VII

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Había escuchado su nombre. No sabía de dónde, pero conocía esa voz. Su tronco, sus senos, estaban ardiendo, una sensación extravagante que sucumbía en su piel helada. Sus manos y sus pies estaban fríos, pero su abdomen transmitía calor hacia sus extremidades.
Volvió a escuchar su nombre, era su padre quien la llamaba, pero haciendo caso omiso, siguió abrazando lo que tenía entre sus brazos.
Esta vez fue su celular, que con un tono fuerte y repetitivo, el cual decía una y otra vez "¡Mudá!", una voz italiana masculina que lo repetía tan rápido que podría pensarse que no movía los labios, que no movía los dientes; era aquel que intentaba despertarla.
Y como si fuera parte del sueño, dejó el cuerpo de George y silenció la voz, ahora ya despierta, en un trance donde despertó como si nada, para poder volver a la almohada.
Pero había perdido, había despertado. El desnudo cuerpo de su amante desapareció, y se transformó en su almohada, que esperaba con una paciencia absoluta los brazos de su ama. Estaba sentada en su cama, intentando recordar los brazos, el pecho, su pelo largo y suave...
Pero esta vez Clifford abrió la puerta, encontrándose con los ojos de su hija apoyada con una mano para no caer recostada en la trampa de su cama.
-Son las siete, Katherine-Dijo éste, casi gritando, irritante y persistente, en levantar a su hija.
Katherine, castigándose una y otra vez por el sueño que había tenido, asintió como pudo. Parpadeó y perdió a su padre, en la oscuridad que otorgaba la extraña y fría mitad del verano, por la ventana, batallando con la poca luz que salía por la puerta que estaba semiabierta.
Quería volver con él, quería intentarlo. Cerró los ojos, acostada, intentando recordar el fuego, el cuerpo caliente que funcionaba como fogata para sus pechos, para su vientre. Y aunque estaba avergonzada de sí misma, estaba insatisfecha. Quería más.
Pero nada, sabía que era una causa perdida.
Sus ojos estaban peleando para que no se cerrasen, buscando la manera para despertar de verdad.
Era su consciente contra su subconsciente. Una pelea que antes nunca había tenido. No con un hombre.
Miró su teléfono, eran las seis y media. Sonrió, su padre le había mentido acerca de la hora, para que se apurara. No lo consiguió, no iba a ser más astuto que ella.
Y volvió a cerrar los ojos. Quería volver a ese sueño, pero al parecer todo estaba en su contra.
La alarma volvió a sonar, ahora más fuerte. Un "¡Mudá!" más fuerte, que hizo que se levantara frenéticamente, recuperando esos ojos vivos llenos de luz, para que, con fuerte gritos, llegara a cantar junto a la voz masculina que salía de su teléfono; para que, junto con sus brazos lanzando golpes al aire, recuperara la vivaz energía que todos decían que tenía.
Y no se equivocaban.
-¡Mudá, Mudá, Mudá, Mudá...!-Inhaló todo lo que pudo para volver a gritar-¡Mudá!-Fue largo, fuerte, con potencia, al igual que su celular, y al igual que su puño izquierdo, tras golpear a la nada.
La alarma había terminado, pero para ella había empezado su día.
-Es inútil-Sonrió, desactivando la alarma justo cuando iba a volver a sonar.

Se levantó, Se vistió rápidamente con lo que tenía preparado del día anterior, y salió de su pieza, entrando en la luz blanca de los focos, encontrando a su padre, con un traje grisáceo con detalles negros variados, saliendo de su despacho.
-Perdón-Dijo, con una sonrisa en su rostro.
-Te odio-Empezó a bajar las escaleras, despacio, esperando a su padre.
-Pero te levantaste, ¿No?-Estaba detrás de ella, arreglándose la camisa, sin una corbata delante.
-Pero no fue por ti-Se devolvió a verlo, para sacarle una lengua burlona, entrecerrando los ojos.
Clifford agarró su cabeza desde las orejas, y le besó la frente. Fue largo, la movió a un lado, y bajó antes que ella, para terminar riendo camino a la cocina.
Encontró un ánimo en su padre que muy pocas veces había visto, y conociéndolo, podría decir que estaba nervioso y entusiasmado. "¿Será por George?" pensó, "¿Qué habrá pasado ayer?".

-Nora, ¿Te acuerdas de la licitación que postulamos?-Agarró una barra de pan con mantequilla, y de un bocado mascó la mitad.
-¿La del hospital estatal?
-Esa misma... cumplí los requisitos... ¡Y la pega es mía! La boleta de garantía está presentada, y el dinero es después de 40 días, el plazo son 3 meses y medio, y empezamos la próxima semana.
Nora saltó de la emoción, mientras Katherine se sentaba para preparar su desayuno. No entendía lo que sucedía en realidad, al ver a sus padres tan felices, pero esa felicidad se le pegó. Estaba un poco aliviada, o desinteresada, al saber que no tenía nada que ver con él.
Los dos la miraron, y ella subió sus dedos gordos, aprobando la alegría.
-Eso significa mucho dinero, hija-Dijo su madre.
-Y también mucho trabajo, aunque mi parte está casi lista. Tu papá va a ser famoso, mija-La abrazó por detrás, dejando un cuarto del pan.
-¿Saldrás en la tele?-Se burló, mirando hacia arriba, hacia su rostro.
-Seguramente tu tío Bruno, que es el eléctrico, o tía Antonella, que es la arquitecta, con el ingeniero encargado, que es el tío Adrián,
-¡¿En serio?!-Se volteó, sorprendida-Entonces eso significa que habrá fiesta, ¿No?
-Es astuta nuestra hija, eh-Le dijo a Nora, que se reía-Por supuesto que habrá, pero no estás invitada.
-¡Oye!-Se indignó, mientras él se burlaba. Pensó un momento y lo entendió-¿Es una reunión de negocios?
-Exacto, mija-Agarró su café, y empezó a tomarlo-Será el sábado. Es con mujer, así que tu madre estará también.
-¿Me quedaré con alguien?-Se amurró, agarrando una rebanada de pan, igual a la de su padre.
-Con quién quieras-Dijo su madre, se sintió una acidez en su cara.
Ella la miró con los ojos abiertos, y sonrió.
-Mako, ¿Verdad?-Preguntó Clifford.
-Mako-Dijo ella-Supongo que no habrá plan alguno.
-Yo hablaré con ella, no te preocupes-Dijo Nora, suspirando. A Katherine le sorprendió, en las reuniones anteriores era un lío. Siempre mostraba un rechazo hacia su maestra, pero era Clifford quien decidía al final.
-Entonces estamos bien-Dijo su padre, ya listo para irse, bueno, casi.
-Tu corbata, amor.
Estaba en la puerta, y se volteó, con una sonrisa torpe. Se arregló y desapareció. "Adiós familia" Se escuchó, para que ellas dos se despidieran de vuelta.
Pero Clifford volvió a aparecer en la puerta, apurado.
-Mija, Tomás estará conmigo, por lo que alguien más te vendrá a buscar.
-¿Quién?
-Cuando la veas, lo sabrás.
Y volvió a desaparecer.

La Vuelta de la HumanidadWhere stories live. Discover now