XIII

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Bruno le despertó pasadas las 10. Le dijo que a las 11 habría una reunión familiar, y necesitaba que despertara a los otros, George incluido. A Enzo nunca le ha gustado que le despertaran, pero la forma tan gentil y silenciosa de su hermano era la que más le gustaba. Siempre le molestaba que era la madre del grupo, por su gentileza y amabilidad.
​   Él era diferente, agarró una olla y un cucharón, y empezó a golpear: "¡Reunión familiar, reunión familiar!"
​   Pasó pieza por pieza, hasta que llegó a la de George. Este se estaba despertando, pero las carcajadas las produjo Zinerva, que seguía inconsciente.
   ​-Buenos días-Dijo el cachorro, evitando moverse.
   ​-¡Reunión familiar, reunión familiar!-Rugió con la olla hasta que Zinerva despertara.
   ​George también empezó a reír.
   ​Ella se acurrucó, tocando bien el cuerpo en el que estaba. Al entender de quién era, saltó.
   ​-Oh dios, ¡Oh, por dios!
   ​-Ey-Dijo uno.
   ​-Reunión familiar-Dijo el otro.
   ​-Lo-lo-lo siento mucho-Se llenó de rubor-¿Estaba muy borracha?
   ​-Sí, más o menos.
   ​-Joder, yo...
​   -No te preocupes, ¿Acaso no puedes dormir con tu hermano?
   ​-Bueno, si es del verbo dormir, pues te creo, pero...
   ​-Tranquila, no pasó nada.
   ​-¿Cómo va a pasar algo, siendo George tan gallina?-Rio Enzo a carcajadas, volviendo a su trabajo.

   ​-Otra cosa, ¿Desde cuándo tu cuerpo está así? Que yo me acuerde, eras más flacucho.
   ​George sintió su tronco, se miró las piernas, Algo de razón tenía.
   ​-Tuvo ser en las Wildmounts, no lo sé. Dicen que uno crece hasta los 21.
   ​-Si, pero estás bastante fuerte-Exhaló con una sonrisa, agarrando el sostén del suelo-Bueno, te veo en el salón.
   ​-Vale-Le vio salir por la puerta, descalza y con los jeans cayéndose. Se sentó en la cama, y se concentró en La Sombra-¿Tienes algo que ver con eso?
   ​-Se podría decir-Se sentó de la misma forma, como un espejo-Cada vez que consumes, una parte de este poder se queda en tu cuerpo, como una masa fantasma.
   ​-Pero yo no siento nada, en realidad.
   ​-Esa es la idea, por algo se llama así.
   ​-Tiene sentido. Pero... Debe haber un momento en que mi cuerpo ya no resistirá tanto... de eso, ¿Verdad?
   ​-Claro. Todos tienen un límite. Y cuando uno llega a ese límite, pues... Pueden pasar dos cosas.
   ​-Soy todo oídos.
   ​-O puedes controlar todo mi poder, o yo puedo controlar tu cuerpo.
   ​Eso provocó un silencio, a George le sorprendió.
   ​-Entonces si puedes poseer gente-dijo al fin, ¿Qué más diría que una broma?
   ​-No es necesario bromear-"Cierto que me escucha", pensó el otro-Respondiendo a tu pregunta, yo no lo llamaría posesión, no por lo menos lo que los humanos le dan como explicación. Cuando llegas al límite, cuando yo sobrepaso tu fuerza, ya no existiría George Kotaro. Sería mi cuerpo, y se transformaría, al igual que ahora.
   ​-Tú no conoces tu cuerpo, ¿Cómo...?
   ​-Por ahora nunca he llegado a ese límite. La idea es que pueda hacerlo algún día y poder volver a conocer mi cuerpo, pero para eso yo debo...
   ​-Borrar a una persona-Le cortó.
   ​-Terminar mi condena, pero si, eso también.
   ​-Has hablado muchas veces de una condena. ¿A qué te refieres con eso?
   ​-Es la única explicación que le tengo a mi falta de memoria, es lo que vosotros humanos me dieron como explicación. Es lo que... sé, sin saberlo en realidad, es algo parte de mí, ya de por si sé que estoy con una condena eterna, tal cual una araña sabe la forma de su trampa.
   ​-Parte de tu código.
   ​-Algo por el estilo. Cuando esto acabe, cuando entienda realmente lo que me sucede, se podrá decir que mi condena ha terminado. Sabiendo que esta misma es el desconocimiento de mi propio ser.
   ​-Eras tan alto, y ahora eres como una sombra.
   ​-Soy La Sombra. Esa es la mejor explicación que le puedes dar a mi nombre.
   ​-Reunión familiar-Dijo Adrián pasando por la puerta, por si Enzo no hubiera terminado todo el trabajo.
​   George asintió, y La Sombra desapareció, mientras este se levantaba, y caminaba hacia el salón. Estaban todos, incluso Clifford, y le estaban esperando.
   ​-Únete, únete-Dijo el mayor-Para resumir, cuando una persona está lo suficientemente desesperada como para despertarme, significa que está en grave peligro. Esta vez fue un mensajero el que me entregó toda la información: Se habla que un grupo en Milestone está susurrando de aquí por allá que quieren matar al hombre que encargó a este mensajero, el nombre que me dio fue Hugo Cirodolasa. Mientras yo, Bruno y Adrián buscamos información sobre esta persona, quiero que Enzo y George, como Zinerva y Antonella se encarguen de 1) apaciguar las aguas, que al parecer están causando mucho furor por las calles, y 2) conocer el porqué de todo esto. Si se encuentran con la persona que quiere matarle, no hagan nada sin antes decirme, y sin antes preguntar por qué lo hace. Quizás el rollo es mucho más de lo que esperamos. Y para que lo sepas George, asuntos así llegan a mi oficina casi todos los días, y la inocencia se divide en la mitad, no siempre el que te busca es el inocente.
   ​-Lo tengo claro, Clifford. No es un mundo en blanco y negro.
   ​-Exacto. Ahora, ¡A trabajar!

​   Luego de desayunar, Enzo y George salieron en su camioneta, dejando las motos en la casa, al norte del Milestone. Enzo habló de unos contactos los cuales les pueden ayudar, además de que quizás tuviera otro trabajo que resolver por ahí.
   ​-Verás, George, estuve pensando, y quizás tenías razón ayer. Quizás, aunque no me guste mucho la idea, es ir por cuenta propia, y empezar a hacer algunos cambios por la ciudad. Al menos crear presión entre las zonas del distrito para poder tener el control de nuevo, que con esto de la droga, tanto el estado como otras FP han metido sus narices en empresas, y cosas del estilo, de los dragones. Entonces, ahora vamos a la casa de un compadre que tiene cierta deuda de pago, él será el primero que ocuparé para empezar a controlar esta zona.
   ​-Y por mi perfecto, lo sabes.
   ​-La cuestión es que quizás veas cosas que no te gusten mucho, pero ya sabes, algunas veces debes ser duro con la gente.
   ​-Yo solo veré, soy tu compañero.
   ​-Claro, Watson. Brillemos.
   ​Detuvo el auto en un edificio que estaba entre medio de dos, como faltante de espacio. Subieron al tercer piso, y tocaron la puerta. El hombre que les atendió tenía al menos treinta y pocos años, pero se le veía muy cansado, con algunas canas salientes por los lados de su cabeza, y una barba que tenía por lo poco semanas. Enzo mostró su chapa, y empezó a hablar.
   ​-Soy policía.
   ​-Buenos días.
   ​-¿Usted podría invitarme adentro de su casa?
   ​-Ehm... por supuesto.
   ​-Brillante-Al entrar, tanto George como Enzo vieron las cosas del departamento, habían algunas cajas, otras cosas tiradas por el suelo, estaba todo patas arriba-Este es mi compañero, claro está. Pero mire, señor, siéndole franco estoy aquí porque... bueno, conozco que usted tiene cierta deuda por el edificio, ¿No es eso verdad?
   ​-Ehh... si, algo.
   ​-Mire, señor Gustavo-El hombre abrió los ojos, George también le miraba atento-Además de policía, soy dragón. Es algo muy raro de decir, es verdad, pero no estoy aquí para meterle más papeleo del que tiene-Se escuchó un bebé llorar por una de las paredes, escondida-Sabemos que tiene al menos tres días para pagar, pero...
   ​-No, no, no, necesito estos tres días. Le juro que tendré el dinero.
   ​-Ah, ¿Sí? Porque lo que yo veo es que en dos días más, usted no va a estar en este lugar. Dígame, señor, si usted necesita este tiempo para poder tener el dinero, y tres millones de mísmatas no se consiguen de un día para otro, ¿Cómo lo va a conseguir? Sabemos de sus salidas esta semana por las calles, juntándose con qué gente. Dígame, entonces, ¿Le damos el tiempo o no?
   ​-¡Claro que sí! No he salido a ninguna parte, yo...
   ​-Lo sabemos todo, señor Gustavo.
   ​-¡Ustedes no pueden estar en mi casa!-Los intentó echar-No sin una orden judicial.
​   -No me haga reír, señor Gustavo, usted tuvo la amabilidad de dejarnos entrar, ¿No es así, George?
   ​Este asintió.
   ​-Ahora-Le presionó en una muralla-Vaya diciéndole a sus amigos que usted está entre esta espada, y esa pared. Dígame, ¿Lo va a hacer, o no?
   ​-¡Sí! Se lo juro por mi hija-Miró una de las murallas-Le juro que en menos de tres días tendré el dinero.
   ​-Vale-le soltó-También dígales a esos amigos que tiene que este sector es nuestro, y que si quieren algo, pues pídanlo a la buena manera, ¿Sí?
   ​-¿Y cuál sería esa?
   ​-A golpes-Sonrió, golpeando el hombro de su compañero-Nos vamos. ¡Que tenga buena tarde, señor Gustavo!

   ​-¿Y qué fue eso?
   ​-El principio, Georgie. Este hombre ha estado juntándose con Fuerzas Privadas coreanas, y con algunas serpientes, pienso que tiene algo que ver con los colmillos. Si ya tenemos avisado a uno, los otros se alertarán. Es simple.
   ​-¿Y con qué nombre? Con una sola cara no llegan nada, solo que los dragones empezaron a moverse.
   ​-Vale, pero...-Salieron del edificio, todo parecía normal.
   ​-¿Y cómo supiste esa info?-Siguió, cortándole al otro.
   ​-Con el hombre de ahí, ¿Lo ves?-Enzo apuntó a un vagabundo, comiéndose un emparedado-La clave de tener el control de una zona, es tener ojos en todas partes. Y la red de vagabundos es la Intel más precisa que existe.
   ​-Whoa... esa está buena.
   ​-Mira, veamos si sabe algo sobre lo de la persona que llamó a Clifford.
​   Al acercarse, el hombre se metió todo en la boca, y asintió, reconociendo al italiano.
   ​-Todo un gusto poder volver a verle, señor Steel. ¿Cómo ha estado?-Este hizo un "más o menos" con la mano, mientras se terminaba lo que tenía en la boca-¿A sí? Sabe usted, creo que le volveremos a necesitar. ¿Ha sabido usted algo de una banda o una persona que quiere matar a un tal Hugo... Hugo...?
   ​-Hugo Cirodolasa, por supuesto que lo he oído, está en todo Milestone, y en todo el centro del distrito.
   ​-¿Qué sabes de eso?
​   -Sabe, sé bastante sobre el caso, pero como que me está dando sed, no...
   ​-Dígame, y yo le compro cualquier cosa, usted sabe que pago, ahora dígame.
   ​-Es que... es que me pica la garganta.
   ​Hizo lo mismo que con Gustavo, preso contra la pared.
   ​-Que le pagaré después, que estamos con prisa.
   ​-¡Bueno, bueno! Que yo sepa la banda de Los Blancos está hablando sobre el tema, pero poco más. Eso he oído.
​   -¿Y dónde están estos Blancos?
   ​-Pues aquí a un par de calles, al sur. Y hable con el jefe, Nathan Forest.
   ​-Vale, ¡Muchas gracias, Steel! Toma, por tu consideración-Le pasó un billete de 20-Un agrado trabajar contigo.
   ​-El agrado es mío, señor DeLuca, que tenga buena tarde-Y se retiró.
   ​-Un poco de presión siempre hace a la olla gritar, ¿no es así? Eso estuvo bueno, pero yo voy a trabajar un poco en esto de Gustavo, ¿Por qué no tú te encargas de Los Blancos?
   ​-Si, claro. Te veo luego.

   ​Caminó un par de cuadras, y cerca de un callejón pudo ver a un grupo de personas vestidas de blanco, entendiendo un poco que había llegado a su destino. Al entrar en su territorio, como que estuvo vagando por el sitio, mirando por todas partes.
   ​-¿Qué andas buscando, niño? Esto es recinto privado.
   ​-Estoy buscando a un tal... ¿Nathan Forest?-Los hombres se miraron entre sí, levantándose-El jefe de Los Blancos.
   ​-Yo soy ese, qué necesitas.
   ​-Bueno, ¿No es usted quien está hablando de un asesinato?
   ​-Niño, todos aquí quieren matar a alguien, podría hablar de cualquiera, incluso tú.
   ​-Sí, pero sabe bien a qué me refiero.
   ​-Sabe jefe-Dijo uno por la espalda de George-Como que quiero matar a alguien, estoy pensando en un asesinato.
   ​-Sí, yo también jefe.
   ​-Bueno, chico. Creo que tienes tu información, ¿No?-Sonrió, pero su cara se volvió neutra segundos después.
   ​"Joder" pensó a sí mismo, preparándose para luchar.
   ​Al luchar contra la pandilla, sintió cierta agilidad en sus pasos, al parecer su cambio de cuerpo no era solo a la vista, le estaba ayudando en sus patadas, en sus golpes.
   ​Pero no duraron mucho, incluso Nathan pidió cierto misericordia.
   ​-Quiero la info.
   ​-¡Nosotros pusimos los rumores por Milestone! Son los Clavos Sueltos los que buscan, pero ellos están en el centro.
   ​-¿Nada más?
   ​-Que la persona se hace llamar el arquitecto más famoso, solo eso.
   ​-Vaya estupidez. Gracias.
   ​-¿Cuál es tu nombre, chico?
   ​-Kotaro. George Kotaro-Y se retiró.
   ​Llamó a Enzo, y le dijo que iría al centro a obtener más información sobre este Hugo. Que iría por su moto, por lo que no era necesario preocuparse por él, ahora estaba solo en el caso mientras el mayor hacía sus cosas, y no le molestaba en absoluto. Al final, Enzo estaba haciendo algo que muchos prefieren esperar a hacer.
​   En el centro, empezó a preguntar por los Clavos Sueltos. De alguna manera u otra, conocía ese nombre, lo había escuchado antes. Se encontró con los que hace un mes o más les dio una paliza, y ellos le ayudaron. Ahora servían de guardaespaldas en una discoteca, algo parecido a lo que hacían antes, pero legal. Al llegar al lugar donde fue indicado, se encontró en otro callejón. Estaba al lado de una plaza, la ropa de la gente que le miraba era más gris, con toques de negro y rojo.
   ​-Busco al jefe de los Clavos Sueltos, necesito hablar con él.
   ​-Soy yo, chico, Mark Li-Era un hombre igual de grande que George, mucho más musculoso, con una voz gruesa que le recordaba a Jean Paul, aunque se notaba el japonés en su cara
   ​¿Una Fuerza Privada japonesa?
   ​-Necesito saber esto del arquitecto... eso.
   ​-¿Y por qué?
   ​-Es mi trabajo.
   ​-Bueno, entonces gánate esa información-Y levantó los puños.
​   George no hizo más que volver a prepararse.
​   Esta vez hizo incluso un Chesto! Con lo que el jefe le levantó la mano.
   ​-Está bien, niño. Te lo has ganado. Las personas que buscan se hacen llamar Shadow Dogs, que sirven en el "Entre los Siete Cielos" Al este del centro. Ella estará ahí.
​   -¿Ella?
   ​-Sí. Desconozco su nombre, pero se hace llamar "El hombre" en la UP, es la campeona.
   ​-Vale...
   ​-Pero antes de que te vayas, dime tu nombre.
   ​-Es George Kotaro, lo empezarás a escuchar bastante.
​   El jefe sonrió, asintiendo.

​   Cuando llegó al bar, unos hombres le guiaron a la parte de atrás, una manzana más allá. Sabía que era algo peligroso, pero mejor hacerla corta, que ir preguntando como antes. Ya estaba un poco cansado de ir de aquí para allá, quería terminar con esto de una vez.
​  Le hicieron entrar por un portón, que se cerró una vez adentro. George subió los brazos al pecho, y empezó a caminar, sin luz alguna que le guiase.
​En un instante se prendieron, escandilándole un poco. Al frente de él se encontraban varios hombres listos para pelear, que se tiraron a él en el momento.
​   George hizo de si una bestia, sin ocupar el poder de La Sombra, pero sintiendo de alguna manera su grano de arena, mientras se hacía paso por los pasillos hacia un dojo.
​   Cuando abrió la puerta con el cuerpo de uno de sus enemigos, pudo divisar a una mujer en un top negro, y unas calzas rojas, descalza y con el pelo tomado, sentada.
   ​-Estaba esperándote, George Kotaro. Nunca pensé que nuestros caminos se enfrentarían de esta manera.
​   Rebecca Renfri era una mujer que, al ojo de George, medía al menos un metro setenta, más baja que él, pero que el aura que transmitía, con esos labios negros y el rímel en sus ojos mostraba a alguien superior. La postura que tenía al levantarse, con el pecho un poco más hacia adelante, y la mirada tan terrorífica como la de un lince a punto de atacar, hacía que George entendiera el poder que tendría dentro, pero más que nada, el físico que demostraba, aquellos brazos y piernas de grandes y desarrollados músculos, esos hombros que mostraban dureza, y el pelo corto rubio, un undercut que iba hacia atrás, emanaban la razón de por qué la gente le llamaba "El Hombre".
   ​-No me importa quién seas, debo saber lo que en realidad está sucediendo aquí.
   ​-Mis hombres me lo comentaron, ¿Buscas a la persona que quiere matar al arquitecto más famoso? ¡Pues aquí la tienes! Pero dime una cosa antes, lobito, ¿Por qué haces esto, quieres defenderle acaso?
   ​-Es mi trabajo detenerte.
   ​-¡¿Incluso sabes lo que hizo este hombre?!
   ​-No, pero...
   ​-¡Es peor que la muerte, George Kotaro!-Preparó su cuerpo, George copió el movimiento-¡Yo te voy a enseñar lo que realmente es este monstruo!
​   Los dos corriendo hacia al otro, pero George fue sorprendido por la velocidad de la chica, que le impactó la cara incluso antes de que él se diera cuenta.
​   Al pararse, Rebecca empezó pisándole el pie izquierdo, y clavó su puño derecho por arriba, para luego golpearle con el codo en la pera. Sus movimientos eran como los de un boxeador, su técnica era el boxeo.
   ​"¡Es fénix!" Gritó en su interior, para que La Sombra anotase.
   ​Se separó, y esperó que Rebecca se le acercara, pudo esquivar un par de puños, para darle un puño de karate en el hombro, golpearle una de sus piernas con el otro brazo, y botarla con una barrida. Saltó para atrás, y buscó un Chesto! justo cuando Rebecca se levantaba.
​   La tercera patada Rebecca pudo resistirla con los brazos, dejándolos caer por el impacto. Ocupó el momento para bajar y golpear en la nariz con la cabeza, y en el aire mandarlo lejos con un derechazo.
​   Se acercaron a la vez, George le golpeó en la cara, y Rebecca le copió el movimiento, creando un juego de tenis golpeándose una y otra vez. Hasta que George tuvo que ocupar un poco de la fuerza de su compañero, ennegreciendo sus ojos, y gritando al golpearle y sacarla del lugar; ella respondió prendiendo sus ojos con una brisa esmeralda, para golpearle con mucha más fuerza.
​   George intentó seguir, pero Rebecca le dio dos izquierdazos, y lo mandó a volar con una patada. Su cuerpo se había liberado un poco, había cambiado de estilo.
   ​-Joder...
   ​-Eso es, deja ver a tu demonio...-Sonrió, mientras le caía la sangre. Parecía disfrutarlo.
   ​George también sangraba, le había destrozado la nariz luego de tantos golpes.
​   Al volver a encontrarse, una de las puertas se abrió con fuerza. Era Enzo, y un hombre detrás que le acompañó con el mismo apuro.
   ​-¡Deténganse, joder!

La Vuelta de la HumanidadOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz