IV

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Otra vez sonó su celular a la misma hora: Nueve en punto de la mañana. Sabía que era ella, y eso le daba una sonrisa. Agarró su celular, y le contestó. La voz conocida tosió un par de veces, para arreglarse la garganta de la manera más normal y graciosa que existe, y habló.
​   -¿Con el dueño de este celular, George Kotaro?
   ​-Sí, con él. ¿Desea algo?
   ​-Deseo informarle que esta llamada estaba programada por...
   ​-Por mi bebé-Le interrumpió.
   ​-¡Oye!-George empezó a reír-No me interrumpas así, ¿No ves que estaba en un papel importante?
   ​-¿En el papel de estar a punto de cobrarme la cuenta?
   ​-Sí-se enfadó-Ya, me tengo que ir.
   ​-¿Dónde estás?
​-En mi colegio. A esta hora estoy esperando a la profesora, entonces no tengo nada más que hacer que llamarte-Sonrió-Solo te llamé para fastidiarte, aunque termino más fastidiada yo.
   ​-¿Así será todos los días?
   ​-Cuando tengo ánimos de hacerlo, sí.
   ​-Entonces que sea todos los días.
   ​-Bueno, bueno, bebé. Ahora sí. Adiós-Le cortó, no pudo decir ninguna palabra.
   ​Se abrumó, y dejó caer su celular en la cama.

​   Oron estaba haciendo parte del desayuno, hasta que escuchó la puerta tocar. Fueron tres veces: dos veces rápido, la otra lenta. Estaba tarareando algo, cuando lo escuchó, su boca quedó abierta hasta que abrió la puerta.
   ​Era Enzo DeLuca.
   ​-Buenas tardes, señor Oron. ¿Cómo está?
   ​-Bien... ¿Tú?-Trago con dificultad. Incluso siendo solo él, su presencia de por si le sorprendió.
   ​-En perfectas condiciones...-Miró adentro un poco, sin poder divisarle-¿Estará George?
   ​-Ehh... ¿Lo necesitas ahora?
   ​-Cuanto antes.
   ​-Deje despertarlo-Si tiró para atrás-¡¿George?!¡Te están esperando en la puerta!

   ​Este, ya despierto por la llamada, le devolvió el grito, y salió de la cama, poniéndose sus pantuflas, y corriendo hacia abajo. Cuando se encontró con Enzo, lo miró con un poco de disgusto, y con total extrañeza.
   ​-¿Qué haces aquí?-Bajo, ahora con más calma-¿Sucedió algo?
   ​-Tengo noticias de los chinos.
   ​-¿No pudiste escribirme?
   ​-¿Y cómo te daría esto?-Alzó sus manos, con una gran sonrisa, y con unas llaves en ella.
​   Los ojos de George se abrieron, Oron lo acompañó con la sorpresa.
   ​-¿Qué son?
   ​-Las llaves de un departamento que está en el centro, cortesía del señor Shigeo.
   ​-¿El centro de los chinos?-Preguntó Oron, tomando primero las llaves.
   ​-Para nada, el centro del distrito, queridos amigos. En Shimano.
   ​George abrió la boca, completamente sorprendido. "¿Un departamento?" Pensó al verlas.
Recompensa
​   "Cállate, no es posible que algo así fuera la recompensa".
   ​-¿Un maldito apartamento, George?
   ​-Ehhh... ¿Seguro que es para mí?
   ​-Por supuesto. Creo que es gracias a mí-Rió, un poco pícaro-Le dije que no tienes mucho conocimiento en operaciones como la que es Clean House, que eres de esos dragones que prefieren resolver las cosas a puños, y que no pudiste ni dispararle a alguien. Creo que "eso" es como disculpa por darte una tarea... fuera de tu calibre.
​   Recordó las palabras de Seth. Puede que tendría razón su mejor amigo.
   ​-¿Ese hombre está loco?
​   -¿De qué están hablando?-Se unió Melissa con los ojos un poco abiertos y con pijama, que bajaba sin esperar la visita. Cuando la vio, intentó esconderse, asustada.
   ​-No se preocupe, es mejor que se sorprenda con lo que George tiene en sus manos.
   ​George se las mostró, ella quedó igual que Oron, completamente paralizada.
   ​Luego se unieron los gemelos, Robert que había dormido ahí la noche anterior; y Ozs que fue de los últimos. Nadie lo podía creer. George ni siquiera era un dragón, y ya fue recompensado por una misión que había recibido de un Gran Sabio.
​   Y eso significaban demasiados puntos.

   ​-Ahora que todos saben la gran noticia, debemos hablar George-Lo sacó del grupo un momento-El señor Shigeo me dijo también que hoy en el centro irá el número 22, y creemos que al saber que la familia Favé fue eliminada, irán a otra de las colmenas. Quiere que con Haireaki los espíen hasta saber la siguiente ubicación.
   ​-Entiendo, ¿A qué hora sería?
   ​-Entre las siete y las nueve de la noche-El chico maldijo en su mente, recordando la promesa de ayer-¿Todo bien?
   ​-Veré lo que hago, yo hablaré con Haireaki, ¿Sí?
   ​-Vale. Cualquier cosa me marcas, o hablas con Clifford.
​   -¿Sabe sobre... esto?
   ​-Por supuesto. Fue el primero en saberlo, George-Rió. Retrocedió, llegando hasta el lado de Wyx, quitándole las llaves de las manos, y volver con la mirada a su familiar-Otra cosa que deben saber. El edificio sigue en construcción. Este piso es completamente tuyo, no hay que pagarle ni un peso a nadie, ¿Entiendes?-El chico asintió-Creo que lo inauguran el miércoles, el día de tu cumpleaños, por lo que...-Se las lanzó, fácil para las manos de George-Tómalo como un regalo.
   ​-Ehh... ¿Gracias?
   ​-A vuestro servicio-Hizo una reverencia-Arrideverci!-se detuvo en la puerta-¡Oh! Casi lo olvido-Se volteó, mirándolo con confianza y seguridad-Como a las una, Antonella vendrá por ti, luego del almuerzo.
   ​-Vale, le espero aquí.
​   Volvió a bajar el torso un poco, y se retiró. Los Kotaro se miraron entre sí, sin palabras por la sorpresa. Algo que se enteró toda la familia, a la antigua, todos juntos. Como los viejos tiempos.
***

