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Maia Montero

Fueron pasando las semanas y diciembre por fin llegó, un mes que en lo personal me parece precioso, la navidad llega y no sólo eso, voy a Filadelfia a final de año para estar con mi abuela Maruja y mi familia paterna, algo que me encanta porque amo a mi abuela Maruja y no sólo a ella a todos, claro no significa que a mi familia materna no la quiera, claro que sí, pero es que mi abuela Maruja es otro nivel.

-¿Te vas a Filadelfia? – pregunta Antonio y asiento –
- Sí, pero el 30, todavía falta y ¿ustedes? – pregunto ahora que no sé cuales son sus planes –
- Me quedo – responde Darío tranquilamente –
- Nos vamos a Seattle – dice Antonio emocionado de ir a casa de su familia –
- Creo que me quedo con Mauricio o voy a Miami con mis padres – dice Layla no muy segura y asiento –
- Nos quedamos como siempre – dice Alaia y le guiño un ojo –
- Yo pienso que estas navidades prometen cosas muy buenas – comenta Antonio emocionado y todos nos reímos para darle la razón –

Ahora que estoy apunto de tener unas semanas libres por la navidad, el último período del semestre ha ido tranquilo, aunque claro los profesores nos avisaron que para el regreso todo va a ser caótico y al menos yo estoy traumada, el resto de mis amigos prefieren no pensar en eso. En cuanto a los chicos, Darío sólo es feliz viviendo su vida, aunque no me volvió a hablar de la chica que conoció así que me imagino que todo acabó.  En cuanto a Antonio todo sigue igual, fiestero y buen estudiante. En cuanto a Alaia sólo me cuenta que se quiere enfocar en su carrera y eso me parece muy bien. Con Layla no tocamos más el tema de Horacio, la veo muy feliz con Mau y eso me alegra mucho por ella. De Horacio no hemos sabido más nada y me entristece porque lo queremos muchísimo todos. Con Ángelo la amistad ha crecido muchísimo más, el chico con quien salió aquella vez, ahora son novios y el rubio me cuenta que todo va bien, incluso pasarán navidad y fin de año junto a la familia del chico, me alegra saber eso.

En cuanto a Cecilia Abbey, todo es muy perfecto para ser real, los fines de semanas después del trabajo me escapo con ella, ya sea a bailar, cenar o incluso en su departamento donde vemos película, tomamos vino o hablamos hasta tarde, hacemos el amor y nos quedamos dormidas abrazadas, el domingo me lleva al trabajo o me despierta para ir al trabajo y eso para mí es la felicidad, aún quitando eso, la familia Montero y Losano cada vez está más unida y eso me aterra, porque no sé que podría pasar si se sabe la verdad, respiro profundo y Antonio me saca de mis pensamientos.

-¿Todo bien? – pregunta y asiento no muy segura –
- Es sólo que ahora la familia Montero y Losano cada vez está más unida y eso me da mucho miedo – respondo y Darío me abraza para acariciar mi brazo luego –
- Ten mente positiva que nada malo va a pasar, ahora salgamos a bailar – chilla Antonio arrastrándome hasta la pista y me rio a carcajada mientras comienza a sonar una canción de Miley Cyrus, gritamos eufóricos –







                                   ********

Los días fueron pasando y ya estaba libre de la universidad, ahora sólo trabajaré en el café hasta el 23 de diciembre algo que me alegra sólo porque trabajo de 9 de la mañana hasta las 4 de la tarde, el resto de los días puedo planear con los chicos cualquier cosa o incluso con Cecilia y eso para mí es la mejor noticia. 

-Maia – dicen y alzo la cara para ver a aquella amiga de Cecilia la pelinegra, entrecierro los ojos para recordar su nombre –
- ¿Teresa? – pregunto no muy segura y sonríe asintiendo –
- Un cappuccino, por favor – pide y asiento para hacer el pedido –
- Son 3 dólares – digo y asiente para buscar el dinero en su cartera –
- Toma – dice y me entrega un billete – quédate con el vuelto – aclara y alzo la mirada para verla, me guiña un ojo y sonríe anchamente –
- Gracias – susurro para volver a ver el billete de 10 dólares –
- Tranquila y espero pronto salgas con nosotros – dice y asiento lentamente –
- Espero que sí – digo para terminar de pedir el café – lo puedes retirar a un lado – aviso y Teresa asiente para despedirse e irse –

Me quedo un momento intentando asimilar todo lo que ocurrió, hasta que llega otro cliente y volví a mi trabajo, Teresa después de recoger su café se va y yo sigo haciendo mi labor. Horas después termino mi turno y llega mi compañera que le toca el siguiente turno.

-Hasta luego a todos – me despido alzando la mano y unos se despiden con la mano también –
- Nos vemos Maia – se despiden otros y sonrío para arreglar el morral en mi hombro y salir del café –

Cuando alzo la cara esta la rubia apoyada del capó de mi coche con un jean alto, una blusa de tirante y un blazer a juego con la blusa en su brazo, me acerco lentamente y sonrío suavemente para acercarme a saludarla.

-¿Qué haces aquí? – pregunto confundida y Cecilia sonríe anchamente –
- Vine a buscarte para que fuéramos a comer helados – responde y su voz gruesa me embelesa –
- Va, pero invito yo – aviso y frunce el ceño apunto de negarse, así que le robo un casto beso para ir hasta la puerta del piloto de mi coche –
- ¡Hey! – se queja y me rio para subirme al coche –

Dejo el morral en el copiloto y volteo para ver como Cecilia se sube a su coche, sonrío para morderme el labio inferior, niego y me pongo el cinturón de seguridad, prendo el coche y espero a que Cecilia salga del estacionamiento para seguirla, unos minutos después voy manejando detrás de ella hasta llegar a la heladería.

-¿Qué sabor quieres? – pregunta mientras nos acercamos a la caja –
- Fresa con Chocolate – respondo y ella asiente – voy por una mesa – digo y le dejo un beso en la mejilla, Cecilia asiente y sigue en la cola para comprar los helados –

Estoy mirando la heladería, me gusta su estilo moderno, cuando miro a la entrada frunzo el ceño, reconozco esas tres mujeres que van entrando entre risas, cierro los ojos y rio por lo bajito, abro los ojos y volteo para ver a Cecilia quien se gira al escuchar su nombre y frunce el ceño confundida, voltea a verme y niega para luego saludar a sus amigas y su hermana. Unos minutos después vuelve Cecilia con nuestros helados y se sienta a mi lado.

-Tenemos un problemita – susurra y me rio a carcajada – no da risa – dice sofocada y niego para luego dejarle un beso en la mejilla –
- Tranquila, supongo que sé cual es el problemita – digo y hace una mueca de molestia –

Efectivamente unos minutos después se acercan sus amigas y hermana, me saludan y les ofrezco que se sienten con nosotras a lo que ni titubean para aceptar mientras que Cecilia vira los ojos y prosigue a comerse el helado, mientras que sus amigas comienzan a sacarme conversación y todo fluye de la mejor manera, algo que me hace sentir muy cómoda.



                                   *********

-Mis amigas están locas ¿te dije antes? – pregunta Cecilia entrando al departamento y me rio para cerrar la puerta –
- Capaz sí, pero no recuerdo, igual todas me cayeron bien, tu hermana es tu clon – respondo y Cecilia se gira para sonreír orgullosa –
- La negué o papá y mamá nos hicieron con demasiado amor – dice acercándose y me rio –
- Capaz que sí – digo y paso mis brazos por sus caderas para abrazarla –
- Ahora yo quiero hacer mucho el amor contigo – dice y me da un suave beso que con el pasar de los segundos se vuelve más intento hasta alzarme, enredo mis piernas en sus caderas y Cecilia camina lentamente hasta la habitación –








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Semanas después…

-¡Maia abre! – grita mamá desde la cocina y suspiro para acercarme a abrir –
- ¡Abuelita! – chillo y la abrazo haciendo que ría – mamá esta en la cocina – aviso y mi abuela asiente para ir a la cocina –
- Hija no cierres – dice el tío Arturo y sonrío maravillada para dejarlo entrar, junto a mis primos y mi tía, su esposa –

Una hora más tarde todos los Leyva están en casa junto a sus familias, yo hablo y me rio con Alfredo cuando suena el timbre y mi tía Caro va a abrir, escucho la voz de Darío y chillo para levantarme a saludarlos a todos, Antonio y Darío traen las bebidas mientras que Layla y Alaia traen unas bandejas de comidas que fueron a llevar a la cocina, estoy demasiado feliz de tener a mis amigos aquí junto a mi familia, vuelve a sonar el timbre y esta vez voy yo.

-Hola cuñada – saluda Emiliana y frunzo el ceño para darle espacio –
- Hola hija – saluda Luciano quién también llega con una botella en mano para entrar –
- Hola cuñada – chilla Mauricio y me abraza para luego ir por Layla –
- Hola – susurra Cecilia y sonrío embelesada, ella ríe y me abraza para luego entrar –

Nací para amarte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora