VI

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Mary y Seth, aquella noche, habían seguido al tal Horacio Douglas que Maxwell le había hablado al último. Estaban unas casas más atrás que la de este, en la quinta fachada de aquellos edificios. Parecía una villa, todas las casas eran iguales, y la del inspector la última.
-Antes de todo, pensemos bien lo que está pasando-Dijo Mary al sentarse. Parecía cansada, con ojeras, su tono era acelerado, quería terminar con esto rápido-Me estás diciendo que estamos siguiendo a este tipo porque un niño, que es amigo de Katherine, te dijo que algo podría ocultar.
-Exacto, perdón por sacarte del trabajo. Te juro que será una visita de doctor.
-Está bien, amor. Lo de la extorsión fue lo que me trajo.
-Por lo menos sabemos más o menos la intención de la extorsión.
-Mhm-asintió-Estuvo de quince a veinte minutos en una farmacia no lejos de aquí. La farmacia estaba casi vacía.
-Exacto. Por lo que no estaba comprando algo tan sencillo como una tos por el otoño. También podemos descartar que sea con receta, por la demora.
-Depende de la enfermedad, obvio. Eso sí, es algo parecido. No debe tener el dinero, y por la extorsión en el colegio, debe ser algo muy grave para jugársela así, o alguien cercano que está en el hilo de la muerte.
-Igual, son putos niñatos, Mary. ¿Por qué lo haría con niños? Seguramente ganaría mucho más dinero con gente de nuestra edad, que están en situaciones aún peores.
-Esa es mi pregunta también. Es muy extraño, como muy forzado, ¿No crees?
-¿Su última opción?
-Seguramente no sea un familiar, porque en vez de irse a casa iría a una clínica o a algún hospital. O pagaría en el mismo establecimiento. Lo que buscamos está adentro, es él u otra persona que la tiene lo suficientemente sana como para no necesitar cosas graves. 80 a 20 digo yo.
-Si, estoy contigo... ¿Cuándo de pequeña te pasó algo parecido, algo que no podías contarles a tus padres por temor a una peor consecuencia?
-¿Por qué preguntas?
-Para crear una hipótesis. Los adolescentes algunas veces creen saber más que el resto, y eso los hace vulnerables.
-También la desconfianza es un motivo de su vulnerabilidad, es una etapa donde más te alejas de tus padres.
-Maxwell me dijo que no podía decírselos, como si no confiara en ellos, aun cuando les dijera a los dos que estaba siendo extorsionado. También dijo que estaban fuera de la ciudad, quizás los otros niños estén en lo mismo.
-Seguramente... Y no, nunca me pasó algo parecido. Obviamente siempre tuve mis cosas que ocultaba por temor a una reprocha de mis padres, o las malas miradas de mis hermanas, pero nada de alguien contra mí. Eso sí, si estuviera en su lugar llamaría a alguien.
-¿Sabiendo que no tienes prueba alguna de demostrarlo?
-Pero hay más niños envueltos, ¿O no?
-Es muy difícil que hablen por otro, eso te lo digo yo. Es mi culpa no haberle preguntado cómo era el proceso, es verdad. Supongo que podría encontrar algún error, pero no estoy tan seguro de eso.
-No eres detective, amor. Eres médico, casi titulado.
-Cállate-Sonrió-¿Empezamos?
-Han pasado ya sus treinta minutos desde que entró por la puerta, creo que es momento.
-Déjame ver eso de nuevo, por favor.
-Me debes una-Miro en dirección a la casa, apoyando su cuerpo en el de su novio, apretándole con firmeza.
Cerró los ojos, concentrándose hasta el punto de poder escuchar solo sus respiraciones, con sus manos juntas, pero con las palmas separadas. Despacio, pero con seguridad, levantó su mano libre apuntando hacia el frente, mientras concentraba aquella emanación de poder en sus ojos, en su pelo. Era Szel, se estaba manifestando en su cuerpo, en su cara.
​ Lo que veía Seth no era tan diferente a lo que sentía Marianne. Aunque lo había visto otras veces, le parecía impresionante el abrir un trigrama, que en este caso era el Sun. Su cuerpo se llenó de una brisa que en ese entonces ya era naranja, que cubría todo el cuerpo de la mujer, pero se concentraba en la cabeza, en los ojos. Una corona, que representaba a la familia Tachibana, a las portadoras del Ekisu, se implantó en su frente como si fuera un tatuaje, con tinta naranja mientras se creaba, pero negra al terminar. Además, mientras esto pasaba, mientras Seth se quedaba otra vez atónito; su pelo se tornaba rojo, un carmesí luminoso en la oscuridad de la noche.
Y cuando fue el momento preciso, juntó las palmas, abrió sus ojos, expandiendo su campo de visión en 360 grados, viendo como el mundo se abría ante ella en una panorámica de vibraciones y sensaciones que aparecían en todas partes. Luego de un par de segundos, las vibraciones se detuvieron. Era monocromático, todo en blanco y negro.
Junto a Seth, Mary se agachó, y como el mismo animal que la representaba, el Daubentonia o también conocido como el Aye Aye, tocó dos veces el suelo con el dedo medio.
Sus ojos vieron la vibración que esto hizo, que se expandieron incluso hasta más allá de la casa del inspector. Se concentro en ese lugar, que daba vibraciones seguidas. Allí, pudo percibir a dos personas.
-...Una parada, otra sentada-Como bien sabía Seth, cuando Mary estaba en esa posición no le podía oír ni sentir, por lo que solo escuchaba-La que está parada se mueve de lado a lado, al parecer tiene algo en las manos. La que está sentada no las mueve, parece estar... ¿Apresada? Como si estuviera atada a la silla. Es raro, no opone resistencia, de vez en cuando se mueve, por lo que la puedo sentir, pero se limita a mover los dedos y las piernas. El que está parado debe ser el inspector, el hombre que hablabas. Dejó algo en una mesa, un pote al parecer, o un vaso. Se está acercando a la niña, se agacho delante de ella. ¿La mano? Si, creo que es la mano, le está acariciando la cara. Ahora acercó su cara, le dio un beso en la frente... Se levantó, creo que vuelve a la mesa. Si, si, si, agarró lo que tenía antes en las manos. ¿Qué quiere hacer? Ese sonido... le ha dado algo para tomar.
Hubo un minuto de pausa. La persona estaba en frente, de alguna manera, de Mary, por lo que podía sentir su respiración por la boca. Su iris desapareció, mientras se abría su pupila tras concentrarse en el cuerpo de la que era una chica. Ahora podía ver su cuerpo, como un ente en la oscuridad, que aumentaba su pulso a metros de distancia de Marianne.
Hasta que hubo un grito. La chica chilló de dolor, creando explosiones brutales en el cerebro de Mary, desapareciendo la concentración con que la miraba. Alejó la cara, con los ojos cerrados, sintiendo como las ondas golpeaban por su cráneo intentando salir, pero aun sintiendo como la niña caía hacia atrás junto a ella.
-¿Qué pasó?-Intentó calmarla, tocando su frente, parecía vibrar, como una jaqueca. Sabía que no le escuchaba. era su culpa por preguntar
-La mierda de niña gritó, joder-Dijo igual, pensando que Seth se preguntaría. Volvió su atención a lo que sucedía, concentrándose de nuevo en la chica-En efecto, estaba amarrada, ahora la está desatando. Pero como si lo estuviera haciendo con mucho cuidado, desde lejos... Ahora se levantaron, el tipo se fue de la habitación, corriendo. La niña está caminando despacio, como si fuera a la pared, como si fuera hacia mí. ¿Quién eres?¿Qué quieres?
Su cuerpo fue hacia adelante, algo inesperado para Seth, que no entendía muy bien qué era lo que estaba pasando, y que la tomaba suavemente sin saber qué hacer.
Sus ojos se conectaron, una cruz de sangre que tocaba tanto el iris como la pupila, como si estuviera por delante; apareció por los ojos de la niña. Pero ella no se estaba dando cuenta, tampoco Seth, como sus propios ojos hacían lo mismo.
Y de repente, justo cuando las líneas de sangre se unificaban en la pupila, un miedo terrible consumió a Marianne. Ahora su cuerpo retrocedía, sentía la vista expandirse aún más, ahora pudiéndose ver en tercera persona, como su propio miedo le consumía el cuerpo, como sus ojos perdían orientación; y volvió a ella, ahora aterrada, pero sin quitar la vista de la niña.
Seth sabía que Marianne no le podía escuchar, ni sentir. Aun así, le gritaba, le movía, se desesperaba junto al cuerpo de Mary que estaba haciendo algo parecido. Intentaba volver al control, cuando el cuerpo de su novia lo perdía.
Volvió a verla, pero ahora podía ver su cara, sus facciones. Aunque no podía ver su cuerpo, todavía era una sombra para ella; vio perfectamente como sus labios se movían, y decían a la par, con un cansancio tenso: "Ayúdame".
​-¡No!-Gritó, viendo como el cuerpo de la chica caía al suelo hacia adelante.
​ Sintió tensión, sus piernas ya no se movían. De alguna manera ahora podía sentir su cuerpo, como si lo quisiera mover, pero no podía. Y antes de cerrar el Trigrama, llegando a su límite luego del grito, vio como la chica se sostenía en el aire, como si estuviera por caer, pero algo le detenía. Sus brazos y piernas estaban aflojados, como si hubiera perdido la consciencia. Pero estaba ahí, en mitad del aire, entre que quería caer, y que algo estaba ahí para salvarla.
​No era el hombre, no lo sentía. Tampoco un objeto, hubiera sentido la vibración salir del pecho de la chica. En realidad, sintió vibraciones en el suelo, dos puntas gruesas debajo de ella.
​Cuando volvió a su cuerpo, sintió esa invasión de terror, que, de un segundo para otro, se le vino encima.
​Era una zumbido constante, que le dañaba. Vio a Seth, pero su cuerpo se dividía en tres, como si no lo estuviera enfocando; intentó mirar hacia otro lado, sintiendo su cuerpo retorcerse. Empezó a sudar, el corazón le latía a mil, mientras miraba a una Marianne de antes, en recuerdos que aparecían como niebla, y desaparecían tiempo después; como sus amigas, sus compañeras, sus hermanas, incluso ella misma decían lo mismo: "Ayúdame".
​ Seth, cuando vio que Marianne se estaba estremeciendo, mirando a diferentes partes sin sentido, intentó agarrar su cabeza para que solo le mirara, pero esta se lo quitó de encima. Eso sí, fue suficiente para poder notarlo, los iris de sus ojos estaban rojos, cosa que sabía perfectamente lo que era.
​-¿Una ilusión?-Pensó a sí mismo, mientras colocaba la palma de su mano derecha en el corazón de Mary. Ella retrocedía, miraba a todas partes, respirando por la boca con gran velocidad-¡Espera, no!-La sujetó con fuerza, y concentrando la esencia de Szel en su palma, le golpeó en el corazón. No tan fuerte, no tan despacio, lo suficiente para que el golpe llegara de pies a cabeza. Así, como si la esencia de Szel eliminara el velo de la ilusión de Kígyo, dueña de las serpientes y todo lo demás; los ojos de Marianne volvieron a ser normales.
​ Ella había vuelto a sí misma, luego de ver todos sus errores pasar por su lado, recordando todo lo malo que había hecho, y todo lo que pensaba que había olvidado. Ella había vuelto, pero seguía junto al descontrol en su cuerpo.
​ Eso no era parte de la ilusión, era de su propia mente.
​ Era su propio miedo a morir.
​-¿Qué pasa?-Pregunto Seth, intentando acercarse, pero ella se alejaba arrastrándose hacia atrás.
​ No le contestó, no podía hablar. "Debo salir de aquí, debo huir, ¡Rápido!" pensó, intentando levantarse. La garganta la tenía seca, no podía parar de respirar por la boca, sabiendo que no debía hacerlo.
​ Y cayó al suelo, sin resistencia. No sentía las piernas, no sentía las manos. Tenía las lágrimas en las pupilas, a punto de salir, mientras veía a su novio sacar su teléfono con rapidez.

La Vuelta de la HumanidadOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz