Capítulo Tercero: La calma antes de la Tormenta

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                                            I

"Ocupaba una hoja muy grande, que terminaba con una medialuna. Podía llegar a atravesar hasta el espíritu más fuerte, la roca más dura. Pero era igual de débil que sus hermanos, no tenía el poder suficiente para enfrentar a los hijos de Pearl, que por suerte, estaban a su lado" Amadeo 3:50

​   Un dolor de cabeza le despertó. Como un zumbido bastante molesto y agudo que pasó de oreja en oreja, hasta que abrió los ojos. Como la mayoría de los días, le costó levantarse, incluso con esa rara sensación en su cuerpo. Pero ya estaba arriba, saliendo de su habitación, bajando por las escaleras, y buscando a alguien con quien poder desayunar.
​   No había nadie, vacío.
   ​-¿Aló?-Preguntó al aire, buscando una respuesta que no fuese su eco. Al obtener esa y ninguna más, fue a la cocina-Joder...
​   Algo lo detuvo, una nota en la puerta. Esta decía:"¡Cuidado con el Hombre en el Bosque!", que al darle la vuelta salía "No lo mires a los ojos, o sino ¡te comerá vivo!".
   Arrugó el papel, y lo tiró al piso, saliendo de la casa.
​   Afuera, era estar en el centro de un bosque en otoño.
   ​-Pero que... mierda-Se volteó, su casa se había vuelto una cabaña de madera vieja y oscura, abierta por sus propias manos.
​   Salto por el susto, con un escalofrío que pasó de su cabeza hasta los pies. El temor le paralizó un momento las piernas, pero consiguió la fuerza para empezar a caminar. El bosque estaba oscuro, pero podía ver gracias a la luz roja de la luna. El zumbido había desaparecido, y se había transformado en un gruñido de algún animal: un oso, o un lobo, un rugido distorsionado por la oscuridad.
​   Pasando por los árboles y las hojas caídas, el gruñido se volvió más fuerte, retumbando en su cabeza. No lo había pensado antes, pero la extraña y minúscula presencia de La Sombra había desaparecido. Era raro ya no tenerle consigo, tener a alguien para poder conversar cuando estaba solo, incluso si eso significaba ver más recuerdos de Secilia.
​   Unos pasos se escucharon por la derecha, era un cuervo de color pardo que no le temía, pero le tenía una distancia considerable. Lo miraba a los ojos, no sabía si era la luz, pero eran negros. "Así son" se dijo a sí mismo, recordando fotos del animal. A su otro lado, había un lobo que lo miraba, con un poco de miedo, sintiendo también el ruido constante de la gran bestia.
​   De una forma inconsciente, George se estaba dirigiendo, al igual que todos los animales, donde el ruido se emitía. Mientras más caminaba, rodeaba los árboles, y pisaba las hojas; más grande se hacía el ruido, más insoportable, más doloroso, y más animales se le unían.
​   El gruñido era tan insoportable que George se debía tapar los oídos con las palmas para poder resistirlo, sintiendo una gran agonía y necesidad de su antiguo compañero. Algunos habían quedado atrás en el rojo bosque, mientras los que resistían perdían las fuerzas de seguir. Pero había llegado, era un ser de dos metros y medio de alto, negro completamente, y que de alguna forma emitía el ruido, George no encontraba su boca, o algún orificio, era un ente vacío.
​   Y eso le daba muy mala espina. La brisa que lo cubría daba terror.
​   George aguantó la respiración al verlo, y cuando la soltó, la bestia lo miró, con un movimiento de cabeza increíblemente rápido, con unos ojos blancos que lo penetraban. Cuando los animales se acercaron, empezaron a correr con rapidez hacia él. No, corrían hacia esa dirección, sin importarle aquel animal. Este al mirar hacia atrás de George, explotó en mil pedazos, creando millones de cuervos que desaparecieron por los árboles, emitiendo un aullido triste y temeroso. Todo lo que pudo ver eran aves negras de ojos rojos desapareciendo por los árboles.
​   Lo tenía detrás, lo sentía. Al darse vuelta, quedó paralizado al ver a un hombre, con los ojos completamente negros, vacíos, obscuros.
​   -Tú-Sabía quién era, sabía que no le haría daño, pero el temor que George tenía en su cuerpo lo dejó aturdido-Sombra.
​   Este sonrió.
   ​-¿Quieres respuestas?
  Preguntas
​   Dijeron los pájaros. George asintió como pudo.
   ​-Con lo que sé de los recuerdos de Secilia, antes estaba junto a un caníbal. Vivía en un bosque parecido a este, en las Wildmounts de las serpientes, tal cual dijo Clifford. Era un psicópata, que lo único que hacía era matar a los valientes comerciantes que pasaban por el bosque, y violaba a las mujeres y niños que estaban junto a ellos. Me ocupaba para poder ganarle a cualquiera, y yo lo ocupaba para saciar mi hambre. Se creó una leyenda: El Hombre en el Bosque. "Témele, porque si lo miras a los ojos, te va a comer", simplemente lo decían porque me metía en su cabeza, y consumía su mente.
Let Me In
   ​-Ese sonido, el que me guió, ¿Es el que escuchan cuando entras?
   ​-Sí. Los vuelve locos, los convierte en seres estúpidos incapaces de ocupar su cerebro. Eso era porque él me daba la libertad de entrar completamente, y hacía lo que quería dentro.
   ​-¿Qué le sucedió?
   ​-Se suicidó. Yo era mucho para él... Mató a muchas personas. Se comió centenares de sus presas, sin filtro. Se había convertido en la oscuridad del bosque, y se comía a las sombras que lo cruzaban.
A man eater.
A ghost cleaner.
​   George no quería imaginarlo, cerró los ojos y suspiró hondo.
   ​-¿Por qué necesitas hacer eso?
   ​-Porque llena mis energías-Empezó a reír-¿Tú crees que mi poder es ilimitado? ¡No! Fui condenado hace años, debo aumentar mi poder con algo.
   ​-¿Y yo?
   ​-Eres mi hogar, el lugar donde puedo vivir. No podría matar lo que me hace estar vivo, ¿Es eso difícil de entender?
   ​-No. Pero yo no puedo proporcionarte la facilidad de hacer eso. Nadie más que alguien sediento de sangre podría.
   ​-¿Tú crees que Secilia era una persona sedienta de sangre?
   ​-¿Qué?-Lo pensó un poco, no la conocía, y no podía entrar en su memoria-No...
   ​-Exacto. Pero ella cayó en la locura. Tú eres parecido a ella, por eso te elegí.
​   Recordó la sala del viento. ¿De qué le había servido eso? No lo había ocupado antes, ¿O sí? ¿Qué significaba ser parte de la sala del viento?
   ​-¡La técnica de Icy!-Dijo al aire-Hay una facilidad en mi cuerpo de poder hacer esas patadas, esos golpes con los puños, esas llaves... ¿Eso significa ser del aire?
   ​Los recuerdos de su antecesora llegaron a sus ojos, eran Secilia y Icy entrenando juntos. Eran compañeros, con un hombre que nunca había visto.
   ​-Ella también... lo dominaba.
   ​Luego más memorias, Mako y su padre, entrenando con Icy y Secilia.
   ​-Son muy parecidos. Te lo digo yo, que los conozco completamente.
   ​-Pero hay algo que nos diferencia, y es el trato que tenemos contigo. Yo no quiero tomar el control de tus poderes, y de vez en cuando darte una recompensa a cambio. No... si vas a vivir dentro de mí, debe ser una convivencia mutua.
   ​-Eso es justo. Te puedo prometer no volver a hacerlo, pero no una disculpa. Ya habrá momento de poder recuperar mi verdadera fuerza-Bajó la cabeza con una pequeña sonrisa-Pero debes aceptarlo, aceptar que puedo controlar tus extremidades, que pueda hablarte dentro de tu mente. ¡Debes aceptarme para poder convivir contigo!
​   Su cuerpo empezó a temblar, con una presión que alejaba de La Sombra.
   ​-Debes dejarme entrar.
Let Me in
​   La Sombra empezó a reír, mientras George corría. Corría por su vida, por su cordura. Lo había mirado a los ojos, tenía miedo de morir.

​   Había corrido por una eternidad, pero finalmente la cabaña se veía en sus ojos. Abrió la puerta con el hombro, en pánico, encontrando el papel en el suelo: "¡Cuidado con el Hombre en el Bosque!".
​   Fue a la pieza de Melissa, que miraba por la ventana.
   ​-¡Lo siento, Melissa!
​   Ello se dio vuelta, y lo abrazó.
   ​-Pequeño George, ¿Qué sucede?
   ​-Lo ví... Vi al Hombre en el Bosque.
   ​-Querido Georgie... ¿Qué te dijo?
   ​-Me miró directamente a los ojos, y dijo: Déjame entrar. Tenía la misma camisa que yo, mis mismos pantalones-Sin darse cuenta, había caído de nuevo en el sueño.
​   Ella parecía calmada, sabiendo George que el papel tenía su escritura.
   ​-Pero querido... ¿No lo entiendes? Son sus pantalones también. Es su camisa también.
   ​-¿Qué?-Lo volvió a mirarla a los ojos, ahora los suyos eran completamente negros.
   ​-Tú eres el hombre en el bosque-Empezó a reír, soltándolo, y dejándolo caer con fuerza al piso-¡Tú serás el Hombre en el Bosque!
   ​-¡No! ¡Siento lo que hice! ¡Lo siento, de verdad!
Let Me In
***

​   Despertó con un gritó, levantándose con fuerza del piso. Estaba sudando, con el cuerpo pesado y la respiración tosca. Temblaba, y estaba a punto de llorar.
   ​-¿Qué sucede?-Era Melissa, que llegó a su puerta lo más rápida como pudo, luego de escuchar el grito.
​   Él la miró, destrozado completamente. Ella se tranquilizó, mirándolo con un poco de pena, y una sonrisa.
   ​-¿Una pesadilla?-George asintió-Acuéstate. Sí, en el piso-Oron, Ozs, los gemelos, y Diana la miraron en la puerta-No es nada, una pesadilla.
​   Todos asintieron, entendiendo la situación.
   ​-¿Te quedarás con él?-Preguntó Diana, Melissa solo asintió-Vale.
   ​-Perdón.
   ​-No, no importa. Te necesita, y podré dormir más cómoda-Sonrió volviendo a la pieza.
​   Melissa se acostó junto a él, agarró un poco de la sábana, y lo abrazó.
   ​-Tranquilo-George no tenía fuerzas; solo, con un poco de miedo, la abrazó, e intentó dormir-Tranquilo...
   ​-Siento lo que hice... Puedes perdonarme, ¿Verdad?
   ​-Por supuesto, Geoge. Claro que te perdono. Siempre lo haré.

​   Y así, a las cuatro de la mañana, Diana durmiendo cómoda en la pieza de al lado; Melissa y George durmieron juntos, igual que hace unos quince años o más cuando George tenía pesadillas, y ella debía abrazarlo para que él pudiera dormir. Como los viejos tiempos, como los mejores tiempos, cuando eran niños, cuando lo único a lo que le temían era al Hombre en el Bosque, y lo único que querían eran regalos.
​   Una realidad que los dos extrañaban, pero sabían perfectamente que no podían volver; dándole esperanzas del futuro, y dejar eso como un bonito recuerdo.

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