejar al descubierto esa mini braga que hace juego con el sujetador al descubierto.

Sin quitar sus sandalias remuevo completamente su falda y la lanzo haciendo que caiga a un costado de la cama. Aun arrodillado vuelvo mis labios a su cuerpo para esta vez besar sus piernas, sus muslos, y todo su ser por encima de esa diminuta tela haciendo que ella enrede sus dedos en mi cabello y lo jale en respuesta. —¡Mi amor, por favor... te necesito!— Me exclama provocando que ría de manera triunfante. Bajo su braga bajo su atenta mirada y una vez que se la quitó la lanzo al mismo sitio donde ha caído su falda. Me pongo de pie mientras una de mis manos explora su ser. Regreso mi boca a la suya y esta vez es ella quien me toca por encima de la tela de mi pantalón haciéndome perder la poca cordura que quedaba en mí. Después de torturarme con su experto toque decide comenzar a quitar el cinturón, mi pantalón, y mi bóxer; mientras que yo me deshago de su sujetador. Es así como quedamos piel con piel mientras nos besamos desenfrenadamente y caemos sobre la cama.

—Señora Suarez, me vuelve loco.— Le susurro al oído y cuidadosamente me posiciono sobre ella intentando que el peso de mi cuerpo no la lastime.

—Y tú me vuelves loca a mi esposo mío.— Responde sonriente mientras que siento sus uñas se aferran a mi espalda.

Lentamente entro en ella haciendo que se aferre mucho más fuerte de mí y así ambos comenzamos a movernos haciendo que el mundo se detenga en este instante con esta plenitud que sentimos siendo uno.

—No puedo imaginar mi vida sin ti. Me haces feliz a cada segundo que pasa.— Le digo entrecortado después de que ambos colapsamos.

—Eso nunca ocurrirá, ya no hay absolutamente nada que vaya a atentar contra esto que sentimos. Ahora somos tú, yo, y este niño que viene en camino, y hare todo lo que esté en mis manos para hacerte feliz siempre guapo.— Me dice acariciando mi rostro.

—Con que estés a mi lado me basta.—

—Cuenta con ello porque ya no soy capaz de vivir sin ti nunca más.— Dice feliz.

—Entonces siempre seré feliz.— Le respondo volviéndola a besar.

Por Verte Otra VezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora