XVI

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Al cerrarse la puerta, corrió hacia las escaleras. Tenía algo en mente que le esperaba a cuadras de donde estaba. Tenía que correr al Todai-ji, no importase lo que sucediera en el camino.
En el último escalón de cada piso saltaba, agarrando más vuelo. Incluso tropezándose, sin nunca caerse, o golpeando en la pared, iba imprudentemente por el camino por la prisa. Ni se despidió del conserje, abrió la gran puerta de cristal con su espalda, y le movió la mano, para volver a correr.
Sintió una sensación parecida a la que tuvo en el colegio para salvar a Bella, su cerebro estaba concentrado, veía las calles con mucha gente, ya sea por la hora, o porque estaba en el centro de Shimano. Pero esquivaba, se golpeaba y pedía perdón, y seguía corriendo. No sentía cansancio, no sentía sequía, su cuerpo estaba preparado para correr tanto y tan rápido.
Era una línea recta, con tan solo la perspectiva que tenía podía ver el Todai-ji y su esplendor, a varias cuadras delante. No había autos, la gente iba a pie, era una zona perfecta para correr y correr.
En una de las cuadras chocó con un hombre alto, de melena rubia y con una cicatriz que hacía que su labio se abriera un poco. Le pidió perdón y siguió, pero este le detuvo. Tan solo el agarre en su muñeca le dejó sorprendida, pero este le soltó en el momento.
Quería conversarle, algo tenía en mente el tipo, pero fue detenido por una presencia que estaba detrás de la chica.
-¡Katherine!-Era Seth, que estaba más o menos agitado-Te he estado siguiendo por unos minutos, ¿Qué mierda haces corriendo por el centro?-Miró al hombre, con quien en la mañana había conversado por George, y asintieron. Cada uno se fue a un lado diferente.
-Necesito ir al Todai-ji ahora. ¡Rápido!
-Pero, ¿Por qué...? ¿Estabas llorando?
-Perdona-Le cortó, caminando con velocidad-Pero necesito ir.
-Tengo la moto aquí mismo, vamos.
-Pero está lleno de gente...
-Me importa una mierda, ¿Es así de importante?
Ella asintió.
-Entonces vamos, corramos.
Se demoraron unos pocos minutos en subirse al vehículo, y andar, pero las calles se hicieron mucho más cortas. Seth estacionó dentro del Todai-ji, dándole las llaves a un hombre con terno que estaba fuera, y los dos corrieron por el edificio.
Subieron las escaleras de a dos, y aunque la gente les estaba deteniendo, ellos no hacían caso. Tener a un kohai de un Gran Sabio, o la conocida ahijada de la Gran Sabia Suprema, era un bonus para que te dejaran tranquilo. Incluso se encontraron con algunos Kyobu por el paso, intrigados la mayoría por lo que estaba sucediendo. Haireaki les siguió, Fukusha también. Enzo apareció de la nada, al igual que Madison.
Fueron advertidos demasiadas veces, tuvieron que bajar el paso. Pero ya estaban ahí, faltaba demasiado poco. Caminaban a un paso veloz, todos los que pasaban, dragones o no, les llamaba la atención. Ahora era un grupo que avanzaba, era demasiado extraño, o algo muy grave acababa de pasar.
Mitsu salió de su oficina, al frente de la de Mako, escuchando el ruido que el grupito estaba haciendo, y cuando Katherine le vio salir, con una cara completamente sorprendida, empezó a correr.
-No, señorita Katherine, ¡La Gran Sabia está ocupada!
-¡Aléjate, Mitsu!-Dijo Seth, corriendo a su lado.
Mitsu intentó avanzar, pero cuando vio que el grupo completo había tomado el ritmo, empezó a retroceder, teniendo las manos delante.
-¡Abre la puerta, hombre!-Gritó Jean Paul, con una expresiva alegría, disfrutando el momento.
-¡Mako está ocupada, por favor no me haga tener que reducirme a la violencia!
La chica ya no tenía frenos, incluso empezó a gritar con los ojos cerradas. Y no importase que Mitsu le agarrara, poniéndose delante de ella, tan solo el momentum del choque hizo que la puerta se abriera.

No cayeron, la puerta se abrió pero Mitsu controló la caída.
Mako saltó de la sorpresa, deteniendo una grabación que tenía a su lado. Camille, que estaba entre medio de los dos, ni se inmutó, solo miraba a la más pequeña.
Las dos se miraron por un momento, Mako susurró una queja, sin saber qué decir. Se levantó, Katherine estaba ya de pie, luego de casi caer en sus rodillas.
-¡¿Qué sucede?!-Dijo, completamente alterada, casi rabiosa.
El grupo vio como Katherine todavía intentaba controlar su respiración, y empezaron a reír. Mitsu les sacó, y cerró la puerta, para dejarles tranquilas. Camille intentó salir, pensando que era lo mejor, pero Mako le detuvo. "Es importante que estés aquí, Brigitte" dijo, esperando a su ahijada.
-¡Mako!-Gritó de repente, casi con lágrimas-¿Puedes sentir las emociones de otras personas?
-¿A qué te refieres?, yo...
-¡Por favor! Contéstame eso, por favor.
-Primero, cálmate. No me vengas a gritar en mi zona de trabajo. Joder que se debe mostrar algún respeto por donde estamos, esta zona...
-Por favor...
-¡Bueno! Ehm... sí, algo así. Es como una conexión entre la persona que tiene el Ekisu y otra, algo parecido a lo que Brigitte hace.
-Entonces, ¿Yo puedo hacerlo?
-¿Qué? No lo creo, no deberías. Eso no tiene sentido-Los ojos de la chica se abrieron como platos, estaba perdiendo las esperanzas.
-Sin embargo, ella pudo estar en el bosque-Dijo la Kyobu, mirando al frente.
-Tienes razón, pero...
-¿Existe al menos la posibilidad de que pueda obtener las emociones de otra persona?
-De estar, si obvio. Al final, es casi improbable que otra persona fuera de las Tachibana tenga un Ekisu, pero ya van varios.
Las lágrimas volvieron a salir, pero esta vez con alegría. Cayó en sus rodillas, Mako corrió y le abrazó, sin entender que estaba pasando.
Y lloró como nunca antes había llorado; aguantándose las lágrimas desde el departamento, ahora las sacó todas.
Mako le mimó para calmarla. Le pidió a Camille que trajera algo para secar las lágrimas, y un juego de té. Pero no paraba de llorar, estaba preocupándose aún más.
Y la conversación en la mañana se le vino a la mente, y fue peor su preocupación.
-¿Le sucedió algo a George? ¿Qué pasó, Katherine?
Pero no tuvo respuesta, la chica le apretaba la ropa, le abrazaba como nunca. Estaba tiritando, sollozando como un alma en pena.
-No será que... Hija mía-Y se calló, para seguir calmándola.
Luego de varios minutos, el llanto paró. Su respiración se truncaba algunas veces, en algunas otras debía sonarse la nariz. Pero se calmó, luego de todo lo que acababa de suceder. No solo el hecho de lo que George había cometido, sino todo la transición hasta llegar a los brazos de su madrina. Toda esa emoción, esa energía ocupada en esa carrera las botó en llanto, en sollozos. Ni recordaba por qué tanta gente le siguió, pero ahora que estaba a solas con Mako, se sentía en un lugar para sacarlo todo, algo presionado por la cantidad de personas que le acompañaron.
Y cuando pudo, se sentó en el sillón, y empezó a contar lo que acababa de suceder.

La Vuelta de la HumanidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora