Era gigante, era hermoso. Había personas viendo las estatuas religiosas, otras tomándole fotos. En espacios cerrados había gente hablando, turistas y residentes. En el centro del Todai-Ji residía una gran estatua Buddha.
​   Katherine estaba sin palabras, miraba directamente a la estatua.
   ​-Kit Kat, debemos seguir. Esta es solo la entrada.
​Tanto a la izquierda como a la derecha del gran Buddha seguían dos grandes pasillos. Las cuatro tomaron el de la izquierda y caminaron por todo el contorno del lugar hasta llegar como a una gran sala de estar con varios sillones y mesas. En la esquina al final del pasillo, había un cuadrado que se salía del contorno del cuadrado, las que eran escaleras. Al subir, divisaron una puerta que en el momento estaba cerrada, junto a un hombre que la escoltaba.
​   Llegando, Katherine chocó su hombro con el de un chico alto. No se había dado cuenta de quién era, y tras mirar, abrió los ojos como platos.
   ​-¡¿George?!
​   George le agarró de la cintura, hizo una pequeña reverencia a cada una de las Tachibana, y volvió a Katherine.
   ​-No pensé encontrarte aquí-Le dijo.
   ​-¡Yo tampoco!
   ​-Estaba hablando con Mako, ¿Vienes a por lo mismo?
   ​-Sí-se le acercó un poco más, calmando un poco su cuerpo por la sorpresa.
   ​-Entonces que te vaya bien-Le besó.
​   No estaba preparada para ese encuentro. George se separó, y siguió caminando, hasta doblar por la esquina.
​   Su cuerpo se quedó paralizado por unos segundos, hasta que Mabel le empezó a hacer masajes en los hombros.
   ​-¿Estás bien?
   ​-Sí-Reaccionó-¿Dónde está Mako?
   ​-Ahí-Habló Mary, apuntando a la puerta-Seguramente esté sola.
   ​-Entonces, ¿Puedo pasar?
   ​-Claro, te esperamos aquí.

​   -¿Desea hablar con la Gran Sabia?-Katherine no sabía quién era, pero Mitsu ya había escuchado toda la historia sobre ella.
   ​-¿Puedo?
   ​Asintió con la cabeza, y abrió la puerta. Mako estaba ahí, sentada con una cara de preocupación, leyendo algo en su computadora.
   ​-Ha llegado.
   ​Ella miró, saliendo de su problema, y sonrió.
   ​-Gracias, puedes retirarte.
   ​El hombre hizo una reverencia y cerró la puerta, dejándolas a solas.
   ​-Él es Mitsu, mi acompañante aquí en el cuartel. Prácticamente mi secretario, mi mano derecha.
   ​-Este lugar es hermoso-Dijo ella, sentándose.
   ​-Es un recuerdo de la antigua humanidad-Se tiró para atrás en su silla-Y sí, es hermoso. Hay algunas cosas que no podemos decir que quedaron en el pasado, como la arquitectura tradicional de los japoneses o la gótica de los europeos. Son cosas que siempre quedarán en los profesionales del futuro.
   ​-Sí... ¿Estaba ocupada?
   ​-Leyendo un artículo-Mintió. Luego de unos segundos, suspiró-Es sobre un caso de un dragón, y además de tener que saberlo, debo ver si puedo hacer algo.
   ​-¿Usted cuida de todos?
   ​-No estoy sola en esto, pero más o menos sí. Pero bueno-Cerró el PC-¿Qué sucede?
   ​-Usted sabe por qué estoy aquí.
   ​Mako sonrió.
   ​-Por supuesto, pero quiero oírlo de ti.
   ​Katherine miró al suelo, con la respiración exaltada. Todo lo que había pensado se esfumó de su cabeza. ¿Qué debía decirle?¿Cómo se lo diría?​¿Tendría la fuerza de hacerlo?
​   Empezó a tiritar. Su cuerpo le estaba jugando en contra.
   ​-¿Katherine?-Mako se preocupó.
   ​¿De verdad sucedería eso ahora?¿De verdad quería que Mako la viera así?
Yo soy tu madrina
​   Cerró con fuerza los puños y los ojos, haciendo una mueca.
Te jugaron sucio
​   Mako se levantó rápido, y caminó hacia ella.
   ​¿De verdad perdería contra sí misma?
   ​Agarró su polera donde estaría su corazón, y la apretó con fuerza
   ​-Quiero...-Se tragó todo, y le miró a los ojos-Quiero saberlo todo.
​Mako sonrió, y empezó a frotar su brazo izquierdo.
​-Quiero... hablarles. Quiero enfrentarles.
Queremos ganar
​   No fue ella quien lo dijo, pero resonó en su mente una y otra vez, sorprendiéndole.
   ​-¿Por qué no te sientas y lo hablamos?
   ​Ella asintió, y como pudo, se sentó en uno de los sillones.
   ​-¡Mitsu!-Gritó, el hombre apareció enseguida-¿Puedes traernos una tetera caliente?
   ​-Enseguida.
   ​-¿Quieres algo en especial?-Katherine negó con la cabeza-¿Un té?-La chica asintió-Perfecto.

   ​Minutos después de regaloneo, Mitsu llegó con el agua caliente. Mako ya tenía las dos tazas preparadas, con bolsas caseras de té. Las sirvió en cada uno, y la dejó en el centro de la mesa. Preguntó por azúcar, Katherine apuntó la sacarosa.
   ​-¿15 gotitas?
   ​-20.
​-Hay que bajarlas, eh-20 gotas justas. Puso las suyas, y le volvió a mirar-¿Lo quieres caliente?
   ​-Prefiero esperar un poco.
   ​Ella agarró su taza y tomó un sorbo.
   ​-Entonces, Kat-Se acomodó en el sillón-Cuéntame, ¿Estás mejor?
   ​-Casi pierdo el control...
   ​-Pero ganaste, ¿Sabes? Ganaste la pelea que había en tu interior.
   ​Katherine agarró su taza, quería un poco de calor en sus manos. Le tomó unos segundos para poder volver a hablar, estaba eligiendo las palabras.
   ​-¿Cómo lo hago para... no perder en mi casa?
   ​-Primero, debes confiar en ti-Katherine bajó la cabeza, eso era difícil-Segundo, debes tener esperanzas-La bajó más-Y tercero... El tercer requisito no es algo que debes tener, sino algo que tiene que pasar. Debes estar exhausta de todo, y tú  misma querrás pelear contra eso. Lo acabamos de ver-Tocó con el índice la zona del corazón-Lo hiciste, porque estabas cansada de quedar atrás, ¿Me equivoco? De no poder luchar. Eso ha cambiado, ¿No?
   ​Ella solo negó con la cabeza. Hizo el mismo gesto con su polera, maldiciendo por dentro, creando una mueca de dolor, y le miró con determinación.
   ​-Sí, estoy cansada de tener que llorar hasta que se den cuenta. Quiero pelear.
Queremos ganar
​   Volvió a sonar en su cabeza, eso le detuvo. Eso le sacó una sonrisa a Mako, esa mirada, ese gesto en el pecho.
   ​Le recordaba a ella.
   ​Tomó el cuchillo que estaba en la mesa junto a unas galletas. Le miró con diversión, mientras que Katherine no entendía que sucedía, y se cortó un poco el dedo.
   ​-Tú creerás que duele, ¿Verdad?-Ella asintió, extrañada-Bueno, solo un poco. Mira.
​   La sangre se detuvo, y la herida quedó abierta. De a poco, mientras que pasaba el tiempo, esta empezó a sanar con rapidez.
   ​-Estas tipos de heridas pueden llegar a doler un montón, aunque son pasajeras, zen un momento terminan. Pero...-Dejó el cuchillo-Hay algunas heridas en las que no estás sangrando, y sufres demasiado-Copió el gesto en su misma polera, apretando con mucha fuerza-Esas heridas son las del corazón, porque no tienen medicina, porque no son pasajeras, y porque quizá, nunca se curan.
​   Katherine apretó aún más, con los ojos cristalizados, mirando hacia abajo.
   ​-Pero hay algo que cura esas heridas-La chica le miró enseguida-Es solo una.
   ​-¿Cuál?
   ​-El amor.
   ​Abrió más los ojos, sorprendida. Veía a su maestra con una sonrisa, pero dentro de sí estaba viendo a George.
   ​-¿El amor?
   ​-¡Exacto! El amor es aquel sentimiento del corazón de servir a alguien querido, de protegerlo, cuidar de él; algo que siempre has tenido, Katherine. Clifford cerró contacto completo conmigo, y con mi gente; se separó de su vida anterior para poder cuidarte, porque te ama. Esa es la razón.
   ​-¿Esa es la razón... de escondérmelo?
   ​-Esa no es solo de Clifford, sino de todos lo que te rodean. Incluso de mí.
   ​-No... no le encuentro el sentido-Tomó un poco de su té, tenía un toque de manzanilla, pero le rodeaba un olor a madera.
   ​-Eso lo sabrás con tus padres, ellos deben decírtelo.
   ​-Tú... ¿Podrías acompañarme?
   ​-¿Cuándo?¿Hoy?
   ​-Lo antes posible.
   ​Ella lo pensó un poco.
   ​-Creo tener la determinación, y la confianza para decírselos a la cara, pero no sola.
   ​-Te falta algo.
   ​-¿Qué cosa?
   ​-La esperanza. Es una de las cosas más importantes.
   ​-El amor, la esperanza-Bajó los ojos-¿De verdad ellos sienten eso hacia mí?¿Por qué me duele tanto si es así?
   ​-Porque no puedes verlo todavía-Le volvió a mirar-Porque sabes que Clifford tienen capas en su personalidad, escondidas unas tras otras. Es tu deber sacar todas esas capas, como si se tratase de una cebolla, con lágrimas y todo. Y estoy segura de que tu padre quiere que hagas eso, que le quites esas facetas a la fuerza, que te esfuerces, que te duela. Aunque no estoy de acuerdo con su método, él te crio, y lo ha hecho muy bien. En teoría.
   ​-Un suelo lleno de mentiras.
   ​-No, Katherine-Ella bajó los hombros, sin entender-No debes verlo así. Sí, son mentiras que a cualquiera le dolería, pero es tú trabajo verlas de otra manera.
   ​-¿Y cómo quiere que las vea?
   ​-Como un misterio.
   ​-¿Qué?
   ​-Son pistas, son cosas que vas descubriendo de a poco. Clifford te ha propuesto un juego, en el cual si o si tienes que participar. Muy de él, por cierto; pero ¿Qué vas a hacer?¿Quedarte con los brazos cruzados llorando en el primer laberinto?¿Esa es la Katherine con la que estoy hablando?
   ​-Quizá.
   ​-Yo no ví eso hace unos minutos.
   ​-¡Pero yo no soy así normalmente!
   ​-¡Entonces pelea contra tu propio ser para cambiar! Así es la vida, mi ahijada. Es pelear contra la marea, cambiar todos los días, mirando el pasado y atesorarlo, no importa lo cruel que haya sido. Eso es madurez, saltar la cuerda, caer riendo. Pero para eso necesitas apoyo, necesitas amor. Tus padres, yo, mi familia, la tuya, incluso George... la suya... nosotros siempre estaremos para ti. Debes poner tu grano de arena para que todo el desierto cambie, porque todos tenemos ese desierto, y todos debemos caminar por él. Es hora, mi niña, de levantarse y luchar. No importa qué tan fuerte sea lo que estamos enfrentando, ¡Pelea! ¡No importa que tan cruel sea este mundo, o sea tu historia, pelea...!
¡Pelea!
   ​-... ¡No importa la razón por la que pelees, pelea! Sea cual sean tus esperanzas, agarra tus miedos y conviértelos en valor, ¡Eso es lo que uno hace!
¡Pelea!
​   Katherine se levantó, con las manos como puños, sintiendo como sus uñas se enterraban en su piel por la fuerza con que lo hacía. Miró hacia adelante, había un espejo.
¿Esa es la Katherine...?
   ​-No...
​   Mako se levantó, y se quedó detrás, viéndose junto a su ahijada. Esta última, con la respiración agitada, respirando con fuerza, miraba directamente sus propios ojos.
   ​-No...
¡¿Crees que comeré todas las mentiras ahora?!¡Mira!
   ​-No...
Soy tú, pero mejor
   ​-¡No!-Sus ojos se tornaron celestes, y su pelo, como si hubiera sido un brillo natural que pasaba por todo su cabello, se tornó blanco por un momento.
​   Mako no reaccionó, solo miraba.
   ​-Yo no soy así. Yo puedo.
   ​-Tú puedes-Se puso a su lado, en un parpadeo, toda esa ficción desapareció.
   ​-Yo puedo.
​   Su cuerpo cayó en el sillón, cansada, mientras se animaba a si misma diciéndose lo mismo que acababa de decir.
​   Mako se agachó en sus piernas, y la miró en la misma distancia. Agarró sus mejillas con sutileza, y le sonrió.
   ​-¿Estás preparada para enfrentar a tu padre?
   ​-Sí.
   ​-¿Quieres que vaya contigo?
   ​-Sí.
   ​-Entonces que así sea, termino esto, y vamos, ¿Sí?
   ​-Está bien.
   ​-¿Cómo te sientes?
   ​-De maravilla, me siento con vida.
   ​-¿Con esperanzas?
   ​-Con esperanzas de descubrir la verdad, de recuperar a mi familia.
   ​-Entonces que así sea-le abofeteó con suavidad un par de veces-Si quieres puedes quedarte aquí, mientras yo trabajo, no tengo problema.
   ​-Me quedo aquí, madrina...
   ​Mako se quedó parada un momento, dándole la espalda. Eso le vino de sorpresa, y como si fuera una llama dentro de su cuerpo, su pecho ardió.
   ​-...Gracias.
​   Se quedó parada unos segundos, preocupando a la niña, pero terminó resoplando con una sonrisa. Fue a la puerta, todavía con un sentimiento extraño, algo nostálgico, y salió un momento. Ahí le esperaban sus hermanas.

   ​-¿Qué hacen aquí?-La cerró enseguida, Mitsu no estaba.
   ​Las mujeres se miraron, Mary y Madi miraron fijamente a Mabel, pero ésta ya lo había sacado todo.
   ​-Estábamos espiando-Levantó los hombres-Mitsu tenía que ir al baño, y aprovechamos.
   ​Las otras dos se enojaron un montón. Mako rió.
   ​-¿Todo bien?-Dijo Madi, mientras la mayor se apoyaba en la puerta.
   ​-Me dijo madrina-Les miró, con la voz entrecortada-No sé por qué me siento así, pero joder...
   ​Antes de que siguiera, sus hermanas le abrazaron.
   ​-Eso es una buena noticia.
***

   Eran las once y media, Mako estaba por terminar, Katherine estaba cargando su celular, mirándose al espejo, pensando en lo que vendría.
​   Afuera, Marianne estaba hablando con Seth por chat, algo pasaba. Se veía intranquila, preocupada; aun así, sus hermanas no le hicieron mucho caso, ya la conocían.
​   Cuando Mako y Katherine salieron, las otras tres se levantaron. La mayor, con tan solo verla, supo que algo estaba mal.
   ​-Mary-Ella miró, bajó la mirada enseguida-¿Sucede algo?
   ​-Es algo con... con Seth. No es nada, tranquila.
   ​-¿Es necesario que envía algún Kyobu?
   ​-¡¿Qué?, no!-Resopló-Él está donde los franceses, dicen que el Tigre Blanco volvió a atacar-Madison sacó a Katherine de la conversación, ya caminando junto a Mitsu hacia la puerta exterior-Están con Rinoceronte.
   ​-¿Mató a alguien?-Mako se le acercó, ya más seria.
   ​-Al parecer... No tengo muchos detalles, quizá vengan las noticias en un par de minutos, pero... Él ya está ahí.
​   Mako le puso la mano en su mejilla.
   ​-¿Segura que no quieres que envíe a alguien más?
   ​-Estoy segura. Sé que él está bien, incluso está George con él, pero... No lo sé, me tiene intranquila. Buranka es un peligro, ¿No?
   ​-Yo nunca te haría daño.
   ​-Lo sé, pero esto es diferente.
   ​-Yo siempre te protegí. De todo.
   ​-Mako...
   ​-Buranka era igual con Seth, y lo sabes. Joder, es su hermano mayor, ninguno de los dos pelearía. Créeme, ¿Sí?
​   Movió los ojos intentando pensar, desesperada, pero Mako le agarró de la barbilla y le miró directamente. Mary bajó la mirada y volvió a resoplar.
​   -Te creo, hermana.
   ​-Ahora, tengo un asunto importante que atender, ¿Sí?-Rieron-¿Vamos?
​   Marianne asintió un par de veces y fueron juntas al auto de la Gran Sabia.
***

   Estaban afuera, Katherine tenía la llave azul en sus manos. Mitsu miró hacia atrás, y asintió.
   ​-Hemos llegado.
   ​-Mitsu, no puedo agradecértelo más. ¡Gracias! No era necesario.
   ​-Tengo la noche libre, Gran Sabia. Si he de ayudarle, cualquier cosa.
   ​Mako le tomó la mano.
   ​-Si no vuelvo en treinta minutos, llama a una de mis hermanas. ¿Vale? Ellas se las arreglarán.
   ​-Pero, Gran Sabia...
   ​-Hazme caso-Katherine ya había salido del auto, preocupada de lo suyo, pero aun así despidiéndose-Anda a tu casa, siéntate en la silla del balcón, agarra un vaso de whiskey, y disfruta la noche. Seguramente veas algunos grillos blancos saltando por los techos-Sonrió.
   ​-Entiendo. Le informaré cualquier cosa.
   ​-Por supuesto.

   ​-¿Lista?-Le preguntó ya en la puerta.
   ​-No-Rió con nerviosismo. Como siempre pasaba, en los últimos momentos de algo tan planificado, perdía el control de su cuerpo, y menos podía hablar.
​Mako apretó su mano, dándole fuerzas, y se miraron por unos segundos.
​   Como si aquella mujer hubiera hecho algo con sus ojos pardos y su sonrisa, Katherine se calmó. Como si no hubiera algo más a su alrededor, ella solo enfocaba a su madrina.
   ​-Esta conexión...-Dijo la mayor, ahora agarrando la mano de Katherine con las dos suyas-No es por cualquier cosa. Tú naciste para que yo sea tu madrina-Su sonrisa se volvió más grande-Entiendo que estés envuelta de miedo y pánico, que tu propio cuerpo te haga sentir en peligro, que insista que algo está mal...-Katherine estaba separada de la realidad, como si todo lo otro estuviera atrás de un cristal-Como si no fueras real, nada más que ese sentimiento de desbalance-Le miró ahora directo a los ojos-Marianne sufre de ataques de ansiedad, y cuando le da uno de esos, pues...-Suspiró, recordando a su hermana-Sé lo que es pasar algo así, y eres demasiado fuerte para no caer en ataques como esos. ¡Katherine! Esta ansiedad no es nada, y juntas superaremos este sentimiento, ¿Sí? Todo está bien, todo estará bien.
​   Pasaron algunos segundos para que Katherine reaccionara: "Tengo miedo".
   ​-¡Y-y yo también! Han pasado quince años, y en estos quince años he esperado que me dijeras "Madrina". Yo también tengo miedo de que esto salga mal, pero debemos enfrentarlo, ¿Sí? Juntas lo haremos.
​   Katherine apretó, y asintió, volviendo a la vida, volviendo con ganas y energías. La misma Katherine que ella misma había visto en el espejo había vuelto, con esos ojos llameantes, llenos de determinación.
   ​-Sí-Respondió-Hagámoslo.
   ​Abrió la puerta, pasó Mako, luego ella, para gritar que había vuelto.
   ​-¡Hija, estamos en la cocina, acabamos de llegar!-Dijo su madre cuando Katherine cerró la puerta.
   ​Las dos se miraron, y asintieron.

   ​-La tía Kathy preguntó por ti en la tumba, pero le dije que estabas estu... diando-Vio que su hija estaba inmóvil en la puerta, con una cara sería, empoderada-¿Sucede algo?
​   Mako se asomó, quedando detrás de la chica. Los dos abrieron los ojos con asombro, y Katherine habló:
   ​-¿Cuándo me iban a decir que Mako era mi madrina?

   ​Su padre parecía del todo normal, su madre se levantó con la boca abierta.
   ​-Entonces, ¿Ya lo sabes?-Dijo este, con una sonrisa.
​   Habían sido solo palabras. Parecían suaves, cálidas, pero le dolieron tanto que casi cayó al suelo. Su pecho se estrujó como un paño, con un frío extremo que peleaba con el calor que le daba su madrina.
​   Se lo había dicho en su cara. Lo tonta e ingenua que era, como todo hubiera estado a la vista y ella no lo había notado.
​   Ahora estaba enojada. Muy enojada.

La Vuelta de la HumanidadWhere stories live. Discover now