Interludio Segundo: Fin de un ciclo

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En el camino a la casa, Pearl intentaba reencontrarse con su tierra. Había pasado muchísimo tiempo desde su última estadía en esos lugares; y eran diferentes, por supuesto, pero había algo que no cambió, o quizás había vuelto. Esa esencia de destrucción, y caos.
   Era algo que siempre traían las batallas contra el Vacío, y aunque todavía el cielo era celeste, y las nubes paseaban con tranquilidad; se notaba en el aire ese algo de impaciencia y nerviosismo. No sabía si era el Protector que tenía al lado, que había estado callado durante todo el viaje, cabizbajo quizá pensando en la decisión que había hecho hace un par de minutos; o eran los pocos animales que se veían mientras caminaban, que los miraban con miedo, y corrían segundos después lejos de ellos.
   Poco después divisaron la casa, una construcción pequeña y simple que estaba completamente hecha de madera. Pearl sonrió al verla, luego de todos los años fuera la había incluso olvidado; pero ahí estaba, siempre la misma zona de reencuentro.
   -¿Crees que esté solo Pör?-Le preguntó al hombre.
   -¿Ah?-Le miró, volviendo al mundo real-Ehm... supongo que alguien más pudo haber llegado, no lo sé. Estuve unas horas allá arriba, mirando las nubes, pensando en qué hacer.
   -Y llegué yo, ¿Verdad?
-Sí, pero ya estaba medio decidido, usted me convenció.
-¿Seguro de eso?
   -Supongo.

   Al entrar, una mujer de tez blanca con el pelo albino hasta por lo menos la cintura hablaba con un hombre negro con rastas grises y cortas que caían por la derecha. Los dos se levantaron al ver a Pearl entrar.
   -¡Madre Eterna!-Dijeron a la par.
   -Pör'Citarr... Eco's-Dijo ella, saludándoles.
   Los ojos completamente blancos de la mujer miraron directamente a los ojos obscuros del hombre, notando enseguida que algo sucedía. Pero con la presencia de Pearl, no dijo nada al respecto.
   Del negro aparecieron muchas personas atrás de él, esencias celestes de distintas formas, entre hombres y mujeres, que saludaron con energía a la Madre Eterna.
   -¡Son demasiados!-Dijo mientras les saludaba-¿Cuántos van ya?
   -Entre unos cincuenta a sesenta, seguimos siendo humanos, ¿Recuerda?-Dijo uno de aquellos fantasmas celestiales.
   -¡Por supuesto que lo recuerdo! Ya que El Primero no era de aquí, Requiém cambió las reglas con ustedes.
   -Cosas de defender el Tiempo, ¿No, Madre Eterna?-Dijo otro distinto.
   -Por supuesto, Primero-El hombre era más maduro, más callado, con una melena gris que le caía hasta los hombros. Todos, de alguna manera, se parecían a él. Era el primer Eco de Tiempo, como se llamaban entre ellos; por eso siempre le llamaban Primero.
   -¿Llegó hace poco?-Le dijo el real, mientras los otros desaparecían. Se sentó en la meza, y siguió hablando-Yo acabo de llegar, Fatewagon vendrá en algunas horas.
   -Siempre llega tarde-Le sonrió, sentándose cerca de él, mientras los otros dos se juntaban-O a tiempo.
   -Siempre se pierde en el camino del tiempo.
Ella rio despacio: "Y sí, llegué hace unas horas, cuando se rompió el sello".
   -A todos se nos avisó que se había roto el sello-Dijo la mujer-Por eso estamos aquí.
   -Al librarme yo, también se liberó el Kash'Cután. Eso quiere decir que dentro de poco un portal que conecta este mundo con el Vacío se abrirá, y se reiniciará el ciclo.
   -Ese es nuestro trabajo-Kan bajó la cabeza.
   -Exacto. Es el trabajo de Los Protectores, pero eso no quiere decir que deba ser nuestro trabajo. Se los diré de nuevo cuando Los Catorce, quince si La Maestra se une, estemos juntos; pero ustedes pueden romper su promesa para que otro lo haga-Miró directamente al hombre con los ojos negros mirando al suelo-Y no debes sentirte mal por hacerlo, cada uno sabe cuándo debe cortarse el ciclo.
   -¿A qué se refiere con eso, Madre Eterna?-La mujer se levantó, extrañada por la preocupación de Pearl.
   -Dejé mi espada en el montículo...

   -¿Qué?-Gritó, Pearl calló.
   -Esta será mi última pelea.

            -Pe-pero, ¿Por qué?-Se sentía dolida-¿Desde cuándo lo habías decidido? ¿Por qué nunca me lo dijiste?
   -Porque sabía que esto sucedería.
   -¿Qué cosa?¿Esta maldita situación? Si me lo hubieras dicho antes, lo hubiéramos hablado, ¿Por qué lo hiciste?
   -Estoy... cansado.
   La mujer no dijo nada, solo abrió los ojos lo más que pudo, saliendo las lágrimas, pero sin caer.
   -No puedo creer que lo hayas hecho...-Empezó a fruncir el ceño, su melena blanca empezó a moverse.
   -¡Detente, Pör!-Pearl se les puso entre medio-Cada uno decide cuando esto debe terminar y cuando no.
   -¡Usted no entiende, y tampoco lo va a entender! Nosotros hicimos juntos esta promesa, porque como la luz no es nada sin la oscuridad, yo no soy nada sin... él-Apretó con fuerza los dientes, aguantando el dolor.
   Kan intentó hacer algo, pero Pearl le detuvo.
   -Eso no es así... hace muchísimo tiempo que dejaron de ser humanos.
   -Pero eso no quiere decir que lo hayamos olvidado-Caminó hacia la puerta, golpeando el hombro de Kan-Iré a buscar a por los otros-Y desapareció con un portazo.

   -Qué quieres que te diga-Le dijo el negro-La jodiste otra vez.
   -Yo no soy como tú, Echoes. Yo he vivido la eternidad, la Madre Eterna tiene razón, ya no soy humano, pero lo único que quiero es volver a serlo... Intentar hacer lo que no pude por... esto.
   -Aun así, debiste haberle dicho. Ella lo dijo, son inseparables, y si muere, el otro se pudrirá hasta morir. ¿Te gustaría verla morir a ti?
   -¿Qué?¡No!
   -Pues entiende cuando ella rechaza tu decisión, porque ella tampoco te quiere ver morir-El otro solo bajó la cabeza, Pearl los miraba, les intentaba entender-Prácticamente son la luz y la oscuridad. No creo que sea justo que decidas de esa manera tan egoísta, siendo una decisión demasiado importante.
   Kan miró a la otra, ella subió los hombros.
   -Sigue siendo tu decisión, pero hay cosas ciertas en lo que dice Echoes.
   Solo bajó la cabeza, estaba realmente confundido.
   -¿Sabes qué? No me gusta estar aquí esperando, ¿Vamos a buscar a Amadeus? Quizás él te ayude un poco.
   -Puede ser buena idea, Madre Eterna-Se levantó, y siguió a la mujer hacia la puerta.
   Esta se detuvo antes de salir.
   -¿Tú?-Se refería al negro.
   -Yo hablaré con Pör, no se preocupe.
   -Eso sería de mucha ayuda, gracias.

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