8.

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Los meses fueron pasando y con ellos las clases, ya estamos en exámenes finales del segundo período. En cuanto a mis amigos, Alaia es una niña preciosa y que nunca hay queja de ella, de Horacio le sigo rogando que hable con Layla pero su respuesta es la misma de siempre No y eso me frustra. En cuanto a Antonio hace un mes me volvió a hablar y ahora tiene una novia me alegra mucho que sea feliz. Y Layla nada, a ella la amo demasiado y no quiero decir que a mis chicos no, pero ella es todo en mi vida. En cuanto a Darío lo he visto con una chica espero que todo este yendo muy bien. Ahora de Cecilia; nada, ella sólo me ve como una hija o alumna, en su casa me trata como una hija y en la escuela soy como su alumna favorita o eso dicen los chicos al verme con ella y eso más que alegrarme me entristece tanto.

-¡Hey! – exclaman y alzo la mirada para sonreírle – ¿Qué haces aquí sola? ¿Y los chicos? – pregunta Darío viendo a todos lados y sonrío de lado –
- Nada, sola, necesitaba pensar – susurro bajando la mirada de nuevo a mi cuaderno –
- Hey chiquita ¿pasa algo? – pregunta el castaño sentándose a mi lado y resoplo para tensarme –
- Desde que comencé el año voy a casa de Cecilia – susurro y veo a Darío quien se queda sorprendido – pero es porque mi abuela trabaja en esa casa para su familia, los lunes – digo suavemente y él asiente –
- ¿No te rompe? – pregunta y me detengo a pensar –
- Mucho, pero a veces con la compañía de mi abuela o de su hijo que es mi amigo, se me pasa un poco – susurro y Darío me abraza – nadie sabe esto Darío – digo suavemente –
- Tranquila soy una tumba – susurra y sonrío –

Gracias a Darío que me cambio el tema pude sentirme un poco más en paz y en cierta forma contarle la verdad, decirlo en voz alta delante de alguien me hacía sentir mejor, muchísimo mejor.


-¿Qué sientes por ella? – pregunta Darío mientras vemos a la gente pasar y suspiro pesadamente –
- Por Cecilia – susurro un segundo después de verla salir de la escuela – amor, mucho amor pero lo sé, estoy muy lejos que ella lo sienta – digo cuando nuestras miradas se conectan y me sonríe –
- Nadie sabe chiquita – dice Darío y agarra mi mano – la vida es un boomerang y el futuro incierto, recuérdalo, voy a practica – chilla dejándome un beso en la frente – te quiero – se levanta y alzo la cara para verlo –
- Te quiero enano – digo y se ríe escandaloso como suele hacerlo en confianza –
- Nos vemos luego – dice y se va corriendo hasta el otro lado del campo –

Me detengo a ver todo el lugar y siento que los días pasan eternos, que ya quiero terminar el año, que no sé si quiero seguir viéndola y que cada vez que sonríe para mí es mi muerte lenta. Me levanto detrás de las gradas y pongo mi morral en mi hombro, para ir hasta la cafetería de la escuela. Al llegar miro a todos lados y me encuentro con los chicos.

-Hola a todos – saludo suavemente –
- Bebé – chilla Layla quien se lanza a mis brazos –
- ¿Por qué no entraste a Biología? – pregunta Horacio y lo miro –
- No quería – respondo seca – Hola Antonio y Sofía – digo y ambos asienten sonriendo, son perfectos juntos – Alaia mi amor – le lanzo un beso –
- Mi vida – me da un espacio y me siento a su lado –

Layla se ofrece a buscarme un café y sin rechistar acepto tranquilamente, comienzo a hablar con Sofía y Alaia mientras que los chicos hablan de fútbol, hasta que Layla vuelve y comenzamos un debate de política nada usual, para finalizar hablando de moda como siempre hasta que suena el timbre y Layla me arrastra a la otra clase.

-No quiero que sigas faltando – susurra mi castaña –
- Sólo falte a una clase Layla – digo retórica y la oigo suspirar mientras esta apoyada de mi hombro –
- Igual, es raro en ti – dice y niego para seguir prestándole atención a la clase –

La hora fue pasando y en un parpadeo ya estábamos saliendo de clase, los chicos me invitaron por comida así que acepté y siendo la última clase decidimos irnos a una pizzería cercana que me gusta mucho. Caminando nos costó una media hora de risa y chistes de Horacio y Darío quien salió de prácticas temprano y se nos unió.

-Yo quiero una pizza hawaiana – pido suavemente y todos niegan pero los ignoro, mientras la chica anota –
- Yo quiero una cuatro quesos – pide Layla tranquilamente –
- Nosotros queremos una cuatro estación – pide Sofía para ella y Antonio –
- Nosotros la de la casa – dice Horacio por Alaia y Darío –
- Gracias y una lata de coca-cola para cada uno – pedimos al unísono y la chica se fue con los pedidos –

Nos miramos todos y explotamos en risa, empezamos a hablar de trivialidades mientras la chica nos trae las pizzas, así fuimos pasando el rato hasta que nos comenzaba a doler las costillas de tanto reírnos, estar con mis amigos es la balanza de mi vida, ellos son todo lo bueno que tengo después de mi familia y me siento muy afortunada de tenerlos a mi lado.

-Gracias – le decimos a la chica que terminó de repartir nuestros pedidos –
- ¡Buen provecho! – dice la mesera y se marcha –

Todos comenzamos a compartirnos las pizzas, aunque corrí con suerte que sólo Sofía le gusta la pizza Hawaiana y que el resto no, sin embargo, yo si comí de todas las pizzas. Mientras comíamos e íbamos hablando, nos reímos de todo y de nada, como siempre cuando estoy con mis amigos.



                                     *******

A eso de las 5 de la tarde después de comer, hablar hasta más no poder, comer algún helado y reírnos de todo, pedimos la cuenta para irnos. Todos nos despedimos y sólo Horacio me acompañó hasta mi casa. Un rato después nos bajamos del bus y le invito a entrar a casa lo cual aceptó gustoso.

-¿Mamá? ¿Papá? – pregunto al entrar a casa –
- Ninguno esta, salieron – responde mi hermano bajando y asiento –
- Gracias – digo y él me abraza –
- Hola Horacio – saluda Eithan –
- Hola hermano – dice mi castaño de regreso –

Eithan sale de casa y yo dejo mi morral en la sala para decirle a Horacio que me acompañe a la cocina para hacer un café mientras mis padres llegan, pero después de una hora que ninguno llegaba Horacio se despidió porque tenía que estudiar y recordé que yo también. Después de despedir a mi amigo, agarré mi morral del sofá y subí hasta mi habitación, ya arriba entré y me encerré para dejar mi morral en el escritorio, caminé hasta el baño donde hice mis necesidades y luego me lavé las manos y la cara, salí para buscar que materias tengo prueba mañana y no la tenía fácil.

-Ya quiero acabar el año – susurro acabada –

Un rato después comencé a estudiar y sin darme cuenta terminó de pasar la tarde, cuando miré hacia la ventana ya había caído incluso la noche y es cuando escucho la puerta de entrada y después la voz de mamá llamando tanto a mi hermano como a mí, me quito los lentes y me levanto del sillón para salir de mi habitación, camino hasta las escaleras y bajo a saludar a mis padres.

-Hola – digo y ambos voltean sonrientes –
- Hija que bueno verte – dice papá y frunzo el ceño confundida –
- Siempre me ves pa – digo con una sonrisa de lado –
- Siempre mi hija tan sarcástica como su mamá – dice papá y ambas nos reímos para luego saludarlos a ambos y abrazarlos –

Pasamos un rato hablando mientras ayudo a papá a arreglar el mercado y luego mamá se puso a cocinar, también la ayudo así me despejaba de todo lo que tengo que estudiar. Una hora después llega Eithan y nos sentamos los cuatro para cenar, papá nos contaba de un negocio importante que tiene y mamá del hospital que cada día es más fuerte su trabajo, admiro mucho a mamá por su labor, aunque no digo que a papá no, claro que sí.

Al final de la cena, Eithan se ofreció a lavar los platos y así fue, nos despedimos todos, así que agarro un vaso de jugo para subir y seguir estudiando, pero al llegar a mi habitación en vez de seguir estudiando me acuesto un rato y sin darme cuenta con todo y la ropa del día, me quedé dormida por el cansancio.

Nací para amarte Where stories live. Discover now