   ​-¿Dónde vamos?
   ​-Quizá si pusieras más atención en las calles, podrías deducirlo.
   ​George miró por la ventana, un poco aburrido. Recién había comido, y le estaba entrando el sueño cotidiano después del almuerzo.
   ​-No lo sé-Se dio por vencido.
   ​-Vamos a ver tu departamento-Abrió las ventanas desde el lado-¡Bienvenido al centro del distrito, George. Bienvenido a Shimano!
​   Entró por una de las avenidas, por una calle un poco más pequeña. Las tiendas y locales estaban llenos de color, neón, y gente. Edificios largos y grandes, que te hacían perderte por las calles. Era una ensalada de gente, de todas las edades, de todos los colores. Ya luego de cinco minutos metidos dentro, encontraron una calle doble, la cual en el centro de las cuatro avenidas había una plaza, y al lado un gran edificio. Ahí estaba su nueva casa.
​   -¿Cuál es?-Miró hacia arriba cuando salió del auto. Mínimo eran treinta pisos.
   ​-El...-Tiró los ojos hacia arriba, luego a un lado, para cerrarlos con fuerza. Cuando lo recordó, lo gritó-¡El cinco! Es el catorce del quinto piso.
   ​-Entonces vamos-Le sonrió, caminando hacia la puerta.
​   Era de cristal y gigante; la empujó con bastante fuerza por la barra, encontrándose una recepción vacía, con un hombre haciendo el aseo en la cerámica gris. Él los miró y se acercó, sacándose los audífonos.
   ​-¿Necesitan algo?
   ​-Somos los dueños del catorceavo en el quinto piso, queremos verlo.
   ​-¡Adelante entonces! Bienvenidos a Nueva Aventura-Sonrió-Soy Joseph, uno de los conserjes del nuevo edificio.
​   -Soy George-Se adelantó-El que vivirá aquí.
   ​-Mucho gusto, entonces usted debe ser...-Hablaba de Antonella.
   ​-Soy una amiga de George. Él es el que lo compró, aquí están las llaves.
   ​-¡Ah! Pensé que sería su pareja, o algo así; pero bueno-Se volvió a poner los audífonos-Tengan un buen día.
​   Los DeLuca asintieron, y partieron por el corredor que estaba conectado al gran salón. Al final de este, antes de doblar a los primeros departamentos, habían tres elevadores.
​   Llamaron, y llegó el de la izquierda.
   ​-Tú primero-Dijo George.
​   Antonella asintió con una sonrisa, entró, colocó el cinco, y esperaron. El elevador era de vidrio completo, era extraño verse tantas veces. Como si fueran las mismas personas de mundos diferentes. Mucha ciencia ficción en ese niño nerd que estaba dentro de él.
   ​-¿Por qué sonríes?-Le preguntó viendo a George sonreír al mirar los cristales. Se bajaron en el momento.
​   George resopló.
   ​-Nada, ¿Me das las llaves?
   ​-Toma-Las tiró por los aires, George las agarró en un instante.
​   Estaban en la puerta del número catorce. Relajó los hombros, y la abrió. Entraron a un salón vacío, con un suelo de madera flotante de un color gris. La pared que daba al exterior era prácticamente solo vidrio, parecido al de la puerta; en el que se podía ver todo, donde en el centro había una separación de concreto. La pared del frente a la puerta como a la derecha eran de vidrio, a la izquierda empezaba la otra parte de la casa, con una puerta que era un baño, casi a su lado. Metros adelante, había una isla que marcaba la cocina, en el cual a la izquierda, donde estaba la pared, había espacio para el horno, la lavadora, y la secadora. El lavamanos estaba puesto, y a la izquierda de este estaba el espacio vacío para un refrigerador.
​   Un poco antes de la isla había un corredor que daba a una puerta, al frente del concreto. A la derecha del corredor estaba una gran pieza con baño incluido. A la izquierda daba a una pieza más pequeña con conexión al baño del salón. Al final del pasillo había una habitación que podría convertirse en cualquier cosa-Dijo Antonella-.
   ​-Puedes transformarlo en un gimnasio, o incluso para la pieza de un hijo en el futuro, ¿Sabes? Son tres piezas, dos baños, y son gigantísimos. Esto podría valer como tres veces lo de uno normal.
​   -¿Y por qué me dio esto?
   ​-¿La verdad?-Cruzó los brazos-No tengo ni puta idea, fratello. Capaz que la información dada era demasiado buena, o que Haireaki tuviera algo que ver con esto, y es alguna forma de pedir... ¿Perdón?
   ​-Eso no lo había pensado, quizá sea algo así. Pero joder, esto es demasiado-Sacó su celular, y empezó a sacar fotos del departamento, Lo primero que hizo fue mandárselos a Katherine, que no le contestó; luego se las mandó a Seth, con el mensaje "El mejor Clean House"-Luego se las muestro a mi familia.
   ​-Buena idea.
   ​-Lo otro, ¿Por qué me trajiste aquí? Pude haber venido en cualquier otro momento, incluso con Enzo, que me las entregó.
   ​-Bueno, lo primero era para pasar un poco de rato contigo, que desde que empezamos en el hospital hemos estado un poco separados. Tú con Enzo en esto de la droga, y nosotros en algo completamente diferente; pensé que sería bueno retomar un poco la conexión, ¿No crees? Saber en lo que has, o han estado.
   ​-Sí, es buena idea. Además, y he de decirlo, esta será mi casa, y todos vosotros están invitados cuando deseen. Seguramente crearé algún par de copias para Clifford, Kat, Seth, y para Bruno. Así todos pueden llegar aquí cuando lo necesiten, incluso cuando no estoy.
​   Ella sonrió, eso le tomó de sorpresa.
   ​-¿Incluso para quedarse a dormir?
​   -Habrá que elegir un par de camas para eso-Rió.
   ​-Tendremos que hacer unas muchas compras para decorar este lugar-Rió con él-¿Algo en especial?
​   George lo pensó en un momento.
   ​-Una gran estantería estaría bien, ¿No crees? Hace tiempo que no toco un libro, porque los que tengo en mi cuarto están leídos varias veces ya...-Miró la cocina-Un refrigerador, que entregue hielos por un tubo...
   ​-Esa es buena idea.
   ​-Un par de televisores para el salón y para mi pieza... Y lo otro decoración.
   ​-¿Necesitarás ayuda con eso?
   ​-Yo creo, nunca se me dio bien la moda.
   ​-Vale, para eso tenemos a Zinerva.

