Cuarto Capítulo: Dolor Fantasmal

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   "A Kigyo le dio el poder de camuflarse y ahuyentar a sus depredadores a través de sus ojos; a Kiralcapa una buena respiración para nadar incluso por la tierra, un buen oído para escuchar a cualquier presa, y unos buenos dientes para alimentarse de sus enemigos; a Istén fuertes músculos para resistir cualquier clima o hábitat; y a Szel le dio el poder de conectar su mente con la de sus hermanos. Así, luego de siglos más tarde, sus hijos podrán pasar sus regalos a las generaciones humanas, hasta que todas puedan compartirlas" Amadeus 2:8

   Era lunes 3. El sábado George se había ido, pero el día anterior hablaron por última vez. Y fue una charla muy larga. Supusieron que debían hablar lo máximo para intentar recuperar ese mes en solo unas horas, y fue asombroso. Hablaron de lo que se le venía a la mente. Ese mismo día Katherine conoció más de su nuevo cantante favorito, y gracias a eso, hablaron de música. Low Roar era muy ambiental, pasando a esa emoción trágica de la tranquilidad de los instrumentos; y eso es algo que le encantaba. La soledad es algo que le asustaba, decía, pero esas canciones, que trataban de alguna manera sentimientos de ese calibre, le ayudaban a seguir en el día.
​   Para George eso era un poco ilógico, él era de gustos más enérgicos y pronunciados, como sería el rap o tangobeat como tal, pero no podía negar que los nuevos géneros que ella le mostraba le fascinaban. Algunas veces pasaba todo el día con esa canción que escucharon juntos, tanto así que ambos Seth y Melissa también la empezaron a escuchar.
   ​Luego pasaron a lo que sucedió en la casa de la tía Kathy, y George tenía razón en algo: Era hora de visitarlo en la clínica. Su madre siempre le decía que estaba ahí porque prefiere estar en la camilla que en su propia casa, y la tía Kathy ahora entendía por qué.
​   Por último hablaron de los colmillitos. George le dijo que ya estaba fuera de eso, simplemente porque ahora no estaría en el distrito, pero seguramente volvería al caso cuando llegue de nuevo. Era un caso con el que tenía sentimientos encontrados, aunque no le dijo sobre Virgil, le habló tanto de James, como la mula que llegaron gracias a este. Le explicó el problema con la metáfora de las abejas, y que tenían que erradicar a cada una de ellas.
   ​"-Erradicar significa como...-Quería es cucharlo de su boca, no de la suya.
   ​-Ya sabes, interrogarlo hasta la muerte, saber lo que sucede para poder estar un paso adelante, y lastimarlo de todas las formas posibles.
   ​-Es un suicidio. Ese trabajo, digo.
   ​-Es el crimen de la droga, Kat. Es lo que te enfrentas cuando entras en ella. Por suerte, por mucha suerte, tu primo ya no está dentro. Si no, él estaría en muchos problemas.
   ​-Créeme, ya lo está. Son problemas que al parecer no quiere... erradicar.
   ​-¿Hablaste con él?
   ​-Lo haré el lunes. Sigue en el hospital.
   ​-Háblame de eso, ¿Cómo fue?"

   ​Y así fue. Ese lunes luego de clases fue directamente a la clínica de Milestone, y mientras llegaba a su habitación recordaba esa conversación. Estaba acostado, en silencio, con los ojos abiertos por ciertas milésimas, pero llegaban al cielo.
​Katherine tocó la puerta ya nerviosa, sin poder olvidar sus palabras de ese día. Él le miró con dificultad, y sonrió. No habló, solo le hizo una seña con la mano en la sábana para que entrara.
​   Ella puso las flores que Tomás había comprado, y las cambió con las que estaban ya puestas. No hubo palabra, no le salía ninguna. Las botó y agarró la silla que estaba al lado del bote, la puso al lado de la cama, y se sentó, mirando hacia abajo.
   ​-Perdón por no venir antes-Le miró, Alejandro seguía sonriendo. Asintió con movimientos pequeños mientras le miraba-Pero capaz que antes no estaba preparada. ¡Pero aquí estoy!...-Se quedó sin palabras, bajó la mirada con un poco de vergüenza.
   ​-Ha...blame-Su voz era tosca, y mientras hablaba hacía varias muecas de dolor.
   ​-¿Tú no puedes?
   ​-Me... duele.
   ​-¡Oh! Ehm... bueno, desde ese día ha sido un poco lo de siempre. Pruebas, notas, materia, y todo eso. ¿Sabes? Es un fastidio, pero es mi último año. Tú debes resistirlo por dos más-Rió nerviosa. Alejandro le respondía con movimientos de ojos y de hombros-Quizá deba darle más importancia a este año, pero no lo sé... cada día más le pierdo las ganas. Pero bueno, que más...-Pensó en todo lo que le había pasado durante esos meses, y todo llegaba a dos personas: Mako y George-¡Oh! ¿Recuerdas que siempre me había preguntado quién era mi madrina?-Alejandro asintió-Pues es mi profesora de historia, y de hecho toda su familia me conoce-Él le miró extrañado-¡Es la verdad! Tuve una "gran" pelea con mis padres, que terminó no de una mala manera, pero de una forma que nunca esperé que sucediera... Les saqué la verdad a hostias, y saqué más de la que quería... No lo pude creer cuando lo escuché, pero mi padre engañó a mi madre, ¡Y se pelearon para terminar, conmigo en medio! Mi papá incluso dijo, por lo dañado que estaba, que desearía que ella muriese, que le atropellaran o algo, y fue... doloroso escucharlo, ¿Sabes? Siempre les vi como una pareja perfecta, como de esas que duran hasta la muerte, literalmente... ahora son para mí más personas que otra cosa, que actúan a través de sus sentimientos, y que luego se arrepienten de eso. ¡Como nosotros, joder! Al parecer no es algo que nos suceda solo a los adolescentes-Fue cómico para los dos-Si no que es algo que siempre nos sucederá. Y no quiero eso, no quiero que mi pareja me diga que desee mi muerte por lo que he hecho. ¿No conocen la redención? Sé que es difícil, pero no sé... todos merecen una segunda oportunidad, una segunda bala, como siempre dices-Le sacó una sonrisa.
​En ese momento la vio, y no era como las otras. Lo que acababa de decir, no era algo que debía decirlo ahora.
   ​-Perdón...
​   -No... es nada. Tran-resopló con lentitud con los ojos cerrados-quila.
   ​-Supongo que cuando todo vuelva a la normalidad me lo dirás, ¿No? Respóndeme con la cabeza, no hables-Él asintió-¡Bien! Porque tengo mucho interés en eso-Le tomó la mano-Es una historia de amor que no me habías contado, y siempre me contabas lo que te sucedía. Desde hace un tiempo que no hablábamos, es verdad, pero para algo tenemos los teléfonos, ¿No? Algunas veces es bueno sacarlo todo, más si es por amor. Es lo que creo, no como debe ser.
   ​-Está... bien.
   ​-Y hablando de amor... bueno, hace poco conocí a un chico que... es bastante mayor que yo-Su cara mostraba total sorpresa-¡Son solo dos o tres años! No es que me haya conseguido a un viejo con dinero, de hecho es lo contrario. Es un joven que acaba de emprender su vida y que la verdad... me hace demasiado bien. Su nombre es Kotaro... George Kotaro, y es un dragón-Eso le impresionó más-Tranquilo, sí. De hecho, él me ayudó con los colmillos, y gracias a él, supongo, supe que eso era lo que consumías-Mintió-Ahora está fuera del distrito, en realidad ahora va a convertirse en dragón, que al parecer es bastante tarde para un hombre de veintiún años, pero ya sabes... nunca es tarde...-Sonrió-Es tranquilo, callado, pero simpático, y cuando quiere habla mucho. Si es algo que le gusta, puede estar hablando por horas ¡Al igual que yo! En verdad tenemos muchas cosas en común, pero muchas otras en las que somos completamente distintos. Pero nos complementamos bien, todavía no somos pareja... ya sabes, oficial. Seguramente mis padres se enojarían mucho porque, es algo que se me fue antes, trabaja con mi padre. Y eso es porque el tío Bruno es dragón, el tío Enzo es dragón, y todo ese grupito también, y el tío Enzo es senpai de George. Como su maestro, a eso voy. Entonces George quiere estudiar algo con la economía, me dijo que le gustaba la contabilidad, y seguramente irá a estudiar eso en los años que viene. Me dijo que en este distrito faltan muchos contadores, ¡La mayoría de los problemas de corrupción son gracias a un contador, o la falta de uno! Pero él es de los buenos. Y ya sabes, mi padre es uno muy cotizado, y George aprenderá del mejor, supongo...
   ​Quedó pensando en qué decir por unos segundos, mientras sujetaba su mano. Alejandro la apretó, y eso le asustó. Pero no la soltó, la mantuvo con fuerza.
   ​-¿Por qué... esto? No merecías esto, no merecías lo que te pasó ese día. Sufrí demasiado cuando te vi casi muriendo en los brazos de la tía Kathy, y de hecho me puse nerviosa. Tú sabes cuándo me pongo nerviosa, me pongo agresiva e indecisa. Eso lo saqué de mi padre, que lo experimenté en la pelea por lo de mi madrina. Mako se llama, Mako Stormfield. Pero... ¿Qué te hizo ella para quedar así? Obvio que no fue solo ella, entiendo que debe ser difícil lo de la separación de tus padres, y que el señor Kant es una persona muy fría y dura de tratar, pero...
   ​-Deja-Le costó, tanto por la garganta como por las emociones que pasaban al escuchar de su padre.
   ​-Ella fue la que lo derrumbó todo-Asintió-Quizá era tu pilar, y cuando se fue, toda la mierda que estaba encima cayó-Volvió a asentir, Katherine miraba a la nada-¿Quieres que ella esté aquí?
   ​"Más o menos" fue su gesto.
   ​-Ella, entiendo, te hizo mucho daño, ¿Por qué quieres que esté acá?
   ​-Amor.
   ​-¿Amor?-Muchas imágenes de George vinieron a su mente-¿De verdad la amas?-Asintió-¿Cómo?
   ​-No... la... puedo odiar-Miró a la puerta, Mara estaba ahí, escuchando.
   ​-Entiendo que no la odies, pero el daño que te hizo te rompió, ¡Mírate! Has estado casi un mes en el hospital, solo porque no quieres volver... ¿A verla?
​   Asintió con los ojos cerrados. Katherine le apretó más la mano mientras lágrimas salían de sus ojos.
   ​-No seas tan serio...
   ​Alejandro le miró extrañado, un poco ofendido.
   ​-Sus frases de amor se transformarán en cenizas mientras olvidamos, mientras avanzamos-Sabía perfectamente esa parte de la canción-Todas las personas te podrán hacer daño, primo mío. Incluso yo. Te dirán palabras que no conectan con lo que hacen, o que aunque conecten, no son verdad. Debes darle peso a las que son reales, si no... No seas tan serio. Todos merecen una redención, pero primero deben pedírtela, ¿Sabes?
   ​-Yo no me arrepiento de lo que hice-Dijo Mara al fin.
   ​Katherine resopló, negando con la cabeza.
   ​-¿Qué haces aquí?-Le preguntó a la extraña.
   ​-Vengo a verlo, vengo a hablar.
   ​-No tienes el derecho a hablar con él. No luego del daño que le hiciste, ¿A caso no te diste cuenta?
   ​-Ya lo he dicho, no me arrepiento.
   ​-¡¿Y qué?! Me importa una mierda si te arrepientes o no, ¡Cuando uno daña, pide perdón! Esa es la primera puta regla de una relación, ¡Y no importa qué relación sea! No importa qué sólido sea el lazo, o que cosas hayan pasado entre medio... Cuando uno daña, pide perdón.
   ​-¿Y por qué crees que he venido?
​   Katherine intentó abofetearla, pero Alejandro no le dejó.
​   -Dé... jale. Nunca... tuvimos... nuestra última... conversación.
   ​Cerró los ojos, y botó todo el aire.
   ​-Estaré abajo, Ale.
   ​-Gra...cias.
   ​Katherine empezó a caminar, Mara bajó la mirada. Cuando estuvo detrás, se detuvo.
   ​-Demás que estás aquí porque quieres quedar bien contigo misma-Ella abrió los ojos como platos-Si es eso, es mejor que te vayas.
   ​Y se fue.
​   Mara se quedó parada, mirando con los ojos bien abiertos al de la camilla mientras Katherine se retiraba.
   ​Cuando estuvieron solos, sus ojos se cristalizaron, se sentó donde una vez estaba Katherine, agarró la mano de Alejandro, y se la colocó en la frente, mientras las lágrimas salían.
   ​Al final, esa chica hermosa que le tomó de sorpresa tenía razón.
   ​Y se sentía rota, vacía, al igual que aquel que le acompañaba.
***

La Vuelta de la HumanidadWhere stories live. Discover now