Extra II: Estigmata

5 0 0
                                    

Su cuerpo descansaba, o intentaba descansar, con las cadenas que levantaban sus brazos. Estaba exhausto, tras todo el dolor y el ardor que estaba sufriendo. Estaba sudando, su pelo, largo y pegajoso, le molestaba en su cara. Debía respirar por la boca, por la aceleración de su corazón. Tenía frío, su pecho desnudo estaba duro, tanto por las heridas abiertas como por el ambiente. Pero había algo peor a eso, una presencia que lo desesperaba, que lo aterraba, más que la muerte.
   -¿Dónde está?-La barba le había crecido por todo el mentón, estaba cuidada y bonita-Es solo decirme donde está el maldito tomo.
   -David Cordier... nunca aprendes, ¿Verdad?-Le intentó mirar a los ojos, pero este estaba en la oscuridad. Todo lo que veía eran otras tres personas.
   -Diana, de nuevo-Una de las personas, un hombre, le dijo a la mujer de atrás. Ella, asintiendo, mandó un latigazo.
   El grito de dolor de Apollo Makarov hizo revolver el ambiente, hizo revolver la cabeza de Diana Parsec.
   -No... te... lo diré.
   -Diana...-Ella preparó el látigo, pero la mano de David la detuvo.
   Este agitó sus dedos hacia adelante, hacia el hombre. Otra de las personas, esta vez un hombre, agarró la mano de su compañera, y la frotó en la espalda de Apollo.
   Fue mucho más doloroso, con la presión que la mujer, con una sonrisa siniestra, pasaba la mano de Diana en la espalda de la antigua Cobra Suprema.
   El grito fue más desgarrador.
   Escupió lo que tenía en la boca, principalmente sangre.
   -Diana, limpia todo-Dijo el otro-Yo te ayudaré después.
   Eran los integrantes de Ravenye, todos excepto Howard.
   David se retiró, desapareciendo por una puerta a oscuras. Luego le siguieron los otros.
   Diana miró a todas partes, mientras Apollo empezaba a sollozar: y, con una toalla mojada, limpió la espalda dañada.
   Aún con gritos, era aliviador, y sorprendente.
   -¿Por qué?
   -Porque sigues siendo la Cobra Suprema, aunque Estigmata ya te tenga hasta los huesos.
   -Gra-gracias, Diana, pero no te daré las coordenadas del tomo.
   -Ese libro no me interesa, me interesa tu salud. Intentaré que todo esto sea lo menos peor posible. Aun así, siento todo esto.
***

   Había entre cuarenta a cincuenta personas, todas en frente de un hombre. Todos mirando a la Estigmata, detrás de Alexei. Él, mirando a todos adelante, tenía un perro a su lado.
   Entre ellos estaba Diana Parsec, mirando hacia el frente.
   -Soy Alexei Makarov, Vocero de la nueva Cobra Suprema. Hoy, ustedes elegirán si quedarse con nosotros o no. Hablando sin rodeos, estoy aquí para ver si son capaces de resistir el infierno. Durante la pelea de las escamas, aprendimos lo fuerte que pueden llegar a ser los dragones, y los límites de la humanidad que debíamos pasar nosotras, las serpientes. Esa batalla trajo lo más cercano a una victoria para las serpientes, al matar a la Gran Sabia: Secilia Tachibana. Sin su ayuda, no solo podremos devolver la estabilidad al mundo, sino que descubriremos la verdadera naturaleza del Vacío...
   Hubo un murmullo, nadie entendió lo último. ¿El Vacío? ¿Qué es eso? ¿Tiene que ver con el Cataclismo?
   El hombre en la oscuridad miró a la primera fila, debilitando la mirada de todos.
   -... Creemos que en el dojo de la Gran Sabia Suprema Mako Tachibana, está la respuesta al Vacío. Si podemos llegar ahí, encontraremos una pista para poder tener la divinidad, terminando con esta generación del dominio dragón.
   El murmullo siguió, todo acerca del Vacío.
   -No importa cuánto desee traer reclutas, no puedo creer que sea necesario decir esa secreta información-Pensó Diana, consciente de todo lo que él decía-¿Cuál es su motivo?...
   -Ahora, veremos si son capaces de resistir lo que es ser llamado recluta de la Legión Infernal, de las Serpientes de ojos rojos...
   La Cobra sonrió, y con el puño derecho, golpeó con fuerza al perro, desapareciendo en las sombras.
   Todos se sorprendieron, atónitos como de a poco mataba al canino. Al principio, este último intentó resistirse, pero al ver que no podía separar su cuerpo de los puños llenos de sangre del monstruo, empezó a llorar, gritando tan fuerte que el eco del ruido rebotaba en las paredes.
   Nadie se movió, solo miraron. A Diana se le revolvió el estómago, el ruido estremecedor del perro era insoportable, mientras le reventaba los músculos y le quitaba las patas a la fuerza. La sangre saltaba y corría por la sala, entre los pies de los reclutas.
   Nadie se fue.
   Diana vomitó, sin poder resistir los sollozos del perro, o algo que le estaba haciendo mucho daño. Arrodillada en el suelo, era consolada por sus compañeros de Ravenye, Baethan y Sim.
   Estigmata, con la cabeza del perro fuera de su cuerpo, sonreía mostrando sus dientes. Veía a hombres que se quedaron mientras mataba al animal, pensando en el futuro.
   Pensando en su futuro.

La Vuelta de la HumanidadOnde histórias criam vida. Descubra agora