VII

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​Es verdad, a Clifford eso le vino de sorpresa. Pero una sorpresa que esperaba que llegara, y que se alegraba tanto que llegara tan pronto. Meditando, estudiando, planificando; esta escena era tal cual se la había imaginado. Pero aun así, se sorprendió.
​   Debía verse sorprendido, ¿No? Su hija lo había expuesto en un mal momento, luego de ver la tumba del hermano de su mujer.
​   Debía sonar sorprendido, pero Clifford DeLuca nunca se sorprende.

​   Con el café en la mano, musitó una sonrisa. Miró a Nora con tranquilidad, mientras ella se estaba desesperando, y le puso la otra mano encima de la de su mujer. No sabía qué hacer, y necesitaba apoyo.
​   Dejó la taza donde debía, suave y despacio. Y miró a su hija.
​   Fría, despiadada, aniquiladora; Katherine sintió temor cuando su padre le miró. Segundos después, Clifford sacó una sonrisa.
   ​-Entonces, ¿Ya lo sabes?
   ​-No hagas preguntas estúpidas, padre-Agarró con fuerza la mano de Mako, se le notaba la furia en su cara. Nora hizo lo mismo con su marido-Sabes que me debes una explicación. La quiero ahora.
​   Clifford soltó una pequeña risita, sonriendo aún más.
   ​-¿Qué quieres saber?
   ​-¡El por qué!-Le sacó de juicio, gritándole con todo lo que tenía. Necesitó unos segundos para calmarse, luego siguió-¿Por qué mierda lo hicieron?
​   -Mako-Dijo, sorprendiendo a su amiga-Una suerte tenerte aquí, ¿No crees?-Suspiró, levantándose-¿Quieres saber la verdad?-Su cara cambió completamente, a esa mirada que mataba con solo verte-¿Por qué no empezamos por el principio? Mako, ¿Por qué no le cuentas tu historia con... David Cordier?
​   Eso le impresionó más, pero sabía a lo que iba. Miró a Kat, mientras esta se alejaba un poco.
   ​-Uhm... David y yo tuvimos una relación...
   ​-Eso lo sabía-Le interrumpió la chica-Pero ¿Qué tiene que ver eso con que sea mi madrina, papá? ¿Qué insinúas?
   ​-Que siga. Deja que siga. Que diga la verdad, ya que estamos.
   ​-Ehh...-Miró con un poco de enojo a Clifford, sintiéndose atacada por alguien tan cercano como él, con un tema tan delicado como ese-Él y yo íbamos a tener un bebé, se llamaría Amadeo o Amadeus, eso lo íbamos a platicar con él, pero... las cosas... Salieron de una forma diferente.
   ​-David Cordier, meses antes del nacimiento de Amadeus, agarró a Mako y le sacó con crueldad el hijo, le hizo un tajo en el ombligo, y sacó al niño.
​   Eso le dolió, un disparo fuerte al pecho, ¿Por qué era tan frío de repente?
   ​-¿E-Eso es verdad?-Preguntó, incrédula.
   ​-Sigue contando.
   ​-¿Por qué lo hizo?-Preguntó Katherine casi susurrándole.
​   Mako no sabía qué hacer, estaba pensando mucho cosas que no podía decir. No quería perder el control.
​   Katherine intentaba sacarle algo, Nora también quería hablar, pero...
   ​-¡Déjenla hablar!-Gritó con rabia el hombre, que volvió a la serenidad al segundo-¿Qué sucedió después?
​   Nora se alejó un poco, aguantando sus palabras.
   ​-David desapareció en... con mi hijo, en su distrito.
​-¿Y...?
   ​-Días después... Mi abuela fue por él.
​   Katherine, un poco confundida de ver a su maestra tan cabizbaja y adolorida, miró a su padre, parecía un torturador.
   ​-¿Qué haces?
   ​-¿Quieres saber la verdad hija? Sepamos la verdad. ¿Qué sucedió ahí?
   ​Mako sintió como Katherine volvió a su mano, y sintió más seguridad que antes. Miró al techó, tomando un poco de aire, y volvió a ser la que todos ahí conocían. Clifford no le ganaría.
​   -Secilia Tachibana se lanzó, con su mejor grupo, contra las serpientes en su distrito. Así sucedió la Batalla de las Escamas. Contra el mismo hombre, ella murió.
   ​-Dime, Mako. ¿Quiénes estaban ahí?
   ​Ella le miraba directamente, sería, compitiendo.
   ​-Yue, Eliza, Mauricio. Los cuatro Kyobu más poderosos de ese tiempo, también llamados Gyobu.
   Katherine se estaba perdiendo, estaba ocupando palabras que no entendía. Mako lo supo luego de decirlo.
   ​-Los Gyobu son la élite de los Kyobu, que ya de por sí son de la élite, lo mejor que tienen Los Dragones. En ese momento eran cuatro, dos de ellos los conocemos.
   ​-¿Quiénes eran?-No le sonaban los nombres.
   ​-Pues Yue era el padre de Haireaki, y olvidaste a los dos como si nada. Y él murió, porque tu abuela intentó defender tu honor.
   ​-¡No es mi culpa! No me eches la culpa.
   ​-No lo estoy haciendo. Solo una persona tiene la culpa aquí, y todos sabemos quién es.
   ​-David Cordier-Dijo Katherine, tragando con fuerza, recordando ese día.
   ​Nora estaba apagada, sabía lo que vendía.
   ​-Sigue.
   ​-Días después me convertí en Gran Sabia Suprema, con la ayuda de los otros Grandes Sabios... Años después...
   ​-Detente-Le cortó-No es tu momento. Dos años antes conocí a tu madre, hija-Ella le prestó más atención-Era un romance fugaz, que se fue deteriorando por muchas razones. Mientras iba deteriorándose el matrimonio, dos años después llegaste tú.
​   Clifford miró a Nora, era su turno.
   ​-Aunque estabas dentro de mí, las cosas se volvieron más difíciles con tu padre. Peleábamos mucho, por diversas razones. Una de ellas era Mako Tachibana. En esos momentos no podía entender cómo un hombre podía pasar más tiempo con una amiga peligrosa que con su propia esposa. Hubo un momento en que nos dijimos demasiadas cosas a la cara, cosas demasiado crudas, aunque fueran verdad o no. Ahí supimos que nos estábamos excediendo, y... Y llegaste tú-Su voz se había cristalizado-Como un milagro. No solo arreglaste mi vida, sino también nuestro matrimonio.
   ​-De alguna manera, tu llegada a nuestro mundo nos hizo volver a enamorarnos, y a crear ese amor maduro que es tan difícil de crear.
   ​-Pero lo peor llegó tres años más tarde, un 22 de septiembre. Mako tomó una decisión, y mandó a unos dragones al distrito de las serpientes para saber dónde estaba David. Uno de ellos, hija, si eres lo suficientemente inteligente para coincidir, era tu tío.
   ​-¿El tío Robbie?-Eso le llegó de sorpresa, casi nunca se hablaba de él-Pero si murió... en un tiroteo.
   ​-Tu abuelo murió en un tiroteo. Robbie llegó... llegó...-No podía más, no le daba. Clifford copió el movimiento de su amiga, dándole más fuerzas- Llegó un 22 de septiembre a los pies de Mako. Bueno, llegó en varias cajas con todos... sus miembros descuartizados...-Ya no podía seguir aguantando el dolor, lágrimas empezaron a brotar de sus ojos.
   ​-Tu madrina mandó al suicidio al hermano de tu madre, prácticamente. Eso fue lo que destrozó la relación a pedazos. Yo debía elegir un lado, y aunque años atrás hubiera elegido a Mako, me quedé junto a tu madre.
   ​-Pero ¿Por qué no decírmelo?-También estaba por llorar.
​   -Porque David hizo lo mismo con dos hombres que admiraba mucho-Dijo la maestra-Los mató, y me llegaron en cajas.
   ​-Era un mensaje-Volvió Clifford-Si nos hubiéramos quedado un poco más, no estaríamos vivos.
   ​-Y si todos hubieran sabido que eras mi ahijada, David hubiera hecho lo mismo contigo. O incluso algo peor.
   ​Katherine no sabía qué decir, era demasiado.
   ​-Puede que pienses que te mentimos porque no queríamos que estuvieses cerca de los Tachibana, pero lo hicimos para protegerte-Ahora la voz fría se tornó más frágil, más real-Eres nuestro todo, y no perdonaría a nadie si te expusiéramos así. ¡Joder! Ni siquiera sé si puedas tener a tu madrina cerca, porque David sigue desaparecido.
​   Katherine no lo entendía. No podía ser así, estaba fuera de todas sus expectativas. No era su mundo, ella no pertenecía a los dragones de esa manera.
​Nunca pensó en algo así.
​   Y como si aquellos pensamientos se hubieran hecho polvo, mientras los olvidaba corrió a los brazos de sus padres. De alguna manera debía pasar la página, y la única manera forma que encontró fue llorando.

​   Luego de unos minutos, mientras la consolaban, Mako se unió. Fue bonito, y a la vez, raro. Raro porque nunca había escuchado del pasado de sus padres, menos de problemas. Ella, hace algunos meses, les veía como una pareja perfecta, como seres perfectos. Pero ahora sabía que no eran así.
​   Para nada.

​   Cansada, o más bien agotada por el largo día, se fue a acostar. Los dos subieron con ella.
   ​-Quiero que sepas que no tenemos ningún rencor con Mako. Tampoco debes tenerlo tú, porque ella cometió errores, al igual que nosotros.
   ​-Son errores de joven-Dijo su madre con una sonrisa.
   ​-Padres...-Miraba hacia abajo-¿Sería mucho preguntarles... por aquella pelea?
   ​Los dos se miraron, y subieron los hombros.
   ​-¿Qué quieres saber de ella?
   ​-¿Qué se dijeron para saber que era el límite?
   ​-Bueno-Partió Nora-Yo le dije que era un controlador, un mentiroso, un egoísta, un idiota, un insensible, ehh...-Le miró-prácticamente un psicópata. Le dije que lo único que hacía en el mundo era hacer daño con lo que hacía, que lo único que pensaba era en él mismo.
​   -Contexto hija-Siguió él-En ese tiempo, engañé a tu madre.
   ​Katherine le miró con gran asombro.
   ​-Estaba en mis veinte, Nora quería mucho muy rápido. Era un contador que tenía un futuro prometedor, que había hecho trabajos que incluso salieron en las noticias. Tenía tanto que hacer y tanto que dar, pero me "encerré"; o así pensaba yo, en una sola persona. Joder, estaba en mis veinte. Lo tenía todo.
   ​-Yo le dije que no era razón para engañarme.
   ​-Pero yo nunca sentí mal al engañarla. Lo hicimos una noche y nada más, luego de meses de dormir en el sillón. Mi vida en ese momento no tenía altos, era indisfrutable. Pero sí, no era razón para follarme a otra mujer, aunque lo que más le debía doler era que me divertía con ella.
   ​-¿La amabas?
   ​-Para nada. Pero Nora me odiaba, ella no. Pude haber hecho muchas cosas más, pero de alguna manera no quería perderla porque si sentía algo profundo, que no entendía en ese momento lo que era.
​   Pasaron unos segundos, los dos se veían de una forma que Katherine nunca antes había visto.
   ​-Cuando me dijo eso de que me debería doler más que se divertía con ella, le dije que era una mierda.
   ​-Y yo exploté-Su padre miraba a la pared mientras hablaba-Le dije que si pudiera desear que tú estuvieras bien, y que te recuperaras, le deseé la muerte. Que le mate algún cáncer, o que la atropella...-No salió. No podía.
​   Katherine no lo podía creer.
   ​-¿Eso es cierto?-Le preguntó a su madre.
​   Ella no respondió. Clifford sí.
​   -Despertaba todas las noches enojado, queriendo que muriera. Pero cuando llegaste tú...
   ​-Como te dije, fue un milagro...
​   -Cuando llegaste tú entendí que la mayoría de las cosas que ella me dijo ese día eran verdaderas, y que debía cambiar. Por ti.
   ​-Por ti.
   ​Los tres callaron, a Clifford le dolía el pecho. La garganta estaba seca, tenía una sensación rara en el cuerpo.
   ​-Gracias. Creo que ahora los veo más como personas... reales.
   ​-Perdónanos. Todos fueron errores de joven.
   ​-Todos.
***

   Mako estaba tomando un té que Nora le sirvió. Nora estaba en la ducha, Clifford le acompañaba.
   ​-¿Cuándo le dirás todo?
   ​-Llegará el momento. Al igual como llegó a nosotros con tu tema, llegará con el mío.
   ​-¿Seguro que quieres hacer esto?
   ​-Sí. Es la única manera.
   ​-Le va a doler. Le va a doler tanto que te odiará, y lo sabes.
   ​-Puede ser. Es una posibilidad que ya he visto. Yo debo hacer que no se cumpla.
   ​-¿Para eso es George?
   ​-Sí. Él será el amortiguador.
   ​-¿Otra vez ocupando a las personas, Clifford?
   ​-William me odiaría, pero es algo hermoso que estén juntos. Debía aprovecharlo.
   ​-Vale. Por lo menos ella vendrá a mí si todo va mal.
   ​-Sí. Pero no te preocupes, todo va a estar bien.
   ​-¿Seguro? Me atacaste como si me odiaras de verdad.
   ​-Lo siento, me puse nervioso.
   ​-Ya lo sé. Te conozco. Pero joder... Me dolió.
   ​-Perdóname.
   ​-Por supuesto. Al final, quizá haya sido lo mejor.
   ​-Ya veremos. Todavía queda un año duro.
   ​-Es verdad-Suspiró-Gracias por el té, debo irme.
   ​-¿Tienes con qué?
   ​-Sí, Mitsu está conmigo.
   ​-Buenas noches, Mako.
   ​Ella solo le sonrió, y desapareció.
   ​-Otra cosa-Volvió a aparecer por la cocina-¿Le digo yo lo de William, o le dices tú?
   ​-¿Para serte sincero? No creo que haya sido bueno haberle mentido hoy día. Pero quizás es lo mejor. Haberle dicho eso capaz que nos haya sacado del tema principal.
   ​-Sí.
   ​-Al primero que le llegue la pregunta, yo creo. Confío en que tenemos la misma respuesta.
   ​-Sí. Eso es seguro.
   ​Y desapareció.
   ​Clifford tomó lo poco que le quedaba de su café, y se retiró a su pieza. Se detuvo en la puerta unos momentos, y resopló. "¿Cómo te puedo calmar, hija mía?" Pensó, retomando el paso.

La Vuelta de la HumanidadWhere stories live. Discover now