XVII

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Luego de que Seth la dejó en su casa, de saludar a su madre que se estaba arreglando para salir, y de preguntar por su padre, sabiendo que no estaba en el hogar; se fue a su pieza. Al sentarse, recordó lo que había pasado ayer. ¿En realidad era su madrina? ¿Cuál fue el gran problema que los separó?
   Se mordió su labio lo más fuerte que pudo, apretando sus puños y dejando salir todo el aire que tenía en sus pulmones. Resistió varios segundos, e inhaló con fuerza.
   -¿Kat? ¿Estás ocupada?-Su madre entró, sorprendiéndole-Kathy me llamó, ¿Quieres ir?
   Quería hablarle de todo, gritarle en la cara sobre Mako, entender qué sucedió durante esos casi dieciocho años. Pero no era el momento, no era el lugar. Necesitaba a su padre, esa persona que siempre estaba tranquila, que siempre estaba un paso adelante de todos.
   -Ehh... el jueves tengo un examen de biología, pero está bien...-Miró su velador un momento-Supongo que estará Alejandro.
   -Sí. Ya sabes lo que te pedimos, pero no es neces...
   -Lo sé, Mamá. Y lo haré-Le sonrió, con confianza, con seguridad.
   -Gracias. Sé que tú puedes... ayudarle.
   -Lo intentaré-Se levantó con ánimos, olvidando un momento sus preguntas-¿Cuándo salimos?
   -Cuando estés lista, hija.
   -Vale vale. En quince estoy.

            Agarró la primera ropa que encontró, no debía estar tan bien vestida para una visita a su tía, pero nunca fuera de moda. Cambiándose, al sacarse la polera, recordó la mano de George sobre la suya, y una sonrisa salió en su rostro, seguido de un escalofrío. Movió la cabeza de lado a lado con fuerza, y agarró la camiseta.
   Con solo recordarlo, su voz, su sonrisa, sus besos; la llenaba de alegría, una que antes no tenía, que salía de su cuerpo con bailes improvisados mientras se cambiaba. Levantó las manos, chasqueando los dedos, tirando patadas sueltas al aire; y al encontrar los zapatos adecuados, se agachó con una vuelta completa, agarrándolos y tirándose a la cama.
   Ya lista, bajó las escaleras en un ritmo estructurado, encontró a su madre ya lista en la puerta.
   -¿Por qué tanta felicidad?-Conocía a su hija.
   -La canción-Indicó sus audífonos, que nunca faltaban.
   -No seas tonta-Rio, abriendo la puerta.
   Fuera, las estaba esperando Tomás dentro del Maybach.
   -Sigo pensando que vives en el auto.
   -Buenas tardes para ti también, señorita Katherine. Me pareció raro que no me llamara para ir a buscarla-Subió Nora adelante-¿La vino a dejar la maestra?
   -No, una de sus hermanas-Lo recordó todo, incluso la mueca de su madre y la ceja arriba le enfureció, pero lo tiró al lado al instante, junto a su alegría-Almorzamos, y me vinieron a dejar.
   -Acuérdese que siempre estaré para usted, solo tiene que llamar-La chica asintió con una sonrisa. Al cerrar la puerta, Tomás se dirigió a la madre-Entonces, ¿A dónde?
   -Donde Kathy. Supongo que recuerdas el camino.
   -Por supuesto-Le contestó prendiendo el coche. Dos toques de la llave, esperó un momento, y el tercero hizo retumbar el motor.

   El viaje fue tranquilo. Aunque Tomás tenía puesta la radio, Katherine tenía a Low Roar de fondo mientras veía las calles de su distrito. Era el artista perfecto para cuando salía de su casa en viajes relativamente largos, de quince a veinte minutos. Relajantes, casi ambientales.
   Era uno de sus álbumes favoritos.
   -Just-Susurró, con una sonrisa, al llegar a la casa de su tía-Don't be so serious.
   -Sister-Dijo su madre con el teléfono-Estamos afuera... Sí, bueno... Dale, adiós-Cortó, y lo guardó en su cartera-Entonces Tomás, como a las siete o por ahí te llamaré, ¿Sí?
   -Vale, vale, señora-Dijo este-Si pasa cualquier cosa antes me llama, yo vendré lo más rápido posible.
   -Gracias, te pasaste-Abrió la puerta-Vamos Kat.
   -Ya, ya oh-Dijo un poco enojada, tras tener que detener la canción-Adiós, Tommy.
   -Suerte, señorita Katherine.
   Ella le sonrió, sacándose uno de sus audífonos, y bajándole al volumen un poco. En la puerta les esperaba Katherine, su tía; atrás de ella: Alejandro, su primo. Cuando se saludaron, hubo un silencio incómodo. Se veía destruido, pero con una sonrisa que eliminaba todo lo malo de su cuerpo. Tenía una barba pre puberta en mal estado, sus ojos estaban un poco rojos, y se mostraba lo poco que podía dormir. Vestía una camisa veraniega larga, con unos shorts marrones y unas sandalias.
   Katherine llevaba una parca burdeo, hacía un viento de locos.
   -Hace tiempo que no te veía-Le besó en la mejilla-Estás tan bonita como siempre.
   -Creo que no puedo decir lo mismo-Miró a su tía, que hablaba con su madre-¿Estás bien?
   -Sí-Le sonrió-No te preocupes. Solo que hoy en la noche todo esto-Movió su mano por su cara-Cambiará. ¿Vamos a mi pieza?
   -Ehh... claro.
   -¡Ma!-Gritó, estando a metros de distancia mientras caminaban por la casa-Estaremos en mi pieza. Nos llamas para comer.
   -Sí, hijo.

La Vuelta de la HumanidadWhere stories live. Discover now