XVII

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George estaba sentado en el sillón individual que miraba hacia la puerta. Tenía el pelo revuelto por la cara, y miraba hacía el suelo casi dormido. Empezaba a tener frío, a sentir su cuerpo húmedo por la agitación de hace unas horas. Estaba a oscuras, con las pequeñas luces que aparecían por la ciudad, colores fluorescentes que brillaban a través del cristal.
    Cuando vio la luz amarilla salir por la puerta, y encontrar a aquella chica completamente en negro, abrió los ojos con fuerza, con la boca un poco abierta, arreglándose el cabello hacia los lados.
    -¿Parezco un ángel?-Exhaló con una sonrisa, sin poder ver casi nada. Le veía, estaba sentando frente ella, pero poco más. Las luces que venían por su espalda mostraban una habitación destruida, como si hubiera pasado un terremoto por el lugar.
    -Eres un ángel-Se levantó, un poco incómodo con el desastre.
    George, al levantarse, intentó avanzar a zancadas, pero Katherine le detuvo con la mano.
    -¿Qué pasó aquí? ¿Estás bien?
    -Fui yo. Creo estar mejor, yo...
    -Está bien.
    -Lo siento.
    -No lo hagas. Lo que me apena es que todos eran regalos. Ojalá ninguno haya sufrido algo grave o irreparable.
    -Ojalá sea así.
    -¿Puedes sentarte?-Le pidió, soltándole-Es mi momento para hablar.
    -Sí, claro-Volvió al sillón.
Katherine movió un poco el cuello, y suspiró. George le sintió diferente, más tranquila, su tono de voz más grave.
-Antes de nada, quiero decirte que quizás todo lo que diga hoy sea un sin sentido. Más bien, que sea irracional. Y no te preocupaes, a eso es lo que voy.
    Sonrió, George estaba anonadado.
-Bueno... ¿Has escuchado la historia de Abraham, en la Biblia?
-¿Creo?
-Es del profeta que Dios le mandó a matar a su hijo. Y el tema no es la inmoralidad de matar a su hijo, ni menos el pensamiento que se hace este tipo cuando Dios le dice que lo haga. Es más bien una prueba de fe ante Él para saber cuánto cree. Es irracional, ¿Verdad? No me acuerdo quién lo dijo, pero alguien llamó a esto un "Salto de fe". No solo es una acción irracional, si no que también inmoral en lo que significa tener una familia, y lo que es ser humano.
-Creo que voy entendiendo.
Katherine se arregló el cabello, estaba agotada.
-Lo que quiero decir es que no importa lo inmoral o irracional que era la acción de Dios, Abraham intentó matar a su hijo para poder demostrar su fe. No por ser un fanático, que sinceramente creo que lo fue, si no porque para él ese fue su salto de fe, un momento sin peros, donde no hay vuelta atrás. Es creer y darlo todo por lo que crees.
"Y esto te lo digo porque lo que voy a hacer ahora puede sonar tan irracional como inmoral para la sociedad que me da asco incluso, pero es mi propia desición. Y es irracional porque en todo lo que significa esta desición no la tomaré lógicamente, pero he de tomarla si o si, sin poder evitarla. Completamente basándome en mis sentimientos, y en los que yo sentí de ti".
Katherine no le miraba, tenía una de dus manos en el pecho, moviéndola de a poco mientras hablaba.
-Y esto no lo estoy haciendo solo por y para ti. Si no que es para mi también. Luego de tomar esta desición me veré forzada a desligarme de cosas que quizás antes me gustaban, tendré que enfrentar problemas que quizás nunca había pensado, no solo para joderme la vida, si no para joderme la esperanza-Le miró a los ojos, el fuego que emitían de ellos dejó a George estupefactos-Y la tomaré a consciencia, a mi consciencia, porque joder... Te amo demasiado-Sonrió.
-¿Q-qué?
-Mi salto de fe, querido George, es que te perdono-Él abrió los ojos como platos-Y que pelearé contra toda la adversidad que intente separarnos. No porque estoy loca por ti, que eso también es verdad, si no porque... esta es la forma en que encuentro que soy... lo más fuerte que puedo ser.
Avanzó de a poco, con una gran sonrisa, pero tranquila, cansada.
Se sentó en sus piernas, y agarró una de las manos. Sintiendo el frío, empezó a frotar muy despacio.
    -Debo decir que lo que hiciste me dolió mucho-Susurró, casi hablando para si-Rompiste una barrera de confianza que será duro de reparar, pero tengo fe en que lo haremos juntos, tú debes esforzarte al máximo en que vuelva a ser mejor-Este asintió varias veces, juntando la otra mano con las tres-Yo me esforzaré en sanarte, porque pude sentir todo el dolor que tienes dentro, y es demasiado. Yo creo poder hacerlo, debes dejarme hacerlo.
    -Lo haré.
-Todo amor demanda riesgos, y lo que vamos a hacer significa arriesgarlo todo, George.
    -Claro.
-Necesito que me cuentes este dolor que puedo sentir en tu interior. Si puedo entenderlo, será más facil sanarlo, ¿Vale?
-Mhm.
Katherine sonrió, picarona.
-Ya se despertó.
-Lo siento.
-Te amo, George Kotaro, y yo sé que me amas. Joder, no voy a pelear contra eso. Pero tenemos trabajo que hacer, y sinceramente elegiste el peor día para cagarla-Los dos rieron-Lo que está pasando ahora es demasiado fuerte, mañana lo entenderás, será mejor que ehm... que empecemos de nuevo luego de todo el problema.
    -Vale...
    -George, yo...
-¿Cómo? Whoa...-Le interrumpió, mimándole la cara.
-¿Ah?
-¿Qué pasó contigo? De repente...
-Yo debería preguntarte lo mismo. Mira este lugar-Los dos movieron la cabeza a su alrededor-Yo lo pensé todo mientras venía con Mako. Lo del salto de fe nos lo hablaron en filosofía.
-Whoa... quedé... perplejo.
-Han pasado tantas cosas este mes que...-Bajó la mirada, exhaló una sonrisa, y le volvió a mirar-Creo que me estoy haciendo más fuerte.
-Eso es lo que yo veo.
-Pero es solo el comienzo, y como te dije, quiero arriesgarlo todo.
-¿Cómo?
    -Quiero que mañana, si es que tenemos tiempo, hagamos esto oficial-George abrió la boca, para luego sonreír-Y yo sé que los Kotaro me quieren mucho, incluso sin conocerme-Rio-Por lo que, al que quiero realmente decirle es a mi padre. Quiero que mañana, si podemos, ir a mi casa, y decirles todo.
    -¿Todo?
    -Sí, con engaño y todo. Tú tranquilo, mi padre también engañó a mi madre, y eso fue un real engaño. Si es alguien que puede entender, son ellos dos.
    -Perfecto.
    -¿Todo bien?
    -Ehm...-Reposó las manos en las piernas de la chica, ella las quitó con tranquilidad enseguida, y las puso entre su vientre, guardadas por sus finas manos-No.
    -¿Cómo, perdón?
    -Debemos hacerlo bien, no así.
    -¿A qué te refieres?-No entendía, su sonrisa lo mostraba.
-Katherine Bloss, ¿Quieres ser mi novia?

Ella retrocedió un poco, dejando las manos caer, y rio a carcajadas. Se acercó a la mejilla del otro, le mimó un rato, y le susurró que sí.
-Por supuesto-Le besó en la oreja.
Se separaron un poco, para juntar sus narices, y volver a reír. George puso las manos entre sus glúteos, ella en las mejillas del otro. Pero Katherine meneó la cabeza, chocando una y otra vez las narices.
-Me están esperando afuera.
-¿No te vas a quedar?
-No puedo hacerlo, no creo que sea sano sabiendo lo que pasó en esa cama-Se enderezó-Por eso necesito un poco de tiempo.
-¿Cuánto tiempo?-Sintió miedo al decirlo, pregunta estúpida.
-Bueno... ¿Un par de horas?-Rio tan pícara como su tía-Quizás... ¿Un par de minutos? No lo sé, mañana lo veremos.
-Vale, vale.
-Pero, antes de irme, ¿Puedo hacer una pregunta?
-Adelante.
-¿Recuerdas algo de esa noche?
-En realidad no tanto, estaba demasiado doblado.
    -Pero cuando lo hiciste con Rebecca, ¿Algo?
-No lo sé-La Sombra se aseguró de que lo supiese.
-¿Recuerdas cómo lo hicieron?
-Ehm... Duro, creo. Demasiado. Para mí fue como una liberación de todo lo que tenía dentro, seguramente para ella también. Al final, puede que haya sido solo un desahogo.
-Lo pensé, pero no creo estar preparada para algo así-Rieron, ella miró hacia abajo-La otra vez dolió mucho, no sé cómo no...
-Cada uno con sus gustos, supongo.
-Sí, pero joder, debe doler. He visto más grandes, no personalmente, pero igual... no pensé que dolería tanto.
-Supongo que uno se acostumbra, pero tampoco soy de esa onda.
-¡Aj, por supuesto que no! Si lo que te gusta es estar acostado y que haga todo el trabajo.
-Pues sí, algo.
-Que te pisen, eso te encanta-Le besó un par de veces.
Antes de levantarse, se apoyó en la entrepierna del otro sin nada de vergüenza.
    -Otra cosa, ¡Y es super importante! No quiero que nadie, ni mujer, ¿Ni hombre? ¡Ni siquiera tus propias manos! Nada puede tocar a este, solo yo. Ese es su castigo, estoy enojada con él, no contigo. Muy enojada, en realidad.
-Vale, vale.
-¿Entendido?
-Sí.
-Nada de nada, si hay que bañarlo, tú me llamas.
-Ya, pero tampoco tanto.
-Ojo que te estoy hablando en serio, quiero que me extrañe. Que se sienta tan solo que lo único que pueda hacer es alegrarse de verme. ¿Todo claro?
-Todo claro, mi señorita.
Ahí se levantó con un salto, y empezó a saltar entre las sillas y las cosas que estaban en el suelo. Antes de cerrar la puerta se volvió a verle. Se apuntó a sí misma, hizo un corazón con los dedos, luego con las manos, para terminar con los abrazos arriba de su cabeza, y luego le apuntó a él.
Este sacó una carcajada, y asintió.
-Yo también. Y mucho.
-Yo más-Y cerró la puerta.

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