-35- Bienvenidas

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[JAZMÍN]

Una semana después

Hoy es el gran día, hoy volveré a ver a mi familia. Con Santiago hemos decidido no decirles nada acerca de nuestra relación, creemos que por ahora es lo mejor, hace dos años que no los veo y no quiero que en nuestro primer reencuentro removamos ese horrible pasado que me volverá hacer querer irme de aquí. Sigo esperando parada entre la cantidad de gente que ha venido a buscar a sus familiares en el aeropuerto, hasta que finalmente los veo llegar. Si que se ven diferente, mi madre se ha cambiado el color de cabello a un rojizo que le queda bastante bien. Mi padre claramente ha bajado de peso y tiene muchas más canas que resaltan sus ojos azules y mi hermano, esta altísimo.

—¡Hija!— Exclama mi madre muy emocionada y me abraza fuertemente.

—Alicia, por favor, déjame saludar a mi hija.— Dice mi padre entre risas y me abraza.

—Claro, Héctor, tú siempre tienes que acaparar todo— Lo regaña, y mi hermano Nicolás y yo solo nos podemos reír de esta situación.

—De acuerdo, dejen de discutir que ya estoy aquí.— Les digo y los ayudo con las maletas.

—¿Cómo te ha ido estas semanas?— Me pregunta mi padre mientras salimos del aeropuerto.

«Que empiece la actuación» Claramente no le voy a contar de que vivo más en el departamento de Santiago que en el mío, menos que lo entreviste, y muchísimo menos que le he aceptado un anillo el cual ahora no tengo puesto, pero que será para casarnos en un tiempo. Aunque ese tiempo no está definido, la cuestión es que si hemos tomado un compromiso el uno con el otro.

—Todo ha ido de maravilla. Volviendo a adaptarme a la ciudad.— Digo manteniendo mi explicación lo más breve posible.

—¿Y el trabajo como ha ido?— Presiona.

—Bien papá, me estoy adaptando de a poco.— Le explico mientras subimos al auto.

—¿Y David hija? ¿Cuándo lo conoceremos?— Me pregunta mi madre y si, ahora recuerdo que no les he dicho nada.

—Lo hemos dejado. Me he enterado de que estaba comprometido, en pocas palabras, que me estaba engañando.— Les digo para que les quede más clara la situación.

—¡¿Qué?!— Me preguntan todos sorprendidos.

—Hija, lo siento... pensar que creía que te casarías con él.— Comenta mi padre y ahora sé que lo mío con Santiago se complicara más de la cuenta.

—Para nada, es imposible que me pueda casar con él.— Le explico sin apartar mi mirada de la carretera.

—¿Eso quiere decir que ya tienes más tiempo para mí?— Me pregunta Nicolás.

—¿Tiempo para ti? Creo que tu estas bastante grande para que me la pase contigo— Digo riéndome.

—Sabes que eres mi hermana favorita.— Me dice divertido.

—Y la única... si lo que buscas es mudarte a mi piso ya te digo que no.— Le dejo saber directamente.

—Pero ¡¿por qué?! Ya tengo 20 años, podría vivir contigo— Intenta convencerme.

«Por obvios motivos no dejare que eso suceda. Si Nicolas viviera conmigo se terminaría toda mi privacidad con Santiago y claramente mis padres se enterarían, ni loca que este lo dejo.»

—Porque no.— Respondo firme.

—¿Acaso tienes otro novio?— Me pregunta y si no estuviera conduciendo lo mataría.

—Eso a ti no te importa.— Le digo un tanto fría.

—No discutan.— Intercede mi madre. —Jaz, sé lo mucho que te ha costado conseguir tu independencia y no te preocupes que tampoco dejaremos que se vaya a vivir contigo— Dice haciendo que me alivie.

—Perfecto— Respondo felizmente.

—Y cambiando de tema, ¿Cómo te ha ido en tu primera entrevista?— Pregunta mi padre y debo tomar el volante con más fuerza.

«¿Acaso sabe a quién entreviste?»

—¿Cómo te has enterado?— Pregunto algo preocupada.

—León me ha dicho que has entrevistado a Santiago.— Me explica como si nada y no sé si él había planeado esto.

—¡¿Tu lo sabías?!— Inquiero sorprendida.

—No de que lo entrevistarías tú, pero sí de que la revista tenía pactada esa entrevista.— Explica.

—Está bien, y respondiendo a tu pregunta, ha ido bien.— Digo sin dar detalles.

—¿Han hablado después de eso?— Me pregunta con gran curiosidad.

Realmente me molesta que este queriendo indagar de mi vida y mucho más después de lo que me ha hecho —Ese ya no es tu problema. Ya hemos llegado.— Les digo mientras estaciono el auto.

—Hija, por favor, tu padre solo se preocupa por ti.— Dice mi madre intentando calmar las cosas.

—No madre, él está preocupado de que regrese con Santiago. Mi vida ya no es de su incumbencia, ya me ha hecho mucho daño y ahora por favor bajen del auto porque debo irme a mi casa.— Les pido muy molesta.

Al parecer los años han pasado, pero él no ha cambiado nada, es como si mi dolor siguiera sin importarle ¿Acaso sigue sin entender que el hijo que perdí hace seis años era el hijo del hombre que amaba y que sigo amando? ¿Cómo puede querer volver a meterse en mi vida? Ha tenido suerte de que le sigo hablando después de lo que me ha hecho. Es tanta la rabia que me invade que no puedo ni siquiera despedirme de ellos y solo arranco el coche para irme de aquí. 

Por Verte Otra VezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora