IV

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Era una sala gigante, con paredes de papel blanco y madera al exterior, muy tradicional. En el centro de la sala, había una mesa pequeña y dos sábanas, que para George parecían toallas. Mako lo hizo entrar y le pidió con la mano estirada que se arrodille en ellas. Un señor con terno trajo dos tazas, las colocó en la mesa y esperó parado ahí, sin mirar a ninguno de los dos.
   -Shon, no son negocios, no actúes así-Rió despacio la mujer.
   -Menos mal me lo dice-El hombre, ya en su edad, con un cabello canoso en los lados, pero oscuro encima, y una cara un poco arrugada, pero en forma; liberó la tensión y bajó los ojos hacia los dos-No me dijo nada de un invitado, y pensé que sería una reunión a última hora.
   -No, no, te presento a George-Este le saludó con una reverencia, mientras que el empleado le sonrió-Y es parte de los dragones-Cosa que le extrañó al que estaba enfrente, ya que no era así-Estamos aquí para su iniciación-Eso le gustó más.
   -Entonces, ¿Qué prefieren tomar? ¿Té o café?-Le preguntó a George.
   -Soy de café, gracias.
   -¿Alguna sugerencia para este vejestorio al preparar el café?
   -Fuerte, con tres cucharadas de azúcar.
   -Anotado-Miró a Mako-El de siempre, supongo.
   -Supones bien.
   Shon se fue en el mismo lugar donde había venido. Minutos después, llegó con dos jarrones de cerámica blancos en una bandeja. Cada jarrón para cada café. Cada café para cada taza. Y se retiró.
   -Ahora, podemos hablar con tranquilidad, todo el tiempo que quieras. Cuando me dirigía a mi casa, me comunicaron con especificación lo que sucedió en el Cuartel General. Conozco a Haireaki, y conozco su enemistad, tanto como te conozco a ti. Y la decisión que tomaste en ese momento, fue la perfecta-Tomó un sorbo de su café, luego siguió. George solo la escuchaba, emocionado de estar ahí, de estar frente a ella-Conoces bien que nuestro clan tiene un código de honor bastante rudimentario, estamos hablando de algo forjado antes del cataclismo, y que sigue en pie hasta la fecha, con sus altos y bajos; pero lo que hiciste, fue defender tu honor.
   -Gracias, Mako-Le interrumpió, mientras ella volvía a su café-Pero no fue unánime en mi interior. Sigue siendo de mayor rango, aunque yo sea un civil aquí.
   -Para mí, hijo, naciste como un dragón, no como un civil. Eres una hermosa creación de dos dragones; tienes sangre de dragón, y eso te convierte fielmente en alguien como nosotros. No te compliques en eso, mejor es verlo de una mejor manera. Tienes razón, en parte te pueden considerar civil, y eso te da permiso para poder desafiar a alguien como Haireaki. Si fueras ya parte legal del clan, no creo que te convenga desafiar a alguien así.
   -Claro, siempre que se mete conmigo lo tengo en mente.
   -Pero hay algo que se puede hacer ahí: Un duelo de honor. Y ahí es donde también puedes entrar. En vez de verte a ti mismo como un civil, y tener la oportunidad de hacerle pedazos la cara como civil, puedes convocar un duelo de honor al frente de los dragones, y así demostrarás que eres capaz de entrar, ganando o no.
   -¿Aunque pierda, dices?-Estaba extrañado, pero a la vez gustado por el café. No era el mismo que tomaba la mayoría de las mañanas.
   -Claro, por el simple hecho de desafiarlo de esa manera representas el honor que tienes dentro, y eso para los sabios es algo muy importante. Eso te daría la aprobación de la mayoría, y también te daría muchos puntos. Pero hay algunas cosas que debo enseñarte para eso. El duelo de honor tiene ciertas reglas: No habrá ayuda; no habrá armas, o sea, es a mano limpia; y el perdedor debe perder algo que es de mucho peso. En la antigüedad, perdían la vida, ahora son desterrados. Tú... yo me encargaré, si pierdes, que no seas desterrado en seguida, tendría que hacer lo que pueda, pero hay algo que puedes ocupar a tu favor, o en contra, y es la magia del dragón guerrero.
   -¿Hacerme tatuajes en las zonas más sensibles? ¿De qué me ayudaría?
   -Ser un dragón guerrero va más allá de hacerte tatuajes en los pezones. Hay algo oculto detrás de ellos, detrás de nosotros...-Se levantó, y se quitó la chaqueta. Esa polera negra que llevaba puesta atrás estaba rajada, hasta tal punto de estar la espalda descubierta. Ahí estaba, la cabeza de dragón de frente, mostrando unos ojos verdes cristalinos que le llenaban de una emoción extraña a George, no podía reconocer lo que le estaba pasando, pero lo que estaba viendo era algo que nunca había visto. No solo los ojos estaban iluminándose, sino que el dragón, que recorría el cuerpo de la mujer, estaba totalmente iluminado-Y lleva relación con Haireaki, porque él también es un dragón guerrero.
   En efecto, el cuerpo de Mako estaba brillando con un luminoso verde de jade, tal cual Melissa le había advertido horas atrás; hasta tal punto que fue rodeada por el mismo dragón, un ser hecho solo de luz, que le cubría la piel.
   Mako miró al cielo, y el dragón siguió su vista, desapareció en el techo. Al sonreír, aquellas murallas subieron, apareciendo cuatro salas muy distintas entre sí. La que estaba delante de ellos era celeste, con unas montañas en miniatura. La de la derecha, era algo parecido, pero llena de fuego y magma. Detrás de ellos, había una especie de charco con agua de un color azul muy parecido al de un lago. Y el último, en la izquierda era un prado seco.
   -¿Sabes por qué los clanes tenemos a estos animales en específico?-Refiriéndose al dragón, a la serpiente, al elefante y al tiburón. Se sentó, pero la brisa seguía ahí-Es difícil de explicarlo totalmente, pero todo viene de Pearl, la chica que salvó a la humanidad de la extinción. Se dice que, junto a seres de su especie, especializados en la magia, crearon a cuatro señores elementales, los cuales representaban los cuatro elementos primordiales: El fuego, el agua, el viento y la tierra. El señor elemental del agua era Kiralcapa el Tiburón, rey de los océanos; la señora elemental del viento era Szel la Dragona, señora de los aires; el señor elemental de la tierra era Isten el Elefante, protector de la tierra; y la señora elemental del fuego era Kígyo la Serpiente, dueña de todo lo demás. Estos cuatro señores elementales tenían una misión en el mundo, adoctrinar a los humanos para que no vuelva a pasar lo que había ocurrido unos años atrás. Pearl quería evitar un nuevo cataclismo, y lo consiguió: algunos humanos los consideraron dioses, otros los consideraron amigos. Los Shokoku, en nuestro distrito, fueron los que se adentraron a conocer a la dragona hasta tratarse como familia, hasta tal punto de compartir su magia.
   "Así, los Shokoku tuvieron la presencia de Szel en su interior, al igual que yo, al igual que todos los dragones guerreros... Incluido Haireaki. El dragón que tengo en mi cuerpo es la miniatura de la miniatura de Szel, pero su tamaño va dependiendo de la voluntad del individuo. El mío es... bastante grande".
   Y lo era. Era gigante.
   -Siguiendo...-Agarró su taza y se acabó el café-Los Shokoku murieron, y se dice, como toda leyenda, que Szel lloró en la tierra, creando el jade que está en este lugar. Lo que en realidad pasó, es que dejó toda su magia en el jade que habitaba en el distrito, para que aquel que conozca lo que pasó con su familia humana, sabrá que esas gemas estarán cubiertas de su magia. Y eso es lo que pasó: Tachibana Shokoku, de quien salió el apellido Tachibana, que sabía todo lo que pasaba; tomó un jade, lo molió, y lo consumió. Su cuerpo lo soportó, y la magia que estaba dentro lo protegió. Así, tanto la familia Shokoku, que desapareció luego de unas generaciones después, y los Tachibana, fueron las familias que crearon los Dragones de Jade.
   -Eres... Tachibana Shokoku... ¿Es tu antepasado?
   -Exacto-Rió. Sus ojos volvieron a prenderse, tal cual el dragón que estaba rondando el lugar-Szel es parte de mí, de una manera... directa. O más directa que la de los otros dragones guerrero. Que yo sepa nadie puede hacer esto. Nadie puede ocupar la magia de Szel tanto como yo-Sus ojos exaltaban una esencia verde-Mi lugar es aquí, el viento. Pero tú puedes elegir cualquiera de las habitaciones, no cambiará nada en tu iniciación. No estás eligiendo un clan, estás eligiendo tu interior, y lo que será tu forma de actuar,
   -No... entiendo, ¿Qué elijo en particular? ¿Por qué todo esto tan... de la nada?
   -Te lo digo porque sé que desafiarás a Haireaki, que no correrás; y para eso... debes saber las armas que él puede ocupar, porque no es un simple humano. Al final, es el kohai de un gran sabio.
   "Y en estas salas eliges cómo eres. Pero lo sabrás cuando lo elijas. Puedes elegir, también, no elegir nada, y eso también será elegir algo-Vio por encima del hombro de George, la estaban esperando-Pero te dejaré hacerlo a solas. Alguien me espera".
   George quedó solo en el centro de todo el caos. Había cuatro habitaciones: el fuego, la tierra, el aire y el agua. Pero la pregunta era: ¿Cuál elegir? ¿Cómo elegir? Se paseó por las cuatro habitaciones. Por razones extrañas, al entrar en la sala de fuego, su corazón se aceleró, y su respiración empezó a ser brusca. En la sala de tierra se encontró mejor por un momento, pero se le secaron los labios y le dolía al tragar. Se volvió a la sala del agua y sus problemas en la boca se sanaron, pero empezó a temblar, aunque él mismo no lo sentía. Estaba tranquilo, pero empezó a sudar. No es que las gotas de sudor caían y caían, sino que sentía que estaba nervioso. Salió de ahí y terminó en la última sala.
   La sala del viento.
Estaba normal de nuevo, pero... dudaba. ¿Sería esta la sala que representaba como era? No lo sabía en realidad, pero estaba mucho mejor que en las otras. Se quedó ahí, hasta que volvió Mako.
   -Siento eso, cosas de ser la jefa... Pero entonces, ¿Eliges la sala del viento?-Preguntó al llegar a su lado.
   -No, pero... en las otras salas estaba de una manera diferente, aquí no es que esté tranquilo, no como en la sala del agua, pero si estoy mucho mejor.
   -Eso es porque perteneces a esta sala. Como dije, no tiene nada que ver con ser un dragón, hay muchos que pertenecen a la del agua, otros que pertenecen a la de la tierra, otros que pertenecen a la del fuego.
   -Haireaki pertenece a la sala del fuego, ¿No?
   -Sí. Cada habitación representa algo importante de la persona: La habitación del fuego representa el valor, pero a la vez, le consume la furia; la del agua representa la tranquilidad, pero consume la indecisión; la de la tierra representa la estabilidad, pero consume la obstinación; y el viento representa la astucia, pero te consume hasta la locura.
   -¿Estás... loca?-No entendía muy bien lo que pasaba.
   -No, todavía no. Algunas veces se me va la cabeza, pero puedo controlarme. Hay ciertas cosas que me vuelven loca, seguramente tú tendrás algunas cosas que te harán lo mismo-Sonrió.
   -No entiendo, ¿Para qué era esto?
   -Para tu entrenamiento, es como... una base. Te dirigiré de una manera en específico ahora, ya que sé cómo eres-Fue a la mesa, se agachó y apretó un botón. Las paredes que antes habían subido, bajaron-Pero ahora, esta sesión terminó. Volvamos arriba.
   -Espera, ¿Arriba?
   -Sí-Rió-Mientras te hablaba bajamos por un ascensor, que más bien es esta habitación.
Fue extraño. Algo muy raro para George, pero de a poco lo iba entendiendo. Al llegar arriba, y ver que habían pasado algunas horas abajo, se despidió de Mako, y en su moto se fue a su lugar de trabajo: El Arditch.

   Trabajaba ahí desde hace tres años, gracias a su querida hermana y también compañera de trabajo. Los dos eran garzones en el bar de uno de los Kotaro: Oron Kotaro. Era perfecto, la gente reía, gritaba, tomaba, se divertía. Disfrutaba. Hace unos años implementaron un lugar especial para que las bandas independientes tuvieran una oportunidad de presentarse, pero nunca encontró a nadie en particular que le gustara.
   Aun así, era el mejor trabajo que podía tener. Tenía sus problemas, los suburbios era poco un caos en las noches, pero el Arditch ha encontrado a sus verdaderos clientes.
   Al llegar, no había tanta gente, pero ahí estaba Melissa, hablaba con Oron, el cantinero y como un hermano mayor de los dos.
   -¿Nuevo peinado, Or?-Le dijo tirándole las llaves de su moto, para que las guardara.
   -Fue una apuesta, joder. El próximo que me lo diga le tiraré un vaso-Rieron.
   -Hola, Mess. ¿Todo bien?-Se le acercó y la besó en la frente.
   -Sep, ha sido un día tranquilo, pero a la vez excitante.
   -Ahora que lo dices-Se quitó el coletero, cayendo su pelo a su lado-Estoy exhausto... si te dijera lo que pasó en el dojo Tachibana... me llamarías loco.
   -Te hicieron elegir una de las cuatro salas, ¿Verdad?
   -Es...-Estaba ofendido-Espera, ¿Cómo lo sabes?
   Oron se largó a reír. 
   -Eres un niñato-Intentó decir entre la risa-Es parte de la iniciación, ¿No lo pensaste?
   -¡Oye!-Ahora estaba enfadado de sí mismo-No... no lo pensé. No estuve tres años entrenando. Además, Mako estaba como... contándome un secreto.
   -¿Qué secreto...?-Preguntó Melissa, pero Oron gritó a su oído.
   -¡¿Mako Stormfield Tachibana?!-Su cuerpo se lanzó encima de George-Eres todo un encanto, pero ¿Ella te iniciará?
   -Sí... Es mi maestra.
   -¡¿Tu Senpai?!-Ya estaba como loco gritando en el bar-No puede ser, ¿Mako Stormfield Tachibana teniendo un hokai?
   -No, no, no me malinterpretes. Será mi maestra para mi iniciación, y para poder desafiar a Haireaki. Cuando lo vea, le pediré un duelo de honor.
   Los dos que lo estaban escuchando abrieron sus ojos como platos. No lo podían creer.
   -¿Estás loco? Es un Dragón Guerrero, ¿Sabes lo que es eso?
   -Ese es el secreto que me contó. Ahora sé perfectamente qué es un dragón guerrero y cómo poder tener la esencia de Szel en tu interior-La pregunta de Melissa que pasó desapercibida fue respondida al final, y eso la reconfortó-Y tenías razón Mess, lo que le cubría es parte de ser un Dragón Guerrero.
   -¿Y sigues pensando que es una buena idea?-Le dijo ella ocultando su alegría al ganar ese pequeño debate.
  -Si... La misma Mako Tachibana me adoctrinará para eso-Sonrió.
  Oron abrió la boca, sin poder creerlo. Tragó profundo, sin poder cerrarla del todo.
   -Wow-Se volvió a trabajar-Es impresionante, te felicito.
   -Y yo también-Dijo Melissa golpeándole sin fuerza en el hombro-Es realmente impresionante.
   Pasaron unos segundos, George quería ir a cambiarse, pero Oron volvió a gritarle a algunos amigos que estaban en el bar:
   -¡¿La misma Mako Stormfield Tachibana va a entrenar a mi muchacho?! ¡La nieta de Secilia Tachibana! ¡La Gran Sabia Suprema!
   -¿Quién es ella?-Preguntó George.
   -¿No la conoces?-Agarró el hombro de George mientras Oron seguía gritando-La antigua Gran Sabia Suprema, la mujer que se atrevió a retar a todas las serpientes de ojos rojos en su territorio. Murió allá, pero se llevó con ella cientos de vidas.
   -Eso... no lo sabía. O no me acordaba.
   -No sabes mucho de la jefa, en realidad. Creo que lo mejor es conocerse, mientras están "juntos" trabajando en tu pelea.
   -¡Mi cachorro se convertirá en dragón gracias a la mismísima Mako Stormfield Tachibana!-Gritaba y celebraba, terminando con un wuju y chocando las jarras de cristal.
   -¡Oron! Por favor, cálmate-Le dijo George-¿No crees que te estás pasando?
   -¿Por al fin tener un buen día?-Rió con sus amigos-Joder, mejor anda a vestirte mientras sigo gritando nuestra felicidad. ¡Y te recoges el pelo! Que te ves mejor con eso recogido.
   Y razón no le faltaba. Era un muy buen día.
   Si que lo era.

   El trabajo fue como siempre: servir, ordenar, pedir, llevar, traer, preparar y limpiar. Era algo ya cotidiano, y aunque a algunos ya se les hacía cansador, tanto George como Melissa trabajan con todo el ánimo, como si fuera el primer día. Ya eran las nueve, el cielo ya estaba oscuro, y al verla desde una ventana, la luna ya había empezado su camino para recorrerlo.
   Había llegado mucha más gente, estaba casi repleto. La banda Kringsom Cronicles estaba adelante tocando su nuevo álbum Dollydeals, una mezcla de steampunk y jazz. Oron iba y venía con los platos y las bebidas para que George, Melissa, Andrew y Sindra los recogieran y los llevaran a sus respectivos puestos.
   Pero había llegado un momento que la gente ya casi no pedía, solo disfrutaba de su bebida y de la música que estaba emitiéndose en vivo, por lo que los camareros estaban casi sin movimiento, solo esperando algo puntual, o la cuenta para los que ya se iban.
   George y Melissa tuvieron un tiempo para sentarse y disfrutar de Giorgia, la feroz cantante que, con su aguda voz, pero melancólicamente romántica a la vez, hacía los pelos de sus brazos se erizaran.
   -¿Cómo va todo?-Preguntó Melissa sentándose en las sillas de la barra junto a George-No es tanto trabajo como lo de algunas veces. Ha estado más tranquilo que otros días: Ningún conflicto, pelea o discusión. La gente hoy está de buenas.
   -Y nosotros también-Le dijo el otro acomodándose-Todos estamos de buenas hoy, no creo que pueda haber alguien que nos apague la fiesta que está montada. Aunque es algo simple y sutil, está siendo una muy buena fiesta.
   -Así es, estoy de acuerdo-Miró de reojo a Oron, quien le estaba señalando que fuera a una mesa, donde una chica y un hombre se estaban sentando-Sigue el trabajo, vengo en un momento.
   George miró un poco la mesa donde iba Melissa. La chica era muy bella. La quedó mirando un rato, un poco absorto, como hablaba con el hombre y con Melissa, quien ya estaba volviendo hacia él, o hacia Oron.
   -¡La carta para la 44!-Gritó hacia dentro de la cantina. Al volver a George, le sonrió-La chica es nueva, y es hermosa... el hombre ya había venido varias veces, Tomás.
   -Me acuerdo de él, pero... ¿Quiénes serán?-Preguntó con indiferencia. No quería en realidad saberlo, pero lo preguntaba por si acaso.
   -En realidad no lo sé, no he tenido la oportunidad de entablar una conversación con el tipo más de un "Hola, ¿Qué puedo servirle?", pero la chica lleva un polerón de un colegio, y al parecer, es caro y anticuado. Tiene una R encerrado en un símbolo en la zona izquierda, pero aun así no podría decirte de qué colegio es. Capaz que sean hermanos.
   -¿Será del instituto Roodhry High?-Preguntó, recordando el colegio de Mako.
   -Puede ser, el logo tiene sentido, ¿Por qué lo preguntas?
   -Mako trabaja ahí, como profesora de historia.
   -¿En serio?-Mostró una débil sonrisa, de asombro-Nunca lo habría pensado.
   -Yo tampoco...
   -Cuéntame de ella, ¿Qué pasó en el dojo Tachibana?
   -Bueno, lo que dije en realidad. Bajamos a un subterráneo, donde había cuatro habitaciones. Las salas del fuego, el viento, el agua y la tierra. Por cosas de negocios, supongo, porque la estaban esperando afuera, o arriba yo creo; ella se fue justo cuando tenía que elegir, y eso me dio más confianza para hacerlo. En la de fuego me sentí raro, la de la tierra me sentí mal, y en la del agua me sentí sereno, pero en realidad estaba nervioso. Cuando llegué a la del viento me sentí mucho mejor, pero no había entendido que esa sala había yo elegido.
   -En realidad no eliges la sala, bruto-Rió un momento, mientras George aprovechaba, de vez en cuando, volver a ver a la chica de una forma inconsciente-La sala está llena de magia que conforma cada clan. En la del viento te sentiste mejor porque la magia de Szel en el Jade cabía mejor en tu cuerpo, porque la magia de la dragona no te debilitaba.
   -Pero Mako dijo que te consumía hasta la locura.
   -Hay casos así, como el de su abuela, por ejemplo, al no tener paz dentro de su ser, caen inmediatamente en la locura.
   -¿Crees que eso me pueda llegar a pasar?-Preguntó un poco preocupado.
   -¿La verdad? No lo creo, eres muy sereno. En verdad yo pensé que estarías en la azul, pero al parecer estaba equivocada.
   -Ahora que lo mencionas de esa manera, era como la más... adecuada para mí.
   -Noup-Le sonrió-La más adecuada es la del viento, por eso encontraste que era la mejor.
   -Puede ser.
   Iba a seguir hablando sobre Mako, entrando en el tema de los dragones guerreros, pero se detuvo al observar a la chica ir directo al pianista, el cual estaba súper cerca de ellos.
   -¿Qué crees que haga la chica ahí?-Desvió de tema.
   -Tocar el piano supongo-Se burló y rió un poco-No sé la verdad, seguramente alguna canción popular, de pop o algo así.
   -No creo que sea una fanática de la música clásica-Rió-O por lo menos no tiene cara de eso, ¿No?
   -Si vamos en esa... no tiene cara de nada, burro. No puedes asegurar algo con tan solo mirarla.
   -Algunas veces funciona.
   -Algunas veces, aquí no. Mejor escuchemos lo que puede hacer.
   La chica empezó a tocar notas al azar, convocando una melodía un poco rara, pero gustosa. No era lo que los dos habían esperado, para nada. Luego de un rato, empezó a tocarlas de una manera sistemática: uno, dos, tres, cuatro y repetir. Era lenta, la gente no estaba tan conforme con eso, hasta que después de unas cuatro veces de repetir, cambió el ritmo, un poco más elevado.
   -Me suena mucho esa melodía-Susurró George, intentando recordar de dónde la había escuchado.
   Para ese punto, la chica se detuvo, miró a la chica del violonchelo, que la estaba acompañando, pero no hacía nada. Asintieron a la vez, y empezó a tocar una melodía parecida a la de la del principio, pero muchísimo más rápido.
   Si la había escuchado antes, pero no podía recordarla.
   Melissa estaba boquiabierta, mirando los dedos deslizarse en las teclas del piano, mientras George estaba concentrado mirando la cara de la chica, como disfrutaba al tocar. Mess se dio cuenta de eso, y se lo contó entre susurros a Oron. Pero este no pudo aguantarse.
   -Oye, Gorgie, ¿No crees que es muy chica para ti?-Al ver que no le prestaba atención, que no podía salir de su mente, le golpeó en la nuca-¡Oye!
   -¡¿Qué?!-Se sobó, le había dolido.
   -¿Qué estás haciendo, hombre?-Le pasó un vaso con agua-Consiguete a una muchacha de tu edad.
   -¿De qué estás hablando?-Estaban escuchando la hermosa música de la niña, pero no le estaban tomando total atención como antes-Estaba pensando en cómo se llamaba la canción, nada más.
    -Es una de las partes de la sonata de la luz de medianoche, George... de Beethoven-Contestó Melissa. Ninguno de los dos que lo estaban mirando estaba conforme con la respuesta del chico.
   -¿Sí? ¿Por qué me suena tanto?
   -Porque hoy Ozs-El padre de la familia Kotaro, que estaba haciendo comida en aquella olla en la hora del almuerzo-La estaba escuchando, cuando estabas durmiendo. La tenía a todo volumen
   -Eso era-Tenía una sonrisa en la cara, la melodía seguía en un ritmo rápido, pero ahora en tonos altos, donde el chelo hacía la base con los bajos.
   Pero esa sonrisa desapareció al ver a Haireaki entrar con los pequeños Guchi, que eran kohai en la familia-Mierda...
   -¿Qué pasa?-Se volteó para verlo-Mierda.
   -Mierda, mierda, mierda-Repitió Oron al ver como caminaba por las mesas.
   Todos los estaban mirando. El restaurante y bar Arditch era un negocio familiar de los Kotaro, una familia japonesa, y que una familia china-Y más en un grupo como ese-era extraño de ver.
   Pero los tres que estaban ya levantados sabían perfectamente a qué venían.
   George sabía perfectamente a qué venía Haireaki. Y se lo iba a dar.
   -Bueno, bueno, bueno-Dijo Haireaki viendo el lugar-Creo que es una buena noche para el negocio, ¿No?
   Poco se escuchaba de su voz, la chica que estaba tocando con tanta alegría no se detenía, ni sabía que estaba sucediendo a sus espaldas. El hombre que la acompañaba se levantó, pero Haireaki lo hizo sentarse de nuevo.
   -O se calla, o la callo, ¿Entienden parejita?-Les hablaba a Mess y a George-¡Que te calles, perra!
   Agarró un cuchillo que estaba en la mesa más cercana, y, con unos ojos con una brisa roja y negra, de obsidiana; se lo lanzó. Iba directo a su cabeza, seguramente podría matarla. George se adelantó para salvarla, pero al parecer no tenía tanto tiempo para correr.
   Mess y Oron quedaron paralizados, todos se callaron, incluso la del chelo. Pero la niña no se detenía, hasta que un grito la detuvo.
   -¡Katherine!-Gritó el hombre con todas sus fuerzas a sus espaldas, mientras George saltaba para sacarla del asiento-¡Cuidado!

La Vuelta de la HumanidadWhere stories live. Discover now