-41- No Perder Más el Tiempo

401 39 2
                                    

[SANTIAGO]

Cada beso y cada caricia que nos damos es especial. Es como si necesitáramos del otro para sobrevivir, pero no sé porque lo dudo si es así, ella es mi aire vital. Nuestras prendas van desapareciendo y cayendo en el piso de esta habitación de hotel donde quisiera mantenerla prisionera por tiempo indefinido. Nuestras manos recorren el cuerpo del otro explorando cada rincón intentando memorizarlo, y conocerlo aún más, el fuego crece y va quemando todo a su alrededor. Es demasiado el amor que siento ella, tanto que lo único que quiero es hacerla feliz y sé que si logramos ser padres ella lo será. —Te amo— le susurró al oído después de caer sobre ella encima del colchón.

Sus ojos se fijan en los míos antes de volverme a besar y con una de sus manos acaricia mi rostro con ternura, con amor —Yo también te amo Santiago... mi Santiago...— Me dice y vuelve a besarme.

—Tuyo, solamente tuyo cariño hoy y siempre.— Le aseguro y vuelvo a perderme en sus labios.

Hacer el amor con ella no es simplemente eso, es mucho más. Mi cuerpo, mi alma, mi corazón, todo mi ser encuentra su sitio en el mundo cuando estoy en ella. Simplemente no entiendo cómo es que he vivido sin su ser estos años, «¿Quién era el que seguía viviendo, si yo me sentía tan vacío?» Jugaba al amor sin entregar nada de mi parte, es recién ahora que estoy amándola como nunca, pero como siempre soñé, es ahora que me doy cuenta lo solo que estaba todo este tiempo.

Cada nervio y musculo de mi ser responde a cada movimiento que doy en ella provocando lo mismo en su persona; de esta manera nuestros cuerpos se rinden al placer dejándonos sin aire y temblando. Solo puedo mirarla, venerarla y querer pasar mi vida junto a ella. —No esperemos más.— Le dejo saber acomodando su cabello mientras salgo de ella cuidadosamente.

—¿De qué hablas?— Me pregunta confundida.

Me siento sobre la cama haciendo que ella haga lo mismo y la miro fijamente mientras que una sonrisa se dibuja en mi rostro —Cásate conmigo ya.— Le aclaro.

—¡¿Qué?!— Exclama completamente sorprendida.

—No quiero sentirme solo nunca más. Es contigo que siento que toda mi vida toma un sentido; te amo como siempre, pero más que ayer. Jaz, me haces el hombre más feliz del mundo y quiero hacerte la mujer más feliz del mundo. Sé que habíamos dicho que esperaríamos, pero la realidad es que no sé qué debemos esperar si nos amamos de esta manera. Tú eres el amor de mi vida desde ese primer beso que te di y lo sigues siendo. Por favor, mi amor, acepta que nos casemos aquí lejos de todo y todos.— Le propongo y noto como a cada palabra que le digo sus ojos me miran con más sorpresa.

—Santiago ¿Y si no puedo hacerte padre?— Me pregunta preocupada.

—No pienses en eso.— Le detengo. —No me quiero casar contigo porque puedas o no hacerme padre. Quiero casarme contigo porque te amo con todo mi corazón y no quiero pasar ni un solo día más lejos de ti. No quiero que nadie tenga la oportunidad de alejarnos. Quiero que seas mi inspiración a cada día, quiero que seas con quien despierte todos los días de mi vida, quiero todo a tu lado; lo bueno, lo malo, las sorpresas, lo predecible... te quiero a ti.— Le confieso.

Ella acerca su cuerpo al mío y rodea mi cuello con sus brazos poniéndome muy nervioso de maneras muy distintas —Yo también te amo como a nadie Santiago. Eres el amor de mi vida y sin importar los años que pasen, siempre lo serás.—

—¿Entonces? ¿Eso es un sí? ¿Aceptas que nos casemos aquí, lejos de todo?— Le pregunto una vez más.

—¿Cómo decirte que no? Yo soy tuya cuando quieras— Me responde haciendo que una enorme sonrisa se dibuje en mi rostro.

—¡Me haces el hombre más feliz del mundo!— Le digo y luego la beso sin parar haciendo que nuestros cuerpos vuelvan a enredarse en este colchón que es testigo de la felicidad más grande de mi vida. —No tienes ni idea de lo feliz que te hare, mi amor.— Le aseguro entre beso y beso.

—¿Más feliz que ahora?—

—Esto es solamente el principio... han sido varios años separados. Prepárate para que te llene de amor.— Le advierto y perdiendo el control nuestros cuerpos vuelven a fundirse en uno. 

Por Verte Otra VezWhere stories live. Discover now