-33- Secretos por Contar

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[SANTIAGO]

Amanecer a su lado es un placer, aunque en realidad no hemos dormido casi nada. La he amado tanto que por poco se nos olvidan nuestros nombres, se suponía que ella debía ir a trabajar hoy, pero al ver la hora creo que deberá llamar y dar alguna excusa para no ir. La observo con todo su cabello desordenado y su espalda que tan bien me conozco completamente desnuda y solo puedo querer rozar su silueta con mis dedos, es tan preciosa. Ese anillo en su mano me llena de emoción, ha aceptado ser mi esposa y lo único que puedo hacer es imaginar cómo será nuestra vida cuando nos casemos en ese momento que ambos creamos que es correcto.

—¿Qué tanto me miras?— Me pregunta abriendo sus ojos lentamente.

—Buenos días bella durmiente. Solo admiraba lo desquiciadamente perfecta que eres.— Le respondo con una enorme sonrisa dibujada en mi rostro. —También pensaba que creo que deberías llamar a la oficina y decir que no llegaras.— Continuo entre risas.

Ella se voltea para ver el reloj y al ver que son casi las diez de la mañana se sienta sobre la cama —¡Mierda!— Grita y luego busca mi camisa del suelo y su móvil.

—¡Vaya vocabulario futura señora Suarez!— Le digo sin parar de reír.

—Lo siento guapo, pero cuando me despierto tarde suelo tener este tipo de reacciones.— Se justifica de manera sarcástica.

—Cariño, no te preocupes tanto. Al fin que eres la hija del dueño, no es como si te pudieran echar— Comento.

—Lo sé, pero se supone que debo ser una mujer responsable— Explica.

—Lo eres, solo que aquí tu novio y prometido no te ha dejado dormir, es mi culpa.—

—Déjame llamar a la oficina y después me vengare de ti guapo.— Dice en modo de amenaza, pero con una sonrisa tatuada en su rostro.

Aun acostado sobre la cama, la observo mientras habla por teléfono e inventa una excusa para no haber ido a trabajar hoy. Se ve muy sexy con mi camisa puesta y tan solo dos botones abrochados. Mi mirada no se aparta de cada uno de sus movimientos e inevitablemente me levanto de la cama y la abrazo desde atrás haciendo que se ponga nerviosa. Beso su cuello mientras que su mano intenta apartarme entre medio de risas mudas, podría estar así con ella toda mi vida sin ningún tipo de problema. Finalmente ella termina con la llamada y deja su móvil sobre la silla que hay en mi habitación. —Ahora es mi turno de hacerte pagar por no dejarme dormir en toda la noche y de que tuviera que faltar al trabajo hoy.— Dice algo seria y se voltea para que quedemos de frente.

—Espero tu venganza con ansias guapa...— Expreso sin poder parar de reírme.

—No sé porque, pero como que te va a gustar mi venganza— Dice y me va empujando hasta que caemos sobre la cama.

—Hasta ahora me encanta.— Hablo mientras observo cómo se quita mi camisa dejándome apreciar toda su bella geografía.

—Cuando no puedas almorzar veremos qué dices...— Me dice entre risas y se coloca sobre mi haciéndome enloquecer.

Su boca se apodera de la mía y como no hay ropa que quitarnos no dudamos mucho en volver a amarnos tal como lo hicimos anoche. —¿Me estas convirtiendo en tu esclavo?— Le pregunto con su cabeza apoyada sobre mi pecho después de habernos vuelto locos de pasión.

—No había pensado en eso, pero no está mal la idea— Dice sonriente.

—Si gustas, puedo ser eso y mucho más para ti...— Le digo al oído y vuelvo a besarla.

El timbre de su móvil interrumpe nuestro romántico beso y al ver la pantalla ella abre sus ojos de par en par —Es mi padre.— Anuncia sorprendida.

Ella responde y mientras tanto, yo intento comprender la conversación, pero al ser monosílabas es casi imposible. —¿Qué sucede guapa?— Le pregunto al ver que esta algo preocupada.

—Mi familia adelanto su regreso. Llegan en una semana.— Anuncia seria cuando cuelga.

—¿Y porque lo dices así?— Indago confundido.

—Porque tendremos que hablar con ellos y honestamente no les gustara que hayamos regresado. Sabes bien que no eres el novio que ellos quieren para mí y mucho menos esposo...— Explica seria.

—Lo sé cariño... nos va a costar obtener su aprobación, pero algo haremos, no te preocupes.— Le digo intentando que no se preocupe más de la cuenta por esta situación.

—Amor, es que hay algo que yo no te he dicho— Habla en un tono extraño.

Sus palabras me comienzan a preocupar más de la cuenta —¿Qué cosa?—

—Fue por ellos que me aleje de ti después de perder a nuestro hijo...— Me confiesa.

—No entiendo, ¿Cómo es eso?— Pregunto sin poder creer lo que escucho.

—Debo explicarte bien lo que sucedió, pero por favor solo escúchame y después me haces las preguntas que tengas, ¿sí?—

—Te escucho.— Digo con preocupación de lo que pueda llegar a contarme. 

Por Verte Otra VezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora