~• Capítulo 4 •~

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Damon

Habían pasado dos días. Hellen tenía razón, se ha vuelto demasiado loca, no sabía cómo era realmente un drogadicto, ahora lo sé.

La escena que tenía de ella, era con un cuchillo gigante en sus manos amenazando con apuñalar si no salía a por droga. Estaba asustando a todas las enfermeras.

Yo estaba de lo más tranquilo, solo podía concederle su deseo por el momento, sus heridas que tenían puntos estaban sangrando, tampoco quiero que nadie salga herido o muerto en mi mansión.

Hellen, baja el cuchillo, ya mismo te doy algo para que te calmes — indique con mi mano a uno de mis hombres que me trajeran droga.

— ¿Me lo prometes? — su ceño se relajó un poco.

— Te lo prometo, ya mismo lo traen — bajó el arma blanca.

La soltó se tumbó en la cama con las piernas fuera dejando a las enfermeras que curen las heridas que le sangraban.

Suspiré — ¿Contenta? Ya has conseguido lo que has querido — dije en forma de regaño.

— La verdad es que si, ahora sabes cómo se pone un drogadicto cuando no tiene lo que quiere, es un gran avance — es la primera vez que quiero estrangular a una mujer, pero vamos a guardar esos deseos para quien me moleste en un futuro.

Suspiré, salí de la habitación para recibir la droga y hacer que estuviera tranquila.

Me lo dieron en pequeñas bolsitas de plástico transparente, solo eran unas pocas pastillas que la llevarían al cielo o al infierno.

Esperé a que se fueran las enfermeras y poder hablar con ella. Las vi caminar a la salida quedando los dos solos.

— ¿Lo tienes? — seguía en la misma posición con la que me fui.

Sin decir nada, metí la mano en el bolsillo sacando las pequeñas bolsas de pastillas — Toma, si con eso no me destrozas media casa.

Las agarró — Unos minutos más y te hubiera destrozado la otra mitad de la casa — se metió una de las pastillas en la boca — ¿Cómo te puedo pagar esto?

Se incorporó mirándome, yo levanté una ceja con las manos en mis caderas — ¿Qué estás intentando decir?

— Esto no es gratis, nada en este mundo es gratis. Tú lo sabes mejor que nadie siendo el rey de la mafia — hablo sin cortarse.

— No necesito nada de ti — eso hizo que su cabeza girará a un lado como un perro, parece que no conseguía entender mis palabras.

— Primero me dejas quedarme en tu casa con cuidados, usando agua, comida, ropa. Segundo me acabas de dar droga. Todo eso tiene un costo — enseñó la bolsita.

— Como has dicho antes, soy el rey de la mafia, eso me hace intocable. A mí me sale el dinero por las orejas, a comparación contigo nada de lo que tengas o no puedes pagar lo que estoy haciendo por tí — me incliné con la última frase hacia ella.

Ella solo se quedó con una expresión sería — ¿Ni si quiera....— si expresión poco a poco iba pasando a triste — bueno, pros...

— No digas esa palabra, jamás se me ocurría hacerte lo que te hizo el desgraciado de tu novio, soy incomparable — fruncí el ceño, este tema me enfada muchísimo.

— Lo siento, tienes razón — eso me sorprendió, acaba de pedirme disculpas — pero...— el "pero" nunca falla — Me siento en deuda contigo, se me queda un sentimiento que no me gusta, no quiero sentirme así.

Le di la espalda suspirando — Cuando te recuperes, ya lo hablaremos más detenidamente, de momento descansa — no dijo ni una palabra más cuando cerré esas puertas.

Mi Reina ✓ Completa  [#I Saga emperadores de la mafia]Where stories live. Discover now