-47- Marido y Mujer

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[SANTIAGO]

Tengo a la ahora mi esposa, sentada enfrente de mi mientras cenamos con una vista increíble en una mesa para los dos solos en medio de la playa. Las antorchas son nuestra única luz aparte de la luz del sol ocultándose en el horizonte, quien se va encontrando de a poco con la luna. La observo sonreír y esto es lo que quería, que ella fuera feliz conmigo.

—No tienes una idea lo hermoso que se siente saber que soy parte de esa sonrisa.— Le comento y levanto mi copa para que brindemos nuevamente.

Ella choca su copa con la mía, y luego me regala otra de esas preciosas sonrisas —Mis mejores sonrisas, siempre han sido por ti.— Me confiesa haciendo que yo muera de amor.

—Y mis apneas siempre las has provocado tú.— Le respondo más feliz que nunca. —Señora Suarez, ahora sí que nada ni nadie la va a poder apartar de mi lado. No tienes idea de cuánto te voy a amar.— Le advierto.

—¿Más de lo que ya me amas ahora?— Me pregunta sorprendida e inclina su cuerpo sobre la mesa.

—Mucho más, ya lo verás... te amo y ahora entiendo que es solo a ti a quien yo podía amar de esta manera tan profunda. Nos esperan tantas cosas hermosas en nuestra vida juntos.—

—Santiago... me quitas el aire con tus palabras y de verdad que solo quiero besarte hasta que mis pulmones me pidan por favor que deje de hacerlo.— Sus palabras son una provocación a mis ganas de ella y vaya que tiene un poder increíble sobre mi ser. No soporto más esta distancia entre los dos, necesito besarla ya. Me pongo de pie y camino hacia ella de manera muy lenta y sin apartar mi mirada de la suya. —Señor Suarez...— Dice nerviosa.

—Señora Suarez, permítame besarla como lo mereces.— Le dejo saber y la ayudo a ponerse de pie. «Se ve tan preciosa con el vestido de novia...» —Pareces una diosa griega.— Le digo mientras acaricio su rostro.

—Tu diosa griega... solo tuya...— Me susurra de manera muy sensual.

Estudio su mirada y me doy cuenta de todo el amor que hay en esos ojos, me hace sentir demasiado especial. —Te amo.— Le digo muy bajito y luego mis labios se apoderan de los suyos. Su lengua y la mía encuentran acceso en la boca del otro y es de esta manera como va subiendo la temperatura a pesar de que una brisa de viento se hace presente.

—Creo que preferiría que estuviéramos a solas en nuestro cuarto.— Comenta entre beso y beso.

—Aún falta el postre...— Le explico con una sonrisa.

—Mi postre eres tú, te quisiera comer a ti todo enterito guapo...— Me dice mientras planta besos por todo mi rostro.

—Esposa mía, ¿Quién diría?— Le digo entre risas, pero la verdad es que su sugerencia me encanta.

—Ahora eres todo mío Santiago...— Advierte.

—Todo— le aseguro. —Creo que tomare tu idea e iremos a nuestro cuarto, porque si te confieso algo, también siento muchos deseos de comerte entera.— Le explico y entre risas tomo la americana de mi esmoquin y nos vamos de aquí.

[...]

—Permíteme— Le digo mientras la cargo entre mis brazos y de esta manera entramos a la habitación.

—¡Que tradicional!— Comenta riéndose y sus labios me van volviendo loco mientras besa mi cuello.

—Ya que tu no lo eres...— Digo divertido.

—Yo lo soy, pero esta noche no lo seré...— Avisa.

—¿De qué hablas?— Le pregunto un poco confundido.

—Hablo de que esta noche quiero que nos perdamos por completo. Ahora soy tu esposa y soy absolutamente tuya, has lo que gustes de mi.— Me propone mientras me mira y levanta sus manos como rindiéndose.

—Lo único que quiero hacerte es el amor...— Le respondo y me acerco a ella para besarla con todo este deseo que me consume. —Verás lo felices que vamos a ser.—

—Me doy cuenta...— Me responde mientras que beso su cuello y de a poco voy bajando los tirantes de su vestido.

Ya las palabras sobran. Solo podemos besarnos, desnudarnos, e intentar respirar a penas un poco para después seguir besándonos. Su vestido cae al piso y yo me quedo sin aliento literalmente. —¡Mi amor!— Exclamo sorprendido. —Permíteme tomar un minuto para apreciarte.— Le pido entrecortado y doy solo un paso hacia atrás para poder verla. Lleva puesto un corsé blanco que enganchó con unas ligas a su braga y luego unos ligeros que creo que me mataran aquí mismo. —No sé ni que decir... uff...—

—Solo bésame.— Responde con una enorme sonrisa y da un paso hacia adelante para volverme a besar.

—Te ves increíble— Le susurro entre beso y beso.

—Todo es para ti—

—Te vas a quedar viuda... creo que me está por dar un infarto.— Le bromeo mientras recorro su cuello, sus hombros...

—No, tú vas a vivir muchos años, tenemos muchas cosas que vivir; esto recién comienza.—

Mis manos van deshaciéndose de sus prendas, mientras que las suyas hacen lo mismo con las mías y de esta manera una vez que estamos piel con piel vamos cayendo sobre la cama para de esta manera perdernos en el cuerpo del otro como lo que somos ahora...marido y mujer.

Por Verte Otra VezWhere stories live. Discover now