-43- Viejos Recuerdos

353 31 2
                                    


[SANTIAGO]

Hay días especiales y otros como este donde esa palabra no es suficiente para describirlos. El día de hoy definitivamente no me lo olvidare nunca, caminar de su mano por todo Mykonos y haber encontrado la iglesias donde nos casaremos es lo más especial que me ha ocurrido en esta vida.

Observo su sonrisa mientras caminamos a orillas del mar y solo puedo sonreír con ella. Su cabello castaño se mueve con el viento y la luz del sol en este atardecer sobre su piel la hacen ver tan preciosa. —¿Qué tanto me miras?— Me pregunta mirándome a través de sus lentes de sol.

—Observo a mi futura esposa, observo lo bella que es, y lo feliz que estas.— Le confieso mientras seguimos caminando.

—Tú también te ves muy feliz.— Responde sin dejar de mirarme.

—Lo estoy— Le confieso y luego me adelanto para pararme en frente a ella. —Estaba mirándote así con tu piel reflejando este sol color naranja que nos ilumina y me dieron muchísimas ganas de besarte— Digo tomándola por la cintura haciendo que su cuerpo se pegue al mío.

—¿Solo por la luz del sol reflejándose así me quieres besar?— Me pregunta haciéndose la ofendida.

Me encanta que sea así, me encanta esta complicidad entre nosotros. Me acerco a su oído lentamente mientras que siento como su respiración se agita a causa de mi cercanía —En realidad me dieron muchas ganas de quitarte este vestido y hacerte el amor en esta playa, pero no estamos solos.— Le admito al oído y me separo un instante para verla a los ojos. —Por ahora me conformo con un beso.— Le digo sonriente y cuando menos ella se da cuenta mis labios están sobre los suyos, saboreando el gusto a sal y labial de fresa que tienen.

Sus manos enredándose en mi cabello y bajando por mi cuello es una sensación única. Los recuerdos de aquellos besos en las playas de St. Pete, cuando éramos dos adolescentes vienen a mi mente haciéndome entender que las sensaciones que me hace sentir siguen igual alas de hace tantos años. La única diferencia es que el tiempo ha mejorado su experta manera de besarme, de acariciarme, de rosar su cuerpo con el mío aprovechando la poca, o, mejor dicho, casi nada de distancia que hay.

—Nos quedaremos sin aire— Murmura a milímetros de mi boca.

—No me importa, solo quiero respirar de ti.— Respondo y vuelvo a besarla.

—Amor, tú lo has dicho... no estamos solos.— Dice nerviosa.

Sus palabras me hacen entrar en razón. Me separo de esos labios que son mi adicción y respiro profundo intentando encontrar la calma que mi cuerpo ha perdido. —Llevas razón...— Logro decir.

—Creo que tú y yo estamos empezando al revés— Comenta entre risas.

Sus palabras me confunden un poco —¿De qué hablas?—

—De que hemos comenzado por la luna de miel...— Explica divertida.

—No cariño, simplemente estamos recuperando el tiempo perdido.— Le aclaro.

—¿Esto no es nuestra luna de miel?— Me pregunta muy sorprendida, pero sin dejar de sonreír.

—No, el próximo sábado cuando finalmente te conviertas en la señora Suarez verás lo que será nuestra luna de miel.— Le advierto. —Pero, por ahora, vayámonos a cambiar que tengo una sorpresa para ti esta noche.—

—Mmmm... ¿Qué será lo que me espera el sábado?— Pregunta entre risas. —¿Una sorpresa?—

—Si, vamos.— Insisto tomándola de la mano para que caminemos rumbo al hotel.

[...]

Después de haber cenado a orillas del mar mediterráneo y bajo un juego de miradas que podrían haber incendiado el lugar completo, la llevo al sitio donde pasaremos una noche increíble haciendo algo que ella ama, bailar. —¡Me encanta!— Dice emocionada mirando a su alrededor.

—Sé cuánto te gusta bailar.— Le dejo saber.

—¡Gracias!— Exclama y me abraza da una manera que hace que me sienta el hombre más feliz del mundo. Esto es lo que quiero, verla sonreír.

—¿Vamos por un trago primero?—

—De acuerdo, ¡emborrachémonos!— Dice en broma, aunque, quizás le tome la palabra... quien sabe.

—Prefiero emborracharme en nuestra habitación, ¿sabes?— Digo después de pensar un poco mejor las cosas.

—No guapo, en la cama te quiero sobrio— Dice al oído provocándome de mil maneras diferentes.

—Cariño... no me hagas esto y menos vestida así.— Le pido rozando su espalda completamente descubierta con mis dedos.

—Mejor vamos.— Responde entre risas yendo hacia la barra.

Una vez allí, pedimos nuestros tragos y ya con nuestras copas en la mano nos vamos escabullendo entre la gente hasta poder llegar al centro de la pista de baile y nos comenzamos a mover al ritmo de la canción que suena. —¿Recuerdas la primera vez que fuimos a bailar.— Le pregunto al oído sin dejar de movernos.

—Si, ¿Cómo voy a olvidarla? Esa noche fue increíble, nos divertimos tanto...—

—Demasiado, ¿y recuerdas que sucedió después?— Le pregunto sonriente.

—Si...— Dice mordiendo su labio inferior.

—¿Recuerdas que hicimos?— Presiono.

—Terminamos en la playa...—

—Bueno esta tarde te dije algo mientras caminábamos por la playa— Comento.

—Aha...— Dice mirándome de una manera muy sensual...

—Quiero que repitamos aquella noche— Le propongo.

—Yo quiero que repitamos todas las noches amor...— Dice y me besa sin dejarnos de mover.

Por Verte Otra VezWhere stories live. Discover now