El día siguiente despertó todavía con el cuerpo confuso. No podía sacarse de la cabeza la cara que Bella tenía antes de despedirse, y le estaba dando mala espina. No creía que ella fuese capaz de hacer algo sin pensar, por lo fuerte que se demostraba. Por lo madura que se veía.
​ Prefirió pensar que era algo parecido a lo que sucedió al conocerla, y quizás lo mejor era dejarla sola. Pero eso no le convencía, no era justo para ella tener que esperar, y verle de esa manera con los brazos cruzados. Sentía esa necesidad de ayudarla, de convencerle que la dejase entrar, y que pueda entregarle el amor que su madrina le enseñó que debe dar cuando hay problemas así, del corazón.
​Tampoco quería ser tan intrusiva, poniéndose en sus zapatos, no importase quien, excepto por George, no quería que alguien le estuviera implorando que se abriera. Sería más problemático que el mismo problema.
​   Aun así quería hablar con ella, al menos acompañarla. Siempre pensó que junto a alguien uno puede ser más fuerte. Estar solo nunca era la solución.
​   Por lo que la buscó. No estaba en su sala, y Maxwell dijo que no sabía dónde estaba. Había un único lugar que le faltaba, ese "refugio" que Bella le había mostrado, ¿No era obvio?
    ​Se tomó su tiempo, mirando a la gente por el pasillo. Era en la otra ala del colegio, por lo que le tomó sus buenos minutos. Al abrir la puerta al techo, cosa que decía antes de ir por las escaleras "estudiantes no cruzar" con el no rayado, la encontró sentada, mirando a la gente jugar y divertirse.
​   Era obvio. ¿Tan mal estás? ¿Cómo te encuentras?, no encontró alguna frase para empezar, por lo que solo se acercó. Bella, ya sabiendo que Katherine estaba detrás, tocó un par de veces el suelo, para que se sentara junto a ella.
   ​-No sabía qué decir-Dijo al cruzar las piernas.
​   Bella exhaló.
​   -No es necesario. Mejor si hay silencio.
​-¿Eso crees?
​   -Sí. No. No lo sé. El silencio me ayuda a enfrentar las cosas que se esconden cuando pierdo la concentración en mí misma.
   ​-¿Estabas meditando?
   ​-¿Tú meditas?-Lo dijo en tono de burla.
   ​-Sí. Es algo bastante bueno.
   ​-Algún día tendrás que enseñarme.
   ​-No es que me considere un yogi o algo, pero tengo unas técnicas que me enseñaron.
   ​-¿Fue Mako?
   ​-¿Co-Cómo?
   ​-Era lógico, desde principio de semestre que siempre está cerca de ella. Maxwell me dijo que era tu madrina, ¿No es así?
   ​-Pues sí.
   ​-¿Y te ayuda?
   ​-Sí, es alguien que... me ha enseñado muchas cosas.
   ​Bella se encerró en sus rodillas.
   ​-Que... que envidia.
   ​-¿Y tu madre, siempre está afuera?
   ​-Sí. Desde hace años que vivo prácticamente sola, viene casi dos veces al mes. Pero es entendible, todo por el trabajo. Por mi.
   ​-¿Y dónde trabaja ella?
   ​-Donde los tiburones.
   ​-¿Y no es mejor que te vayas a vivir con ella?
   ​-No. Si me voy, no creo tener oportunidad de obtener una beca de deporte. Te creo a otro instituto de la región, pero un cambio de distrito cambia muchas cosas.
   ​-¿Tú elegiste vivir aquí?
   ​-Lo único que he elegido por cuenta propia es estar con Maxwell.
   ​Eso le calló. Katherine haría lo mismo en su lugar. Bueno, si es que no tuviera como padre a Clifford Bloss. Bella se estaba jugando el futuro, por algo le era tan importante terminar con Horacio de una vez.
   ​-¿Puedo decir algo?
   ​-Dilo.
   ​-Ayer... cuando nos separamos. Te encontraste con él, ¿Verdad?
   ​-Sí.
   ​-¿Qué le diste?
​   Bella solo se encogió.
   ​-No quiero pensar en lo peor, pero...
   ​-Fue lo peor. Pero ahora no debo preocuparme por él, ya lo detuve.
​   Su cuerpo se agitó al instante. Lo sabía, su cara, sus expresiones, todo indicaba a ello.
   ​-Cuando tu madre te dio a elegir entre el colegio y la beca, o irse del distrito, fue una decisión por el bien mayor. Y te quedaste. Cuando debían elegir a la capitana del equipo, la decisión fue por el bien mayor, y la tomaste. Y ahora...
   ​-Sí, fue por el bien mayor. Aunque todavía siento sus manos por mi cuerpo, sus susurros por mi cara, sé que es por el bien...-Su voz se trizó, mientras que intentaba detener las lágrimas-mayor. Y fue la mejor decisión, ya todo terminó.
   ​Katherine le abrazó por el lado, mimándola. Luego de unos minutos, se levantó.
   ​-Lo siento, pero... no creo que la haya sido.
   ​Bella no le respondió, por lo que se retiró. Al darse vuelta, esta le detuvo.
   ​-¿Puedo hacerte una pregunta?-Se levantó, sin dejar de mirar a la gente.
   ​-Sí, claro. Dispara.
   ​-¿Por qué vives? ¿Por qué sigues adelante?-Se volvió a ella, con una mirada avergonzada, alejada. Katherine abrió los ojos.
   ​-Bueno, yo... eh-Vaciló, debía pensarlo un momento. Bella volvió a mirar al patio de la escuela-¿Por qué vivo? Porque debo, supongo.
   ​-¿Y por qué debes?
   ​-Joder... por la gente que está a mi alrededor. La gente que me ama, que me necesita.
   ​-¿En serio?-Tartamudeó, como si las palabras no quisieran salir de su boca, había algo que las arrastraba hacia la garganta.
   ​-Sí. Bueno, todos, o la mayoría, dicen que me buscan por mi... ¿Luz? No sé si me explico, esa... inocencia. Esa blancura. No sé si esas cosas son buenas, pero la gente ya no tiene cosas así estos días. Todo está cubierto por el... el dolor.
   ​Bella exhaló, apretando los puños.
   ​-¿Y por qué tu vives? ¿Qué es lo que...?
   ​-Ya no lo sé-Le cortó, casi susurrando-Perdí esa respuesta.
   ​-Bueno, yo la tengo-Bella le miró enseguida, sorprendida-Por tu madurez. Mira, no sé si soy la única, pero se puede ver en nuestras compañeras de equipo. La gente que te rodea te busca por tu fuerza, por tu madurez. Porque eres como la adulta del grupo, la que puede tomar las decisiones difíciles, sacrificándote. Y nosotras, las que somos inmaduras e indecisas, solo podemos verte, y querer ser como tú.
​   Bella movió su cabeza, intentando que las lágrimas no cayeran. Katherine había dado en el clavo. Por esa razón era la capitana del equipo, por esa razón había entregado su cuerpo para que Horacio se detuviera. Creía ser lo suficientemente fuerte como para controlar el dolor de esas decisiones. Pero al parecer el dolor fantasmal del pasado le estaba carcomiendo. El dolor fantasmal de los recuerdos del ayer le estaban matando.
​   Hubo un gran silencio, un momento para que las dos pudieran entenderse entre ellas mismas, una para no perder a su nueva amiga, la otra para no soltar la cuerda.
   ​-Empatía-Dijo, tomando de nuevo la atención de Bella-La gente me necesita porque puedo entenderles. Por la luz. Porque yo...
   ​-Porque eres un faro de luz.
   ​-Bueno... se podría decir.
   ​-Y la alumbras con la más potente luz que he visto.
   ​Eso le hizo callar. Quería decir que era una mujer de fe, pero no era la primera en decirle algo parecido. No quería creerlo, pero...
   ​-Te lo dije cuando nos conocimos. Hay algo en ti que... me hace sentir diferente. Es esa luz que emites de forma natural. Y ya sea por lo que llamas inocencia, inmadurez incluso, pero esa luz es algo nato en ti. Pero... no hay forma de empatizar lo que he sufrido.
   ​-No, Bella-Se le acercó tan cerca como pudo-El amor lo hace. Siempre está ahí, solo debes buscarlo, ¡Créeme!-Le tomó la cara con las dos manos, ojos con ojos, boca con boca-El amor es el que sana, no importa el dolor que sea. Deja que el amor te sane.
​   Bella sacó una risitas, mordiéndose los labios para detener las lágrimas, y le abrazó.
   ​-Entonces, debo buscarle, ¿No?-Le dijo en el oído. Katherine asintió muchas veces, aumentando la fuerza en el abrazo. Pero ella se alejó, dejando las lágrimas caer-Entonces déjame buscarle. Pero debo hacerlo sola. Necesito estar... sola.
   ​Katherine le besó en la sien con fuerza, con ternura, y retrocedió un poco. Asintió un par de veces, y se dio la vuelta.
   ​-Suerte en esa travesía-Dijo antes de irse.
   ​-Gracias, la necesitaré-La puerta se cerró, y volvió su mirada a la gente, que estaba yendo ya a sus clases-Si es que vuelvo.

La Vuelta de la HumanidadWhere stories live. Discover now