   Revisaron una vez más el lugar, y salieron. Se quedaron un momento en la puerta, disfrutando con gloria ese momento, con una sonrisa triunfante que recordaba la frialdad de Enzo al disparar.
​   -Además-Dijo ella en el multiverso del ascensor-Debemos hacer tiempo, ¿A qué hora quieres pasar por Haireaki?
   ​-¿A qué hora dijo que podría?
   ​-Dijo que cuando la mula esté en el lugar, ¿Recuerdas los horarios?
   ​-Yo no, pero él sí-Sus ojos se oscurecieron. Antonella se asustó, con la garganta fría. La Sombra le sonrió disculpándose.
​   Los planos para el veintidós eran desde las seis y media hasta las doce.
   ​-Seguramente a las siete. Tenía planeado ver algunas películas con Seth y Melissa.
   ​-Vale, debemos hacer tiempo-Se adelantó al auto.
​   -Espera-La detuvo-¿Quieres pasarte? Así ellos te conocen, ayer conocieron a Enzo en el bar.
​   Ella sonrió, alegrada, y asintió.
   ​-Me encantaría-Dijo, volviendo al auto. Se detuvo en la puerta, sin conseguir abrirla, y le volvió a mirar-¿Quieres pasearte por Shimano? También tenemos Shibuya al lado.
   ​-No es mala idea.
   ​-Así me pones al corriente con todo lo que está pasando, ¿No crees?
   ​-Claro. No creo que haya problema con eso.
​Antonella le dio una palmada con una sonrisa, y mientras empezaban el paso dejando atrás el coche, rodeó uno de sus brazos en George. Este sonrió, y le acercó un poco.
   ​Estuvieron un par de horas hablando. George intentó decirle todo desde el verdadero inicio, en la peluquería. Cuando terminó su juego contra Virgil, estaban tomándose un café en la zona exterior del restaurante. Al terminar la taza, este también había terminado.
   ​-Joder, George. Eso es demasiado... para ti digo.
   ​-¿Para algún DeLuca no es nada?
   ​-No es eso. Te apuesto lo que quieras que Enzo estaba muy nervioso mientras lo hacían, lo conozco bien.
   ​-No dudó. Como si no fueran nada... eliminados.
​   -En algo así, el más rápido gana-Cruzó las piernas, y miró a la gente alrededor-Se podría decir que Enzo es especial en cierto modo. Sus sentidos son más... sensibles. Como un ciervo.
​   No importaba lo aleatorio que ese comentario haya sido, George tuvo en su cabeza el ciervo que le siguió en su sueño, recordándolo todo una vez más.
   ​-¿Y es bueno peleando?
   ​-Por supuesto, fue entrenado por el mismo Icy. La familia de Clifford DeLuca, o sea nosotros, somos buenos dando puñetazos-Lanzó dos al aire, sin tocar a George-Se podría decir que Zinerva y Adrián son como los más... reservados, prefieren hacerlo rápido-Disparó con sus dedos.
   ​-¿Y quién es el mejor? Entre ustedes, los de golpes.
   ​-Bruno y Enzo. Podemos sacar a Clifford, porque en realidad nunca lo he visto pelear. Giovanna también es bastante fuerte, pero ¿Más fuerte que yo? Eso lo apostaría-Rió.
​   George le copió el gesto, sin cruzar las piernas, pero esta vez encontró algo que le dejó la mirada entre el público.
   ​-¿Apostar, dices?
   ​-Ya sabes, es lo mío. Apuesto en lo que puedo ganar.
​   George le apuntó, al verse asintieron, y se levantaron, dejando un par de billetes en la mesa.

   ​-Vamos, mujer-Moshihiro se apoyó en la pared con su mano, dejándole no escapatoria a su presa. Estaba acompaña por cuatro amigos, todos mirando a la chica-Piénsalo, es dinero gratis.
​   -¡Que me dejes coño!-Le empujó, temblando. Al ver su reacción, volvió a pegarse en la muralla, soltando un gemido.
​   Moshihiro rió.
   ​-Yo digo que, Akira primero, yo segundo, podemos poner a Yuya y Yuki los dos juntos, y teminaríamos con Goro. ¿Qué te parece?-Se le acercó.
​   Michelle volvió a gemir, mucho más asustada, perdiendo las esperanzas.
​   Moshihiro se le intentó acercar aún más, pero una mano le detuvo.
​   George le agarró desde la cara, y empezó a apretar.
   ​-¡Eh, qué haces, gilipollas!-Dijo uno de la banda.
​   George apretó hasta que el hombre empezó a gritar, y le soltó tras empujarle.
   ​-¡Jodiste, marica!-George preparó los puños, Antonella se acercó a la chica, y le dijo que corriera, que desapareciera del lugar; para luego unirse a su hermano.
​   -Muéstrame lo que puedes hacer, DeLuca.

​   George lanzó un Chesto al primero, mientras que Antonella quedo esperando. Su postura era parecida a la del tigre, tenía una mano cerca de la boca, y la otra más relajada cerca del vientre. Uno de los punks se le tiró encima, ella le agarró el brazo del puño, con la izquierda, ayudándole a dar una vuelta en su eje y golpearle en la nuca con la derecha. Cuando tocó el suelo, empezó a avanzar. El segundo buscó algo que hacer, Antonella se adelantó con velocidad, Golpeó con el puño izquierdo de lado, hizo un amague para golpear con la derecha, pero devolvió el derecho hacia el frente. Le dio directo con el codo izquierdo en la oreja, giró para darle con el talón izquierdo, y con un salto, repitió el giro para terminarlo con la patada en la sien.
   El último, ya que George se había encargado de otros dos, mirando hacia atrás y hacia adelante, se le tiró a la italiana. Ella no se movió, volvió a la postura.
¿Sientes el oso?
​"Es demasiado rápida para ser oso, pero sigue siendo defensiva"
​   Esperó al hombre, quien se tiró con una carrera mientras gritaba. Ella suspiró, y cuando estuvo lo suficientemente cerca, hizo el mismo movimiento que al primero, pero en vez de golpearlo, lo agarró con un técnica de Judo, dando la vuelta completa, sentándolo, agarrando su cabeza, estampándola con la pared, y cuando esta cayó al suelo, la pisó.
​"Joder"
​   Se le intentó acercar, pero ella, caminando hacia Moshihiro, se le puso encima, le presionó la cabeza para que su cara estuviera de lado, y empezó a golpearlo.
​   -Para... que... no... vuelvas... a... acosar... ¡mujeres!-El hombre perdió la conciencia, y ella se sentó en su ombligo, como si estuviera en un caballo, respirando toscamente.
Joder
​   -Creo que eso fue demasiado-Se agachó, para estar en su nivel-Pero eso estuvo bastante bien. Tendría que ver a Giovanna intentar sobrepasar ese nivel.
   ​-Gracias...
   ​-Oso, ¿Verdad?
   ​-Sí. No es tan lento como el de Haireaki, pero me gusta la defensa-Se levantó-Lo siento, se me subieron los nervios con estos hijos de puta. Ojalá no esté muerto-Le movió la cabeza con la bota, y vio, e su pecho, una insignia-Una FP coreana: Jopok.
​   Exhaló con frustración, tirando la ficha en su cara, y empezó a caminar. George no tuvo otra opción que seguirle.
   ​-¿Qué hora es?
   ​Antonella se detuvo, buscando su reloj: "Son las seis y media"
   ​-Perfecto, ¿Vamos?
   ​Antonella asintió.

​   Se encontraron en la puerta de la tienda de espadas. Haireaki ni lo miró, le entregó un papel como si estuviesen escondiendo algo, le susurró en el oído que lo vería ahí, y se marchó. Antonella le vio con extrañeza, cuando entró en el auto.
​   El papel decía:
​"En el edificio en la calle 8 y San Pedro; es un edificio comercial, que al final podrás subir a la azotea sin problemas.
   ​¿Por qué en un papel? Porque creemos que estamos con una verdadera plaga, y decirlo por ahí podría costarnos la misión. Mejor a la antigua.
​   Te espero ahí.
​Haireaki"
  
   ​-¿Qué sucedió?¿Qué dice?
   ​-Que nos encontremos en la calle 8 y San Pedro-Antonella encendió el auto-Que lo espere en la azotea del edificio.
   ​-Vale-Empezó a conducir-¿Te espero cerca?
   ​-¿Irás entonces a ver algo?
   ​-Supongo, si tu quieres.
   ​-Entonces espérame donde estaciones, no me demoraré tanto.
   ​-Vale.

​   Al llegar, el edificio eran una tienda de sushi, el segundo piso de ropa, y la tercera había gente en computadores.
   ​-Ten cuidado-Le agarró el brazo antes de que George bajara.
   ​-Lo tendré, no te preocupes. Ya viste mis patadas.
   ​-Espera, ¿por qué Chesto? Lo dijiste un par de veces.
   ​-Bueno, es que la primera patada es en la mejilla, la segunda en la pera, y la tercera en el pecho.
   ​-Chest... entiendo.
   ​-Es como para sacar la energía, como cuando los tenistas gritan al golpear la bola, ¿Entiendes?
​   Ella le asintió, con una risa, y le soltó.

   ​George preguntó la subida por el local, la cual estaba al final, completamente fuera del restaurante. Subió hasta la azotea, dónde terminaba en una puerta. Estaba abierta, pero afuera, en el aire libre, no había nadie. Unos minutos después, luego de encontrar a un hombre con una larga gabardina negra de cuero en San Pedro, Haireaki se le unió.
​   -¿Cómo tan temprano?
   ​-Vine en auto-Se saludaron con una reverencia. Haireaki se sentó a su lado, sacando unos binoculares, unos para él, el otro para George.
   ​-Vale, ¿Lo encontraste?
   ​-Sí. Ahí-Le apuntó de la mejor manera para no tomar la atención de nadie con el anaranjado cielo.
   ​-Es él, es el mismo que el de James.
​   Lo era, pero estaba hablando con una chica. George acercó un poco, reconocía ese pelo. Cuando ella se mostró, la reconoció en el momento.
   ​-¡Virgil!-Dijo, viendo a su compañero-¿Qué hace ella aquí?
​   -Ni idea, ¿Hablando sobre lo de ayer?
   ​-Puede ser, pero debo averiguarlo-Se levantó, miró hacia abajo, estaba bastante alto, pero confió.
​Pero consumió.
   ​-¡No, George!-Lo vio saltar, pensando en lo peor.
​George cerró los ojos, La Sombra salió, al igual que el guantelete, y con rapidez, se agarró de la pared. Sacó cemento con las garras, y cuando estuvo cerca del primer piso, saltó. Virgil ya lo había visto, habló algo con el negro, miró a George, le mandó un beso, y empezó a caminar por el callejón que estaba por detrás.
   ​-¡No!-Gritaron, corriendo hacia ellos.
   ​Haireaki copió la acción, y cayó como un gato en el suelo, embistiendo a la mula mientras George seguía a Virgil.
   ​-Yo me ocupo de esto, ¡Síguela!
   ​El callejón doblaba a la derecha, ella le esperaba al final, guiñándole antes de desaparecer.
​   -¡Detente!-Dijeron a la vez, consumiendo un poco más. Con suerte podía ver, estaba ante el poder del demonio.
​   Al final de este, un gran cubo vacío le esperaba, donde ella, mirándole con una sonrisa; estaba en el centro.
   ​-Ha pasado un tiempo-Le dijo con una sonrisa. Con la misma sonrisa que lo quebró ese día.
   ​-¿Qué haces aquí?
​   -¿Crees que no sé lo que hiciste en la zona francesa? Somos rápidos, más que ustedes. Nos movemos.
   ​-Como ratas.
​   Ella saltó a carcajadas: "Como serpientes" Esta vez lo miraba con determinación, como una loca. Levantó los brazos, mirando al cielo ya casi oscuro, y gritó:"¡Salgan, mis pequeñas!".
​   El cubo se llenó de hombres completamente cubiertos de negro, con una chaqueta de escamas. Todos con la misma chaqueta que daba un reflejo rojo.
​   George estaba rodeado. Les gustaba pensarlo, pero estaba rodeado de puras sombras. Una broma que solo él entendería.
   ​-Are you scared, cutie cat?-Terminó sonriendo, mientras sus compañeros se posicionaban para pelear.
   ​-Try me.

   ​-¿Me necesitas?-Saltó en su cabeza.
   ​-No-Pensó, viendo a todos sus contrincantes-No quiero mostrarte, menos si Virgil pensó en un momento que te tengo conmigo.
   ​-Inteligente jugada.

​   Una de las serpientes, nervioso como nunca, intentó golpearlo en la cara. George le detuvo, le tiró la mano hacia un lado, un golpe en la pera, una patada baja, y...
​   -Chesto!-El cuerpo de la serpiente salió volando hacia una de las paredes, chocando con esta y cayendo al suelo inconsciente, tras las tres patadas.
​   Con confianza, avanzó hacia Virgil. Intentó una patada baja directa, pero ella, más rápida, la detuvo con el tacón. Bajó hacia él, sin dejar de mirarlo, y le dio un uppercut con el brazo; dio la vuelta, y le pegó con el tacón en la cabeza. Se recuperó, un derechazo en la mandíbula, y lo mandó hacia atrás con la palma izquierda en el pecho.
​   George saltó hacia la entrada, pero no cayó; y la fiesta empezó.
   ​-¡No vayas por el pez gordo enseguida, George!-Dijo ella, desapareciendo entre sus sombras.
​George se agachó un poco, y colocó los brazos cerca de su pecho, en estilo tortuga. Estaba esperando que uno cayera, tranquilo en su interior, pero con una cara en su mente: Alextraza.
​   Una de las serpientes se lanzó, sin saber lo que iba a suceder. George le esquivó el ataque, agarrándole el brazo, golpeando su nariz con la rodilla, y una patada directa en la frente, parecido a lo que antes hizo Virgil. A todos sus compañeros les tomó de sorpresa, viendo como él era destruido.
​   Sin embargo, eso dio comienzo al ataque en grupo. George intentaba atacar y defenderse, pero aquel estilo no era muy fuerte para demasiadas personas. Subió sus hombros, cambiando al fénix, y se llevó a varios un golpe en arco, dejó inconsciente de inmediato a uno con un codazo en la nariz, y a otro con un talón en la parte lateral de la frente.
​   Pero eran demasiados. Retrocedió un momento, recuperando fuerzas, respirando hondo, mientras ellos se tiraban contra él.
​   Haireaki apareció por detrás de George, saltando por encima, y cayendo con una patada en la cara de una serpiente.
   ​-¿Todo bien?-Preguntó, posicionándose.
   ​-Todo perfecto-Respondió, saltando como un monstruo lleno de electricidad negra hacia su presa. Uppercut, y cuando iba a caer al suelo, patada baja en su cabeza. Otro menos.
   ​Faltaban tres, y el Guchi se juntó con el DeLuca.
   ​-Te encargas del de la izquierda, yo los otros dos.
   ​-¿Seguro?
   ​-Confía en el dragón guerrero, Gorgie-Saltó, embistiendo a uno, y ocupándose del otro.
​   George vio a su contrincante, y sonrió. Se adelantó, se agachó para esquivar el puño, y lo mandó a la muralla con un "Chesto!", rebotando. En ese momento que George estuvo en el suelo, y el hombre todavía no lo tocaba, cerró los ojos y sonrió. Hizo un círculo con cada brazo desde abajo hacia arriba, con las palmas abiertas. Al abrirlos, la serpiente regresaba.
   ​-Burittsuenjin... ga sado!-Pronunció las palabras de la segunda habilidad del Blitz Motor: "Kamikaze". El primer golpe fue en el pecho, y golpeó, y golpeó, y golpeó, hasta dar veintiséis golpes seguidos, todos mientras el hombre permanecía en el aire, yendo hacia adelante y hacia atrás, entre puño y pared, donde el último fue directo en la boca, con un grito devastador-O... ra!
​   La serpiente se incrustó en la pared. Segundos después cayó, inconsciente.
​   Haireaki lo miró, completamente impresionado.
   ​-¿Qué dijiste?
   ​-Algo en japonés, tranquilo-Respiró hondo, se arregló el terno, que se movía con el viento, y lo exhaló todo-Blitz Motor activado.
   ​-Blitz Motor.
   ​-Thunder God, el estilo.
   ​-¿Animal?
​   George iba a hablar, pero un kunai llegó hasta sus pies. Los dos miraron al cielo, cinco personas mirándolos con una máscara hermosa y diferente cada una. Todos vestían de blanco.
​   Una voz femenina muy conocida por los dos les interrumpió.
   ​-El oso grizzly-Dijo ella deteniéndose, y cruzando los brazos. Era Mako, delante de Marianne y Mitsu-Haireaki, fuera.
   ​-Sí, Gran Sabia-Miró a George, y con la mirada le dijo "Suerte, porque estás jodido".
​   Marianne parecía seria, pero estaba preocupada. Siguió al chino, junto al asistente de su hermana, dejándolos solos.

   ​George bajó la cabeza, sin entender todas estas coincidencias que se habían unido en menos de una hora. Primero Virgil, los Kyobu, ahora Mako. ¿Era algún tipo de trampa?
​   La volvió a ver. Ella, con una dulce sonrisa, le miraba. No parecía enojada, furiosa o decepcionada. Parecía tranquila, parecía disfrutar el momento.
   ​-Lo...-Se arregló la garganta, agachando su cabeza-Lo siento.
​   Su cara cambió, abrió los ojos, y ocultó la sonrisa. Esas palabras, esa postura. No solo veía a George ahí, parado frente a ella, sino que también a William. Como si fueran una persona, como si aquel recuerdo se fusionara con la realidad.
​   Cerró los ojos, aguantando las lágrimas, y movió la cabeza. Movió los brazos con alguna señal para los de arriba, y estos bajaron.
   ​-No George, no lo sientas-Avanzó un poco, entendiendo el desconcierto de hombre. Ella suspiró, y siguió hablando-¿Sabes por qué te di esa paliza ayer?
   ​Los Kyobu empezaron a levantar los cuerpos, los dos del centro no les tomaron atención. Las máscaras eran animales: Ciervo, perro, cocodrilo y babosa.
   ​Hizo un intento de mirarla, pero bajó los ojos enseguida. "Porque... ¿me lo merecía?" dijo con un nudo en la garganta.
   ​-Para nada-volvió esa sonrisa, luego de lanzar unas risitas escondidas en sus labios-Eso fue porque... perdí el control. La Sombra me saca de juicio, y cuando juega conmigo...-Hizo una mueca y volvió a suspirar-Me pierdo en la furia.
   ​-Lo siento-Dijo La Sombra.
​Ella retrocedió, asustándose un poco. Al instante, empezaron a reír.
   ​-Yo debería pedir perdón-Retomó-Pero debes entenderme.
   ​-Le entiendo perfectamente, pero...
   ​-No hay peros. Esto es peligroso, David es peligroso, mucho más de lo que te imaginas.
   ​-Pero ¡Yo sé que puedo detenerla!... que puedo detener todo esto-intentó colocar sus manos en los hombros de su maestra, pero un algo lo detenía. Como si no lo mereciera, como si no estuviera la misma cercanía que tenía antes-¿Cómo supiste que estaba aquí?
​   Ella señaló a los de blanco: "Ellos son mis ojos. Están en todas partes. Volé cuando me lo dijeron".
​   Abrió su boca por la sorpresa, ¿Siempre estuvieron viéndole?¿Desde cuándo?
​   Mako le agarró del brazo, y colocó la palma en su mejilla, volviendo a su atención. Cerró los ojos durante unos segundos, recuperando lo que todo se perdió. Le volvió a mirar, con la misma sonrisa, sintiendo un verdadero momento de paz y de silencio en todo este mes.
   ​Para los dos, fue maravilloso.
   ​-No lo hagas-Le dijo-No es tu pelea.
   ​-Pero...
   ​-Te lo digo de verdad, ¿Sí? Deja que se encarguen los que tienen el tiempo y las energías de poder encargarse-Abrió su palma a los demonios que les rodeaban-Tú debes concentrarte en la iniciación-Miró a los hombres que estaban en el suelo-¿Parece que con Icy vas bien?
   ​-Sí. Me faltan pocas clases.
   ​-Bueno, mejor retírate, ¿Sí?-George asintió-Llama a Marianne y a Mitsu, otro día me hablarás de ella.
​   Se refería a Virgil, aquella chica que le estaba dando más problemas de los que creía. "¿Dónde se fue?¿Por dónde escapó?" pensaba mientras llegaba a la calle. Estaban ahí los dos, Haireaki ya no estaba.

   ​-Él ya se fue con su familia, no había nada que pudiera sacar si nosotros estamos aquí-Dijo uno.
   ​-Y menos tú-Dijo la otra-¿Qué sucedió dentro?
   ​-Creo que... ¿Nos arreglamos?
   ​-Me alegro-Dijeron a la vez.
   ​-Bueno, Ella les llamó. Hay cuerpos que investigar.
   ​-Estuviste genial ahí, mono-Le puso la mano en el hombro, y empezó a caminar.

​   No sabía cómo sentirse, aliviado por arreglarse con su maestra, furioso por la mofa de su rival. Encontró a su chofer en su celular, con una sonrisa. "¿Qué sucede?" le preguntó, subiéndose. Ella le mostró el celular: era su hija, Rosé Juliette, mirándole con intriga.
   ​-Es George, tu nuevo tío.
   ​-¿George? Papá me habló de George-Dijo la niña.
   ​-Ya bebé, me tengo que ir.
​   La niña se despidió, y ella volvió a su hermano.
   ​-¿Listos?
   ​-Listos.

​   Aunque era la primera vez que la veía, algo parecía molestarle dentro de sí. Era algo que Rosé Juliette demostraba, y no le daba ninguna confianza.
​   Le recordaba a Virgil, que debía estar pensando cómo actuar ahora. Una suerte que George ya no esté cerca. ¿Será suerte? Ya no tendrá a su Dante bailando entre sus manos.
​   Quizá Mako tenga razón, quizá salir de todo esto sea la mejor opción. Quizá George debía dar un paso atrás y disfrutar de las películas que vería ahora con su familia.

La Vuelta de la HumanidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora