XIII

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Un pequeño zumbido golpeó en su cabeza, despertando a Katherine de su sueño. Le dolía un poco, pero el zumbido había acabado cuando abrió los ojos. Todo estaba normal, todo estaba oscuro.
   Estaba en su pieza, con la misma ropa de ayer. "Pero si me puse el pijama" pensó, saliendo de las sábanas.
   Era una sensación, era un sentimiento de extrañeza y ansiedad que antes no había experimentado. Estaba en su pieza, sí; pero la sentía diferente. Sus manos temblaban, de un color más pálido de lo normal. Su boca estaba seca, le costaba tragar. No se sentía enferma, eso sí; pero al parecer fue un mal sueño del que despertó. Sin embargo, nada se le venía a la mente, como si no hubiese soñado nada.
   Al intentar pararse, casi cae; pero las energías las recuperó al instante. Miró por su ventana, era de noche, la luna estaba cayendo. Las cinco, o seis de la mañana. "Falta un par de horas para el sol" pensó abriendo la puerta, mirando hacia los dos lados, y yendo al baño. En la puerta se detuvo, no podía tocar la manilla.
   -Estoy bien-Se dijo, estabilizando el pulso-Me siento bien. ¿Qué me sucede?
   Otra vez el zumbido, esta vez se dirigió a la puerta del escritorio de su padre. Una luz blanca salía de abajo de la madera, como si la luz de dentro estuviera prendida.
   Al abrir, esta desapareció.
   Cuando vio lo que estaba dentro, retrocedió unos pasos.
   La habitación había desaparecido, era una pradera oscura cubierta por un rojo que venía desde el cielo. Katherine miró hacia atrás, pero ya no estaba ahí.
   La luna roja cubría el lugar, el mismo lugar de aquel sueño donde vio a los demonios batallar.
   Su inestabilidad todavía estaba en su cuerpo, pero un poco más ausente.
   Esta vez no había demonio, no había zorro. La luna estaba en su tope, y el rojo cubría toda la pradera. A su derecha, al mirar, encontró un brillo parecido al que vio anteriormente en la puerta del escritorio. Tragó fuerte y fue directo hacia allí.
   Parecía suelo, pero no se sentía como tal.
   Dentro de los bosques, los árboles creaban un camino hacia un monte. En él, la madera se retorcía de una forma cruda, oscura y necrótica; formando una gran puerta con el mismo brillo de antes.
   Al acercarse, en esa especie de espejo, Katherine se reflejaba, pero de una forma distinta. Su cabello era completamente blanco, y sus ojos, sin iris, compartían el mismo color. Era idéntica, le seguía los movimientos.
   Parecía y funcionaba como un espejo.
   Intentó pensar en lo que estaba a su alrededor. ¿Dónde estaba? ¿Qué era este lugar? Al darse vuelta, un venado la miraba fijamente, con unos ojos obscuros. Al fijarse un poco más, este venado tenía una parte del pecho sin piel, con las costillas visibles, el corazón negro, y sin latencia.
   Segundos después, cayó muerto al suelo.
   -Curioso, ¿Verdad?-Dijo su voz, pero no de su boca-Un lugar sin sentido. Partido, en pedazos.
   Era el espejo, que le hablaba por detrás. Se dio vuelta, y ahí estaba ella, curiosa y con miedo, mirándose en un espejo.
   Volvió a tragar, el pecho se le paralizó, y sus extremidades dejaron de funcionar.
   Mientras ella perdía el control, su paradoja sonrió.
   -¿Q-quién eres?-Pudo decir, inmovilizada.
   -Soy tú, ¿No ves? Soy parte de ti. Estoy dentro de ti. Soy tú, pero mejor.
   Su cuerpo se recuperó de repente, estaba frente a frente a ella. Lo último se repitió varias veces por el bosque.
   -¿Tú eres quién me mostró esa pelea?
   -Todo tendrá sentido a su debido tiempo, Katherine.
   -Pero ¿Por qué soy así? Tu pelo, tus ojos...
   Ella pestañeó lentamente, un iris celeste apareció en la blancura.
Su sonrisa aumentó, mientras Katherine abría más los ojos por sorpresa.
   -Necesito respuestas.
-Necesito poder-El suelo sucumbió un momento-Tus respuestas están más cerca de lo que tú crees, cariño.
   -¿Mako? ¿Papá?... ¿David?
   Al decir su nombre, la sonrisa desapareció.
   -Tu luz te seguirá en toda decisión que tomes, Katherine; pero recuerda-Su cabello empezó a oscurecerse, y sus ojos se volvieron opacos; sus manos tocaron el espejo, sin poder salir, y acercó su cabeza-¡No le temas a la oscuridad!
   Del susto, del miedo, Katherine cayó al pasto, retrocediendo al bosque.
   -...No corras de él-Todo el lugar empezó a perder el rojo por un negro vacío-No le temas al Vacío.

La Vuelta de la HumanidadWhere stories live. Discover now