VIII

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Los ojos de George estaban cerrados, pero no era necesario abrirlos para sentir una brisa que le llegaba al cuerpo. Era carne al parecer. Escuchaba también niños jugar y reírse, unas voces conocidas: Seth, Marianne, Mako, Melissa, Oron, y Katherine. Al abrirlos, se encontró con un acampado, y una casa detrás de él. Oron estaba delante de una parrilla-De ahí venía ese olor a carne-, Mako estaba sentada junto a Melissa con una cerveza en lata, y al lado a dos niños que no alcanzaba a reconocer. Seth y Marianne estaban hablando junto a la parrilla, con la misma cerveza. Y Katherine estaba a su lado, acostada en una reposera blanca, con un bikini negro y unas gafas de sol.
   No sabía perfectamente donde estaba. En frente de él había una gran piscina, y él, que estaba acostado en una silla similar a la de Katherine, vestía un traje de baño azul y verde. En una de sus manos tenía una de las latas de cerveza, y en la otra su celular.
   -¿Pasa algo?-Katherine se subió los lentes para verlo.
   George intentó entender bien la situación. Los ojos de Katherine ya no eran marrones, eran de un negro obscuro. Pero nadie lo notaba.
   La respiración de George aumentó, no sabía lo que estaba pasando.
   -T-Tus ojos-Pudo decir, intentando encajar todo.
   Katherine movió un poco su cabeza hacia un lado, y al pestañear, ese negro opaco desapareció.
   -¿Estás bien, cariño?-Se sentó en la silla-¿Dormiste bien?
   -Ehh...-Miró a su alrededor, todos se estaban acercando, los niños habían desaparecido-¿Dónde estamos?
   -Parece que la siesta te hizo mal-Seth se había terminado la lata, y con fuerza la estrujó.
   -Estamos en mi casa de campo-Dijo Mako sentándose en la reposera de Katherine, junto a ella.
   -Celebrando-Marianne ahora estaba sola, Seth ya no estaba. Tampoco Oron. George los miró a todos, no sabía qué decir.
   -To... todo fue tan rápido, al parecer.
   -Sip-Katherine saltó al lado de George, dejando su mano en su muslo izquierdo, muy cerca de la entrepierna-Muy rápido. Ahora somos una familia.
   -¿Familia?
   -Familia.
***

   Los ojos de George se levantaron suavemente, con una sonrisa que demostraba no querer salir de ese sueño. Pero había vuelto, había despertado. No es lo que George buscaba para su futuro, pero le gustaba una idea así.
   Una familia.
   Había despertado en una cama que se le hacía conocida. Luego de un poco de orientarse donde estaba, recordó que le había pedido a Mako dormir en el dojo. Le dolía un poco la cabeza, pero sabía que distraerse en el Cubo se lo sacaría. Se levantó un poco somnoliento, saliendo al balcón interior del segundo piso, que daba directo a la puerta de entrada. Al salir, Shon, vestido con un traje blanco reluciente, se le acercó.
   -Ya despierto, señor George, ¿Quiere desayunar?
   -No estaría mal, pero me gustaría estar lo que me queda de horas en el Cubo.
   -Se lo puedo llevar perfectamente cuando esté listo, si usted quiere.
   -Me gusta esa idea, Shon. ¿Podrías traerlo lo antes posible? Me bañaré e iré directo hacia allí.
   -Por supuesto, señor. Estamos para eso.
   Y sin más dilación, Shon fue directo a la cocina, mientras George iba directo al baño, para luego dirigirse al Cubo a sentarse y meditar.

   Quería pensar en todo, o literalmente en nada, pero la imagen del sueño se le quedó en la cabeza durante un largo rato. "Familia" fue lo que Katherine dijo, ¿Se refería a los niños que se escuchaban? Aunque esos niños luego desaparecieron, ¿Se refería a todos juntos? Esa idea le gustaba más. A todos ellos los consideraba familia.
   Una familia que no quisiera perder.
   Intentó concentrarse, tal cual lo había hecho las primeras dos semanas del entrenamiento, pero no podía. La cara de Katherine con esos ojos en negro le atormentaba la mente. En sí, Katherine paseaba por su cabeza a cada minuto, a cada segundo. No entendía bien lo que le estaba pasando, pero no se quejaba. Su corazón se aceleraba, su piel se erizaba. Sentía que vivía en una era donde todo lo que él sentía ya no importaba, y por eso lo intentaba dejar de lado; pero no podía, cada día que pasaba, esas sensaciones al pensar en ella aumentaban. Sus ganas de verla cada día aumentaban.
   Y era lo que su mente solo pensaba, en esos momentos tan escasos que pasaron juntos. Y aunque pasaban las horas en el cubo, no podía dejar de pensar en ella. Era cierto, era un tipo de luz que le guiaba, y con tan solo pensarlo lo hacía sonreír. Siempre su vida estuvo con mucha oscuridad. Las únicas luces que tenía eran Melissa y Seth, pero no eran tan potentes como la luz que le entregaba esa chica.
   Iluminaba todo su interior. Todo el interior excepto una parte. Una parte que solo decía una cosa:
Observando
   Sabía que venía dentro de él. Incluso lo vio en los ojos de Katherine en sus sueños. Era eso. Pero no sabía qué era en realidad. Solo en el dojo Tachibana aparecía.
   Era como si algo lo llamara. En realidad, algo le llamaba.
   Abrió los ojos, un poco asustado, buscando de donde era esa sensación tan... rara. Estaba en el Cubo, en un cuadrilátero blanco, pero sentía algo oscuro, un punto negro en la luz. Se levantó un poco inseguro, y empezó a seguir lo que algunos podrían llamar instinto o corazonada, pero para él era algo que le decía "Ven".
   Lo llevaba a una habitación en el tercer piso, un cuarto totalmente oscuro, que con la poca luz que entraba del pasillo se podía visualizar una caja en el centro.
Consume
   La voz había salido de nuevo. Era la misma que ayer lo había atormentado antes de irse.
   -Ven-Lo estaba llamando, mientras George de a poco entraba en la habitación-Consume-Su voz fue clara, rápida.
   -¿Quién... Quién eres?-Con lo poco que veía, llegó a la caja. Era larga, y estaba cerrada-¿Qué quieres?
Aprender
Unir
Consumir
   Al abrir la caja, había una espada, con un pomo que parecía un cono afilado, que subía con un mango de metal cubierto de un cuero negro, el cual terminaba en un círculo metálico con un hueco, para que después de este siga una hoja plateada, que terminaba con una medialuna hacia dentro. En esta, había cosas inscritas que no podía reconocer, tanto por la oscuridad como por su forma extraña.
   George no quería tocarla, pero la voz lo llamaba y lo llamaba que, tanto por el ruido como por la presencia, la tocó.
   No sucedió nada. Por unos segundos, no sucedió nada.
   Hasta que pasó. Desde el mango empezó a salir algo viscoso, misceláneo, que subía por la mano izquierda de George. Él intentó sacar su mano, desesperado, pero no podía.
   -¡Suéltame!-Gritó, pero sin ruido, sin poder sacar su mano de la espada.
   No dolía, no se sentía, pero tan solo verlo ya era aterrador.
   -¡Con... sume!-La voz ya estaba dentro de su cabeza. Gritaba por todos los huecos de su mente.
   Hasta que consiguió salir.
   El líquido viscoso desapareció cuando soltó la espada, la mano estaba normal, blanca.
   Había caído al suelo, tiritando, con su corazón latiendo a mil, pero al parecer todo estaba dentro de su mente. Fuera de ella, no había nada fuera de lo normal.
Recompensa
   La voz había vuelto, o eso parecía, esta vez dentro de su mente. Pero luego de unos segundos, no volvió a decir nada.
   Nada durante todas las horas antes del encuentro.

La Vuelta de la HumanidadWhere stories live. Discover now