-28- Esta Vez

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[SANTIAGO]

Después de habernos besado hasta prácticamente quedar sin aire, ella suelta sus piernas de mi cintura y vuelve a apoyar sus pies en el suelo. La cara de felicidad que veo que tiene en este momento, es la que quiero que tenga siempre, verla así me hace sentir el hombre más afortunado del mundo. Nunca más quiero que esos ojos azules lloren y menos por algo que yo pueda evitar que suceda. —¿Te invito a cenar fuera?— Le pregunto mientras que mis manos juegan con su cabello y mi mirada se cruza con la suya en un juego de seducción que me hace pensar que salir de aquí no es lo que ella quiere.

Sus brazos se colocan sobre mis hombros y su cuerpo se pega al mío, haciendo que mi piel responda a su cercanía. —Creo que prefiero quedarme aquí contigo y todas estas rosas que hacen que mi casa tenga un aroma exquisito.— Me dice de una manera muy provocativa.

—Me lo imaginaba— Le respondo riéndome. —No has cambiado nada tú eh...— Le susurro al oído y luego beso su cuello.

—No sé de qué hablas guapo— Comenta haciéndose la inocente.

—¿No sabes de que hablo?— Le pregunto y mis manos le explican todo al colarse por debajo de su camiseta.

—Creo que voy entendiendo, pero tú tampoco has cambiado— Expresa entre risas y luego sus labios se funden con los míos provocándome y jugando con mi boca.

—¿Recuerdas aquella noche en la playa?— Le pregunto en una pequeña pausa que se dan nuestros labios.

—¿Cómo olvidarla? Tuvimos que salir corriendo cuando la gente comenzó a llegar a la playa a la mañana siguiente.— Contesta entre risas y cubre su rostro como avergonzándose de lo que sucedió aquel día.

—Igual creo que ha sido una de nuestras mejores locuras, ¿no?— Le pregunto y mis manos siguen subiendo por su espalda por debajo de la camiseta.

—Sin dudas—

—Quizás podemos superarla esta noche— Le propongo.

—¿Tú dices?— Me pregunta y sus dedos comienzan a desabrochar la camisa color negra que llevo puesta.

—Estoy seguro, pero ¿no quieres cenar primero?— Sugiero.

Sus ojos me miran de una manera picara y una media sonrisa se dibuja en su rostro —Prefiero comenzar por el postre.— Anuncia y sonrió también.

—Estamos de acuerdo en eso— Digo divertido.

Ya las palabras comienzan a sobrar, y son solo nuestras manos quienes hablan a través de caricias. Las prendas desaparecen en el camino hacia la habitación, el cual se ha complicado un poco a causa de las flores que se interponen. Nuestras bocas solo encuentran satisfacción cuando se besan y cuando llegamos, lentamente caemos sobre su cama, esa misma donde dormí aquella noche en la que la cuidé después del problema que tuvo con su ex.

Nos vamos acomodando en medio del colchón faltos de aire y nos sonreímos mutuamente —Te amo— Le susurro al oído y luego voy mordiendo todo su cuello, sus hombros, y voy bajando por la extensión de su cuerpo causando que delire.

—Santiago...— Me dice de manera incoherente con sus manos arañando el colchón tal como lo hacía cada vez que la hacía mía.

—¿Qué sucede cariño?— Le pregunto sonriente entre los besos que voy dejando por todo su cuerpo.

—Me estas volviendo loca— Me confiesa entrecortado.

—Es exactamente lo que quiero.— Digo triunfante.

Sigo con mi tortura hasta que creo que ha sido suficiente y que mi cuerpo necesita sentirla a ella. Regreso a su boca y nos volvemos a perder en las sensaciones que nos invaden —Hazme tuya...— Me susurra.

Sus palabras son el detonante a todas mis ansias. Sin dudarlo un segundo hago lo que ella me pide y en cada embestida, su cuerpo y el mío se van debilitando más a consecuencia del placer. Definitivamente su cuerpo y su boca son mi lugar en este mundo, aun no comprendo cómo he sobrevivido este tiempo sin ella.

—Te amo— Le digo incoherentemente mientras que lo único puedo sentir es esta pasión que quiere desbordar mi cuerpo.

—Yo a ti— Me dice más alto de lo normal mientras que sus uñas se clavan en mi espalda como buscando un lugar al cual aferrarse para soportar todo lo que su cuerpo siente.

Mi cuerpo y el suyo ya no soportan más todas estas sensaciones que nos invaden y simplemente se liberan dejándonos sin fuerzas. Solo puedo mirarla a los ojos y perderme en ese mar azul donde solo puedo encontrar todo el amor que sentimos un día por el otro y el que volvemos a sentir ahora. La beso cortamente a causa de nuestra falta de aire y después de salir de ella cuidadosamente, me recuesto a su lado y me pierdo en este instante donde quisiera detener el reloj. —Sin dudas ha sido más intenso que aquella noche.— Me dice entre risas.

—Estamos más grandes— Le respondo de la misma manera.

—¿Me estas llamando vieja?— Me pregunta haciéndose la ofendida.

—No cariño, solo digo que los años nos han asentado muy bien y nos han dado más experiencia.— Le explico y la vuelvo a besar.

— Dicen que las segundas oportunidades no siempre son buenas, pero esta me está encantando— Me admite sonriente.

—Estoy completamente de acuerdo. Esta segunda oportunidad está siendo aún mejor que la primera — Digo feliz y me pierdo en sus labios.

Por Verte Otra VezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora