-16- Jugando con Fuego

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[SANTIAGO]

No sé muy bien cómo mantenerme tranquilo con ella tentándome de esta manera. Me hace caminar a su lado mientras escoge la lencería que comprará como si nada estuviera pasando aquí. Lo peor de todo, es que parece que lo hiciera a propósito, porque todo lo que está escogiendo sería lo que yo le escogería, con la única diferencia que lo haría para quitárselo con mis propias manos.

—Santiago... ¿Estás bien?— Me pregunta y regreso a esta realidad.

—Eh... si... ¿Qué decías?— Pregunto algo distraído.

Ella se acerca a mi oído —De acuerdo, no te torturo más, si gustas me puedes esperar afuera— Me susurra.

Sus palabras me causan gracia «¿con que estaba haciéndolo a propósito? ¿Ya veremos quien juega con quien ahora?» Pienso y me acerco a su oído al igual que lo hizo ella —Ah no guapa... sí me vas a torturar lo vas a hacer con todas las letras, tendrás que desfilarme cada prenda.— Le digo y puedo notar como sus mejillas se van poniendo coloradas.

Una sonrisa se dibuja en su rostro —Dudo que te dejen pasar a los probadores...—

—Entonces en tu casa, pero esta te la cobro.— Advierto divertido.

—¿Te has vuelto loco?— Me pregunta entre risas, pero sé que está preocupada por la situación. —Además, tu prometiste respetarme, en otras palabras, no tocarme...— Me advierte.

—Claro que lo prometí... pero, eso no significa que no me puedas desfilar, ¿Acaso no te animas?— Le pregunto y sé muy bien que ella no soporta que alguien la rete.

—¿Es acaso un reto?— Me pregunta de manera desafiante con una de sus manos sobre su cintura.

—Con todas las letras...— Le respondo.

Definitivamente no ha cambiado en nada. Ella nunca pudo resistirse a probarle a alguien que no le teme a nada —Atente a las consecuencias.— Amenaza con una media sonrisa —Podrás mirar, pero no tocar.— Declara.

—Con mirarte por ahora me conformo.— Contesto sonriente. Sé muy bien que sufriré horrores por cumplir mi palabra, pero las cosas no pueden quedarse así, si ella quiere jugar... lo haremos.

—Perfecto, entonces iré a probarme todo esto y lo pagare...— Anuncia.

—Pruébatelo, pero esto va por mi cuenta. Después de todo me lo desfilaras a mi ¿no?— Le digo insinuante.

—Te lo desfilare... pero quien sabe quién lo quitara algún día, ¿seguro quieres pagar por algo que quizás no logres quitar nunca?— Me pregunta de una manera sarcástica.

—Jaz... no me busques, porque puede que me encuentres.— Le advierto.

—Yo solo te pregunto— Comenta inocentemente.

—Me arriesgare, ahora ve.— Le pido.

Con nervios recorriendo todo mi cuerpo la espero pacientemente hasta que finalmente ella sale de los probadores con todas las prendas que ha elegido.

—¿Listo?— Inquiero.

—Si y es mejor que estés preparado...— Me dice divertida.

—Me extraña que me digas eso tú, sabes que siempre lo estoy.— Le digo sonriente mientras caminamos a la caja registradora.

Intentando no delatar mis nervios, pago por su compra y luego decidimos ir a almorzar a uno de los restaurantes que está dentro del centro comercial.

—¿Desconcentrado?— Pregunta entre risas al ver que no estoy prestando mucha atención a nuestra conversación.

—Para nada, solo me distraje un instante, recordé que debo hacer algo.— Le miento.

—Bueno... me imagino que debes de estar pensando en el vino que beberás mientras me miras.— Dice con una coqueta sonrisa.

—Jaz... estás jugando con fuego.— Advierto entre risas.

—No veo porque perder la costumbre.— Dice muy relajada mientras que ahora come su postre.

Tiene razón, siempre fuimos así, no veo porque debamos cambiar ahora. A ella siempre le gustaba retarme al igual que a mí me gustaba hacerlo con ella. Éramos dos jóvenes que disfrutaban de cada instante, y saber que de alguna manera seguimos siendo los mismos me provoca felicidad —Estas en lo cierto.— Me limito a responderle.

[...]

Después de largas horas en el centro comercial, finalmente llegamos al edificio donde vivimos pared a pared y antes que ella entre a su departamento, le advierto que a las ocho tocare su puerta y no habrá excusa que valga. En esto sufriré más yo que ella, pero sé muy bien que valdrá la pena.

Por Verte Otra VezWhere stories live. Discover now