-37- Deseos y Verdades

423 35 3
                                    

[JAZMÍN]

Él es todo lo que me hacía falta. Sus brazos son los únicos que me contienen y sus besos me dan la paz que necesito. Siento su aroma aun recostada sobre su pecho después de haber sido suya y juro que podría quedarme aquí toda una eternidad. —Sabes, no te había dicho lo bien que te han sentado los años— Le digo sonriente mientras que mis dedos rozan esa línea que se dibuja en su torso resaltando sus pectorales.

Su risa me contagia y sé que no esperaba que dijese eso, pero fue simplemente inevitable —¿Ah sí?— Pregunta intentando parar de reírse.

—Si.— Afirmo muy segura —El gimnasio te ha hecho muy pero muy bien...— Comento divertida.

—Déjame decirte, que siempre fuiste guapísima, pero ahora lo estas más que nunca. A ti también te han sentado muy bien los años...— Dice y con su mano recorre mi pierna comenzando desde la rodilla hasta subir a mi muslo. —Me encanta cada parte de ti.— Me susurra al oído haciendo que toda mi piel se erice.

—Amor— Murmuro intentando detenerlo. —Deberíamos cenar— Le propongo.

—Yo solo tengo hambre de ti.— Comento de manera provocativa y se gira haciendo que su cuerpo se posicione sobre el mí.

—Acabamos de hacer el amor...— Le digo entre risas.

—¿Y con una vez es suficiente?— Me pregunta con sus labios apoyados sobre los míos y luego me da un leve mordisco en mi labio inferior provocando que todo mi cuerpo se alarme.

—No, no lo es...— Le respondo y esta vez soy yo quien lo besa como si no existiera un mañana.

—Besas delicioso.— Me dice agitado y sus labios van bajando por mi barbilla, mi cuello, mis hombros...

—Y tú me haces el amor de una manera increíble.— Le respondo y solo puedo aferrarme de su espalda mientras él explora todo mi ser.

—Tú me haces hacerlo así, me has convertido en un adicto a tu piel desde la primera vez que estuvimos juntos...— Admite.

—Yo también soy una adicta, pero a ti...— Le digo entrecortado.

Ya cuando ha recorrido mi cuerpo completo su boca vuelve a la mía y ya sin poder soportar esta necesidad que nos invade entra en mi haciéndome delirar. Junto a él siempre es la primera vez; cada caricia, cada beso, cada movimiento... todo es nuevo, sin importar cuantas veces hayamos estado juntos.

—Te amo— Me dice con su cuerpo temblando al igual que el mío.

—Yo a ti...—

Definitivamente nuestros cuerpos no soportan más y se rinden al placer, a estas sensaciones tan fuertes que nos invaden —Tendríamos que levantarnos de esta cama...— Le digo aun agitada mientras él se recuesta a mi lado.

—¿Por qué?— Pregunta con sus ojos entrecerrados tal como si le hubiese dicho algo malo.

—No podemos quedarnos aquí sin cenar...— Le explico entre risas.

—Ordenaremos comida, pero tú no te sales de aquí. ¡Eres mi prisionera!— Sentencia riéndose y atrapando mi cuerpo con el suyo.

«Eso de ser su prisionera suena muy interesante...»

—No me desagrada la idea...— Confieso.

—No se diga más, pásame el móvil.— Me pide.

Busco su pantalón el cual está tirado al lado de la cama, busco su móvil en el bolsillo y se lo entrego —Gracias guapa...— Me dice de manera sexy.

Lo observo pedir la comida y solo puedo pensar en lo afortunada que soy porque él este a mi lado y por volver a estar con él. Realmente estuve loca al estar en brazos de otros hombres ¿Cómo pude hacerlo? ¿Cómo pude estar tanto tiempo alejada de Santiago?

—¿Qué tanto me miras?— Me pregunta cuánto termina la llamada.

—Pensaba en cómo pude estar sin ti todo este tiempo...— Le explico y vuelvo a recostarme sobre su pecho.

—Yo me hago esa misma pregunta, ¿Cómo pude vivir sin ti? ¿Cómo si te amaba y te amo tanto?—

—No me quiero separar más de tu lado—

—Yo tampoco y si te soy honesto...— Dice dejando la frase en el aire.

—¿Qué?—

—No nada...—

—¡Santiago, no me hagas eso!— Le reclamo entre risas.

—Es que es una locura y no quiero arruinar el momento...— Dice algo serio.

—¡Ahora me dices...!— Le exijo.

—Es que...—

—¿Qué?—

—Muero de ganas de tener un hijo contigo...— Me cuenta con su mirada clavada en la mía. —Muero porque me digas nuevamente que estas embarazada. Muero de ganas de cumplir tus antojos... muero de ganas de vivir esa locura contigo.— Termina de decir y aquí estoy yo observándolo sin saber qué hacer.

—Eh... Santiago...— Tartamudeo.

—Sé que es pronto.— Me interrumpe.

—Es que...—

—¿Qué?— Exige esta vez él y no sé si tenga el valor de decirle la verdad.

—No sé si pueda ser madre.— Le confieso sin rodeos y su cara cambia completamente. No sé si me querrá en caso de que no pueda darle un hijo. Debería habérselo dicho desde el principio, pero no tuve el valor... —Dime algo por favor...— Le suplico.

Por Verte Otra VezWhere stories live. Discover now